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1° DE MAYO

Se cumplen 135 años de los hechos de Chicago: la pelea por la jornada de ocho horas, que terminó en una farsa judicial asesina, y se transformó en un símbolo de unidad y lucha de la clase obrera internacional. En un mundo en el que los ricos y poderosos nos exponen a la mortandad y la miseria causadas por la pandemia del coronavirus, recuperar el espíritu de lucha con el que surgió esta fecha, es mucho más que necesario.

 

La Chicago de 1886 suena conocida: patronales que ponían la supuesta «falta de rentabilidad» como excusa para sus manejos negreros, la justicia y la policía actuando como matones de los empresarios, medios pidiendo a gritos represión sangrienta, dirigentes sindicales que transaban. Y la heroica resistencia de los obreros y obreras de base y de activistas inquebrantables.

Estados Unidos crecía sin pausa a fines del siglo XIX, incorporando inmigrantes de a millones a su industria, para explotarlos sin misericordia: jornadas interminables, poca seguridad y menos salubridad, devoraban la vida de los y las trabajadores/as en fábricas y talleres. Esa situación fue generando un malestar, que fue cercando a los dirigentes sindicales. La presión llevó a que una de las centrales obreras llamara al paro general a partir del 1º de mayo de 1886 para imponer la jornada de ocho horas. Pero como algunas patronales y el gobierno empezaron a ceder, esa central sindical levantó la medida, dejando solos a los obreros y obreras de Chicago, quienes sufrían la mayor de las explotaciones, que ese 1º de Mayo fueron al paro.

La huelga que cambió al mundo

Ese día, centenares de miles de obreros y obreras salieron a la calle a cambiar el curso de la historia, ante el estupor de la patronal y sus agentes, que optaron por la represión: infiltrados de la policía actuaron para desatar una represión con muertes, heridas y torturas. Y terminó con un grupo de activistas procesados en uno de los juicios más injustos de la historia, siendo condenados a muerte seis de ellos, y otros tres a reclusión perpetua. Pero la patronal entendió que había nacido una fuerza social imponente, contra la que no podía oponerse por mucho tiempo, por lo que tuvo que ceder, y a los dos años, todos los empresarios aceptaron la jornada de ocho horas. 

Los hechos de Chicago se habían transformado en el símbolo de algo mucho más grande. Tres años después de sucedidos, las organizaciones sindicales y políticas de la clase obrera fijaron el 1º de Mayo como Día Internacional de Lucha, realizando huelgas y manifestaciones en las que las reivindicaciones más simples como una jornada de trabajo soportable, salarios o viviendas dignas o la libertad de presos y presas por luchar se unían al planteamiento de una salida de fondo: la clase social que con su trabajo alrededor del mundo hace posible la existencia de esta civilización basada en la industria, debe unirse en la lucha, para derrocar el poder patronal y reconstruir el mundo sobre principios socialistas.

El 1º de Mayo en tiempos del COVID-19

Con el tiempo, las direcciones de esas organizaciones que impusieron al 1º de Mayo como la fecha de lucha obrera, fueron transando con el poder político de los empresarios, se transformaron en la pata izquierda del orden patronal  y el 1° de Mayo pasó a ser poco más que un día de fiesta.  Pero la decadencia capitalista nos empuja a vivir cada vez peor y nos obliga a recuperar su sentido original. Una fecha para recordar que, ante patronales cuya codicia es infinita, la pelea por nuestros derechos más elementales debe transformarse en una lucha por derrumbar el orden patronal. Una fecha para recordar que la clase obrera es la única que puede revertir el desastre al que nos llevan los empresarios. Una fecha para recordar que solo derrumbando las falsas divisiones nacionales, étnicas o de género para unir a nuestra clase en una sola lucha, podemos vencer a quienes nos explotan y oprimen.

El coronavirus evidencia más que nunca esta realidad: la desesperación de la patronal por hacernos trabajar, demuestra que solo los obreros y obreras generamos riqueza. Los aumentos de contagios en nuestros barrios demuestran que ella se queda con las ganancias y nuestras familias siempre terminan pagando los costos de sus manejos. Y los desmanejos con las vacunas, la virtualidad y los aislamientos, demuestran que el régimen de propiedad de la patronal y del mercado capitalista es un estorbo peligroso para la humanidad, y debe ser abolido. Una salida obrera y socialista se hace cada vez más urgente.

Por eso, este 1º de Mayo tiene que servir para impulsar la más importante de las tareas del presente: la construcción de una nueva dirección política y sindical; que una e impulse las luchas actuales en una gran pelea para poner fin al desastre capitalista, por medio de la revolución socialista.