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Basta de violaciones

Cuando leí la noticia no podía creerlo, lo miré varias veces y hasta chequeé la información porque parecía una broma. La “justicia” española de manera desvergonzadamente machista decía que los integrantes de “La Manada” no habían violado a esa chica, sólo la abusaron porque ella no se resistió. Es decir, que a pesar que cinco hombres la agarraran en un callejón, la penetraran entre varios, la filmaran y hasta robaran su celular para que no llamara a nadie, es un hecho menor y parte de la responsabilidad es de la joven.

¿Acaso los jueces se han vuelto locos o reflejan una terrible verdad? Una expresión aberrante del machismo es la cultura de la violación. Uno de los mayores miedos de las jóvenes y las mujeres en general cuando recorremos solas las calles no es que nos saquen el celular o nos arrebaten la cartera, es fundamentalmente que nos violen. La permanente campaña que hay sobre la sociedad colocando a las mujeres como objetos, como seres únicamente sexuales que estamos en este mundo para satisfacción de los hombres, es tan profunda que tanto los violadores deciden cuando tomar a una mujer a su gusto, como así también las instituciones minimizan el hecho y tratan siempre de justificar al victimario y cuestionar a la víctima.

La difícil tarea de denunciar

Es muy difícil para una mujer denunciar una violación, sobre todo si se trata de algún integrante de su familia o círculo íntimo, esta “cultura de la violación” presupone una gran impunidad a los agresores, naturaliza los hechos y nos coloca a nosotras en permanente cuestionamiento, sentimos culpa y vergüenza porque seguro “algo hicimos” para provocar esa situación. Si atravesamos todas esas barreras psicológicas iniciales, la policía nos maltrata cuando vamos a hacer la denuncia o no nos la toma. Si llegamos a instancias judiciales, somos expuestas de manera repudiable, somos cuestionadas en nuestro accionar previo al ataque y posterior, como pasó con la chica española  a quien cuestionaron por “recuperarse rápido” de ese incidente. Ni hablar de los escandalosos fallos que revictimizan a las mujeres, como por ejemplo la espantosa absolución del violador chubutense argumentada en el sobrepeso de la víctima, es decir si sos gorda no te pueden violar ¡una barbaridad!

Capítulo aparte merecen las “violaciones correctivas”, esas que hacen, generalmente cobardes en grupo, para que quienes tienen una sexualidad diferente se “corrijan”. Es la situación que tuvo que atravesar Higui por lesbiana, luego al defenderse de sus agresores la que estuvo presa fue ella, aunque pudo salir en libertad gracias a la movilización popular continúa procesada y sus agresores ni cerca de ser investigados.

Lamentablemente hay ejemplos de violaciones de todo tipo, la nena que cruzó un puente en Capital Federal y un hombre la violó, la chica salteña que fue entregada a un grupo de violadores por su propio amigo, la piba de Pergamino que tomó un remis para estar más segura y fue violada por un grupo de hombres entre los que había policías, la interminable lista de niñas violadas por padres, tíos, hermanos y “amigos” de la familia. Y también se suman las mujeres violadas a diario por sus propios maridos.

Defendámonos de los violadores

No son hechos aislados, ni imposibles de prever. Son la consecuencia de la degradación social que profundiza este sistema que explota y oprime para ganancia de unos pocos. Son situaciones que deben detenerse y que tenemos que luchar para frenarlas. La violencia machista se responde con autodefensa colectiva, y nosotras debemos poder entrenarnos y recibir instrucción para organizarla. Es un derecho esencial que debe ser ejercido  en nuestros trabajos, en las escuelas y universidades y también en los barrios de manera gratuita, por eso los sindicatos y centros de estudiantes deberían organizarlo. Tiene que haber equipos especiales de contención con mujeres capacitadas para poder ayudar a las víctimas y efectivizar las denuncias. Es necesario que haya cárcel efectiva a los violadores para terminar con la impunidad reinante, que dejen de sexualizarnos y tratarnos como objetos en los medios de comunicación, redes y revistas. Es más que urgente dar educación sexual y de combate al machismo en todos los niveles de la educación. Para que esto suceda necesitamos que haya presupuesto efectivo y suficiente para combatir la violencia machista, no alcanza con una foto de Macri posando de feminista, hay que dejar de pagar la deuda externa y echar al FMI y a Cristine Lagarde.

Nosotras tenemos derecho a defendernos y no ir presas por ello, debemos ser escuchadas con respeto cuando denunciamos y los violadores deben ser condenados, la cultura de la violación podrá empezar a romperse con autodefensa organizada y justicia popular a los agresores.