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A 5 AÑOS DEL 18D : LA PELEA CONTRA LOS PLANES DEL FMI ES MÁS VIGENTE QUE NUNCA

Los meses de diciembre suelen ser caldeados para el pueblo trabajador argentino, basta recordar el Argentinazo del 19 y 20 de diciembre del 2001, en el que el calor se mezcló con el estallido de bronca acumulada y una brutal represión. Dieciséis años después otro diciembre argentino paso a la historia. Esta vez no hizo ir en helicóptero al Presidente, no hubo un estallido generalizado, pero sí, una nueva demostración de bronca y de disposición de tomar en las manos los problemas y defenderse de la represión con lo que se tenía a mano, desafiando la institucionalidad de un Congreso, que una vez más y como siempre demostraba que legisla en contra del pueblo trabajador. 

Hay un denominador común en nuestra historia de las últimas décadas, en el 2001, en 2017, como en la actualidad: es el FMI y sus planes lo que cada pelea sale a enfrentar. Por eso reflexionar sobre los 5 años de aquellas jornadas no tiene un sentido meramente conmemorativo, histórico, sino que tiene que ver con nuestra más cruda actualidad. 

Desde el PSTU, antes del 18D planteábamos que había que movilizar para intentar evitar que sesionara el Parlamento, que teníamos que tomar el ejemplo de lo que habíamos hecho en el 2001, que había que ir preparados para resistir, porque el 14D ya habían demostrado que estaban dispuestos a garantizar las sesiones, reprimiendo en los alrededores del Congreso. 

El macrismo, envalentonado con su triunfo en las elecciones legislativas, avanzaba con un plan de reformas para aumentar las ganancias de los empresarios. Ese mismo año había desaparecido Santiago Maldonado a manos de la Gendarmería de Patricia Bullrich.

Pero el movimiento obrero no daba el brazo a torcer. Ese mismo año veníamos de echar a botellazos a los dirigentes de la CGT que no querían ponerle fecha al paro nacional. Y así llegamos a las jornadas de diciembre contra la Reforma Previsional.

Demonio de los medios y héroe popular

 

La imagen de nuestro compañero Sebastian Romero, “el Gordo Mortero”, rápidamente recorrió los medios del país y hasta del mundo. Con ella intentaban demostrar la violencia de los manifestantes, los inadaptados sociales, los que ese día querían subvertir el orden de la honorable Cámara Legislativa. La persecución judicial se desató y la vida de Sebastián y del PSTU cambió para siempre. Y el demonio, también se transformó en emblema popular. 

Por eso es que queremos reconstruir con él lo que fueron esas jornadas, los aprendizajes  y como nos sirven para pensar el futuro inmediato que no parece alentador, a menos que empecemos a tomar los problemas en nuestras manos.

Sebastián nos cuenta sobre cómo fueron los tiempos previos a aquel  18 de diciembre:Yo estaba suspendido de mi trabajo en la General Motors. A principio de ese año se corrían los rumores de una lista de despidos y suspensiones que el sindicato de SMATA estaba negociando a espaldas de los trabajadores. La incertidumbre crecía. Hasta que el 1º de marzo al intentar entrar a trabajar nos negaron el acceso a más de 300 compañeros y estalló el conflicto. Se hicieron asambleas masivas como hace años no se hacían y se formó un comité de lucha. Mi camarada Germán Tonero era el único delegado que no firmó el acuerdo de suspensiones y el único que participó de la lucha. Y de la organización del plan de lucha que exigía: abajo el acuerdo firmado a nuestras espaldas, la garantía de los puestos de trabajo, las denuncias a la ART de las enfermedades causadas por los ritmos de producción y el rechazo de las reformas previsional y laboral que estaba marcada en la agenda del gobierno.

Paralizamos la fábrica, hicimos asambleas, movilizamos al Consejo Deliberante, hicimos el paro general. Lograron ingresar algunos compañeros, otros agarraron los retiros voluntarios y un sector minoritario continuamos en suspensión.

También en mi barrio nos veníamos organizando por problemas edilicios con derrumbes de escaleras completas en los edificios (FO. NA. VI.), en el cual dos vecinas fueron rescatadas de los escombros por sus mismos vecinos. Con la organización logramos la reparación de los edificios, el colegio y el centro de salud

En Rosario se había formado una amplia multisectorial en torno a lo sucedido con Maldonado y continuaba aglutinando a todo el activismo.

Nuestras propuestas eran hacer paro activo de las actividades con piquetes, cortes de rutas y paralización de los puertos para afectar las ganancias. Alertamos de la brutal represión, que ya se había desatado el 14 de diciembre. Ese día la sesión del Congreso se levantó y se pasó para el 18. No iba a ser distinto. Por eso remarcamos la necesidad de organizar la autodefensa.

Pese a nuestros esfuerzos por convencerlos de la necesidad inmediata, ganaba la propuesta de concentrar en Rosario y poner una pantalla gigante para ver cómo reprimían en Buenos Aires.

Tras las actividades en el barrio, la fábrica y para colmo una noche antes ayudando a un compañero al que le habían entrado a su casa a robar. Me levanté el 18 de diciembre a las 5 AM para volantear la fábrica hablando con los compañeros en la puerta de la General Motors, la importancia de paralizar ese día y exigirle al SMATA asamblea y plan de lucha con movilización. La mayoría nos decía que si pasaba la reforma previsional no se podría hacer nada contra la reforma laboral. De ahí viajamos directo a Plaza de Mayo”.

Sebastián volvió a su casa más de 3 años después de aquel viaje, pero volvió en prisión domiciliaria. 4 años y 4 meses de persecución política fue la condena del Estado y la Justicia por haber estado en esa primera línea, por haber demostrado en los hechos que en esta Justicia no se puede confiar, que no iba a presentarse ante ella para ser mostrado como botín de guerra, sin ninguna garantía. Esa actitud fue disruptiva, no solo para los orgullosamente defensores de esta democracia para ricos y sus instituciones, sino también dentro de la izquierda. 

Desde el PSTU creemos que retomar esa tradición histórica de los revolucionarios de que es fundamental evitar caer en las garras del Estado fue el camino que había que tomar. 

Sobre la propia movilización que significó un antes y un después en su vida, Sebastian recuerda: “La plaza estaba colmada por organizaciones sociales, políticas, sindicales, barriales, pero también miles de personas sueltas, arengaban agitando sus banderas, carteles, bengalas y todo tipo de  fuegos de artificios al ritmo de gritos y cánticos contra las reformas y el plan de ajuste del Gobierno. Era la primera vez en mi vida que estaba frente a una representación de tal magnitud. 

La policía salía detrás de las vallas de a cientos, formando filas y preparándose para sacar a los manifestantes de la plaza. Con carros hidrantes, motos y un sinfín de gases lacrimógenos que caían como lluvia desde el cielo. Mientras las motos atropellaban a los manifestantes, otros policías tirando balas de gomas apuntando a la cara, pegando a ancianos y jubilados, tirando gas pimienta a ancianos indefensos deteniendo y cagando a palos a todo aquel que se les cruzara enfrente. 

Los manifestantes replegaban sus filas, acorralados y socorriendo a los heridos, pero sin la mínima duda, nadie abandonaba la plaza. Millares de trabajadores organizados e independientes formamos las primeras líneas. Y comenzó la defensa y respuesta rabiosa de permanecer en la plaza e intentar por todos los medios evitar que salga de la reforma.”

Como cuenta Sebastián ese 18D fuimos miles los que fuimos sabiendo que era casi inevitable que reprimieran, dispuestos a resistir. Y aunque las direcciones sindicales o bien amagaron o bien llamaron a quedarse lejos de la plaza, fuimos miles también los que resistimos defendiéndonos con lo que teníamos a mano. La represión en un momento fue tan dura que lograron despejar la Plaza Congreso, pero no quedó ahí. Mientras se desplegaba una campaña brutal de demonización de los manifestantes, acusando de violentos y que tenía a Sebastián Romero como mayor referencia, miles volvimos a salir aquella noche, demostrando que la calle seguía siendo nuestra y el repudio a lo que estaba votando ese Congreso infame. 

Sigue Sebastián sobre la campaña de demonización y la violencia: “ A mí y a mis compañeros nos tildaron de violentos, los mismos que ejercen todos los días la violencia que implica que haya un 50% de los pibes que no comen lo que deberían, los mismos que condenan a millones al hambre, a vivir con cinco changas intentando subsistir. Violentos son los diputados, los senadores, los gobernantes, y los empresarios que viven a costa de la miseria del pueblo trabajador, eso es violencia. Nosotros nos defendimos de esa violencia y de su represión. A mí me persiguieron más de 4 años, para hacernos escarmentar, pero se equivocaron mucho. Yo no me arrepiento de nada y tomo esta experiencia como un aprendizaje para mejor seguir la lucha y la organización. Con mis compañeros tanto acá como en el mundo, los partidos de la LIT, hicieron una campaña excepcional contra mi persecución y por la libertad de Daniel, se creyeron que porque en el país somos una organización pequeña nos iba a poder doblegar,  pero se equivocaron mucho. Nosotros somos un partido internacional, que hizo campaña en más de 20 países, que defiende la autodefensa en todo el mundo, no se iban a salir con la suya”

Alumbrando el futuro

Sobre las conclusiones que ayudó a sacar esa experiencia Sebastian es categórico: “Muchas veces me han preguntado y también a mis compañeros, si valió la pena ese 18D que después trajo mi persecución, la cárcel de Daniel, allanamientos a varios compañeros. Y claro que lo hemos pensado, fueron tiempos difíciles, pero claro que valió la pena. Ese día terminó por aprobarse la Reforma Previsional pero con un costo político muy alto para el Gobierno de Macri, ellos mismos lo identifican como el principio del fin y no pudo continuar con la Reforma Laboral. Además mostramos que queríamos defendernos de sus ataques capa y espada.

Si no lo logramos fue porque todas las direcciones traicionaron, entonces esa es una primera conclusión, una tarea del conjunto del movimiento obrero, ocupado y desocupado, crear y formar esa dirección combativa, revolucionaria que necesitamos. Hoy la pelea contra el FMI está más vigente que nunca, pero muchas de las direcciones que al menos de palabra lo criticaban en 2017 ahora apoyan al Gobierno que hizo el acuerdo con el FMI.  Necesitamos urgente otra cosa, pero no va a venir de salvadores, tenemos que construirla nosotros mismos, desde cada lugar de trabajo, en cada lucha. Y construir una herramienta revolucionaria, sin eso, sin plantearnos echar al FMI, hacer la Segunda Independencia con una Revolución Obrera y Socialista, no va a haber solución de fondo para ninguno de nuestros problemas” 

 

 

Un juicio al servicio de denunciar al Estado y la Justicia para ricos

 

 

La persecución política desatada por las jornadas del 18D, que aún continúa, ya que se encuentra apelada en Cámara de Casación la condena, hizo que la intervención de la Justicia adquiriera gran relevancia, mostrándose una vez más como una mera herramienta al servicio del Gobierno de turno y los poderosos. Hoy la confabulación de jueces, empresarios, medios, servicios y operadores políticos de los gobiernos quedó expuesta con el viaje a Lago Escondido y los chats que tanto escandaliza al kirchnerismo, pero eso ya lo habíamos vivido en ese juicio farsa donde, incluso, fue también espiado ilegalmente Daniel Ruiz y nuestro partido, sin que haya merecido el repudio de Cristina o sus principales referentes (con honrosas excepciones como Juan Grabois, Beto Pianelli, Daniel Catalano entre otros ligados a las organizaciones obreras y populares,  que acompañaron) .

Primero con el uso de la prisión preventiva para castigar (contradiciendo lo que dice mismo su Código Penal Procesal) que mantuvo a Daniel Ruiz 13 meses detenido, aunque no podía justificarse el peligro de fuga y a Sebastián Romero 2 años sin juicio. Con el juicio a Daniel Ruiz y Cesar Arakaki; la farsa de esa causa judicial fue completamente evidente: meses y meses de audiencias, testigos que no aportaron ninguna prueba y una condena escandalosa del máximo de pena. 

Retomando las tradiciones olvidadas del movimiento obrero, desde el PSTU, a partir del inicio mismo del juicio, nos lo planteamos como una tribuna para denunciar el carácter del Estado y de su Justicia, no depositando ninguna confianza en ésta, sabiendo que era muy probable que a pesar de la falta de fundamentos, lo más probable era que saliéramos condenados, porque el juicio no tenia sustento jurídico desde el principio, sino que era claramente de persecución política y para aleccionar, necesitan condenar, para dejar bien claro que este Estado y esta Justicia no van a permitir que los trabajadores tomen en sus manos la defensa de sus condiciones de vida y enfrenten la represión con lo que tienen a mano. 

El macrismo sigue sangrando por la herida de lo que ellos nombran como “el día de las catorce toneladas de piedras frente al Congreso” ¿Por qué luego de 5 años sigue siendo significativo ese día? Porque fue la última vez que un sector de masas tomó en sus manos la defensa de su derecho y su defensa ante la represión, desafiando aún la institucionalidad del Congreso, impidiendo en los hechos que la Reforma Laboral fuera ley. Eso es lo que condenaron.  

Desde el principio debatimos con el Partido Obrero sobre el carácter del juicio y la forma de abordarlo. Si bien realizamos en unidad de acción el acto inicial y final del mismo, las perspectivas que se mostraron fueron muy distintas: el PO apostó siempre a los marcos de la legalidad burguesa confiando que de esa manera iba a lograr la absolución judicial, por eso «se puso a derecho» entregando a sus militantes a la justicia y nunca jugó su fuerza militante para movilizar más que testimonialmente. 

Para sintetizar nuestro accionar en ese juicio emblema, reproducimos fragmentos de la declaración de Daniel Ruiz frente al Juez Feliciano Ríos. 

“  (…) Entonces yo reflexiono en ese sentido, que creo que hay mucho por qué cambiar. No fue un proceso justo. Pero también reflexiono que lo que se está discutiendo acá es si tenemos los trabajadores o no el derecho de defendernos de una represión. Entonces acá lo que se plantea es una actitud nuestra, pero en un contexto en el cual lo han planteado tanto las Fiscalías de Instrucción. Y yo no voy a cuestionar la actitud de los diferentes fiscales que pasaron por esta causa porque en última instancia, en última instancia lo que están haciendo es llevar adelante el Código Penal, un Código Penal que quiero plantear que arrancó en 1921, un Código Penal donde la gente votaba y las mujeres no votaban, donde solamente los ricos podían hacer las leyes y en este Código Penal donde los ricos hicieron las leyes para su gran beneficio, para los ricos. (…)

Y en esa parte también hay que reflexionar, qué hay que cambiar, ¿por qué digo esto? porque miren cómo es la vara. Mauricio Macri, la familia Macri, mientras estuvo a cargo del Correo está comprobado que ha robado miles de millones de dólares del Correo, y no pasó ni un día preso, la familia Macri. Y “Pepín” Rodríguez, es prófugo de la Justicia, hace conferencias de prensa en Uruguay, lo cubre el diario La Nación, que a nosotros nos ha acusado de terroristas. (…)

     Y entonces yo, para cerrar y agradecerles el que me hayan escuchado, más allá de que es mi derecho, pero es bueno que especialmente me escuchen, planteo que no solamente no me arrepiento sino que estoy convencido que tarde o temprano la clase obrera, los sectores populares se van a organizar, que van a escribir ellos el Código Penal Procesal y cuando eso pase, lo que va a reinar va a ser la felicidad; y cuando eso pase los que tendrán que ir a la cárcel son los que han saqueado este país, los que han provocado accidentes laborales, no solamente lo de Austral, sino en los yacimientos y cada uno de los lugares, sino que pasan que vayan a la cárcel los que tengan que ir a la cárcel. Entonces en ese sentido, agradecerles este espacio y decirles que en la próxima lucha donde nos toca estar, condenado o libre, voy a estar siempre peleando por los trabajadores y las trabajadoras de Argentina y el mundo. Muchas gracias.”