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A 20 AÑOS DEL ASESINATO DE DARÍO Y MAXI

Seguimos luchando contra la criminalización de la protesta y por un país socialista

 

El próximo 26 de junio se cumplen 20 años del asesinato de Maximiliano Kosteki y Darío Santillán, asesinados por la Policía en 2002, cuando se movilizaban junto con miles, por mejores condiciones de vida en pleno “argentinazo”.

La lucha logro la cárcel efectiva para los integrantes de la Policía responsables del crimen, encabezados por el comisario Alfredo Franchiotti. Lamentablemente aún continúan libres los autores intelectuales, por ejemplo, los peronistas Duhalde, Felipe Solá y Abal Fernández, que continuaron en la política argentina siendo candidatos a presidentes, gobernador y ocupando distintos cargos ejecutivos como es el caso actual de Abal Fernández, que es Ministro de Seguridad de la Nación.

Tan sólo meses después de la rebelión del 2001, en la que los trabajadores tiramos al Gobierno de De La Rúa (y a tres presidentes más durante una semana), el entonces gobierno de crisis surgido con Eduardo Duhalde como Presidente, necesitaba “estabilizar” la situación. Esto quiere decir, en todo momento, que el pueblo no salga a las calles a pelear contra la miseria que nos imponen desde arriba. Que todo vuelva a la “normalidad”. Pero al dirigente peronistaque había sido designado por el Congreso, le resultó peor el remedio que la enfermedad y la fuerte reacción popular y movilizaciones en repudio a los asesinatos obligaron a Duhalde a adelantar las elecciones presidenciales.

Muchos sectores, entre los cuales se encuentra el kirchnerismo, reivindican esas jornadas y se limitan a una mera recordación de las figuras de Maxi y Darío, mientras sostienen a estos personajes políticos que fueron o son parte de este Gobierno.

Nuestro reconocimiento a los compañeros es distinto porque seguimos luchando por la prisión de los autores materiales e intelectuales, contra la criminalización de la protesta, y  reivindicando sus métodos de lucha en las calles sin importar quién sea el gobernante de turno.

Levantar las banderas de Maxi y Darío por una sociedad más justa

La masacre de Avellaneda se dio en un contexto, al igual que en el presente, de hambre y desocupación, con una inflación imparable, con un aumento brutal de precarización y con mayores ganancias para los empresarios. Sufrimos un ajuste permanente que viene siendo pagado por el pueblo, al igual que en el 2002 y con el mismo enemigo que es el FMI, que exige más ajuste y para eso tiene sus empleados de turno, que son el Gobierno del Frente de Todos en conjunto con la oposición de Juntos por el Cambio y de Milei.

Lo mismo que entonces el ajuste viene con un  aumento de la represión y la criminalización de la protesta. Es tarea de todos/as los/as luchadores/as sacar las conclusiones, para poder enfrentarlo de mejor manera y que los muertos no sean siempre del mismo lado. Organizarnos para defendernos de la represión es fundamental para este momento. Ya está demostrado que la Justicia burguesa está hecha para ellos y la van a utilizar todas las veces que sea necesario. Están los ejemplos de los presos del FMI el día en que se votó el acuerdo en el Congreso, la persecución, prisión y condena a Daniel Ruiz, Sebastián Romero y Cesar Arakaki, las represiones de Guernica y recientemente el desalojo del barrio toba en Rosario.

El brazo de esa Justicia por patronal y pro imperialista, no alcanza solo a Argentina, cada vez crece más en Latinoamérica: en Chile tiene más de 2.500 presos políticos de las movilizaciones de octubre del 2019, o más cercano, los presos de la dictadura cubana que salieron a protestar el 15N.

Desde el PSTU consideramos una obligación que los sindicatos y organizaciones de base organicen la autodefensa para resistir la represión en los barrios, fábricas, escuelas. ¡Que esta vez la lucha, de la que son emblemas Maxi, Darío y todos los mártires que dieron la clase obrera y los sectores populares, sea triunfante y logremos construir una sociedad justa sin explotadores ni explotados!