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BELGRANO Y EL PAÍS QUE NO PUDO SER

Este 20 de junio se cumplen 200 años de la muerte de Manuel Belgrano, quien más allá de ser “el creador de la bandera”, fue la figura que mejor sintetizó la revolución de 1810, dejando su vida, su enorme voluntad y sus muchos talentos. En la dura la tarea de  revertir los males generados por tres siglos de saqueo europeo sobre nuestro continente, creando una nación capitalista fuerte y soberana. Los resultados de su lucha y los sufrimientos que padece el pueblo trabajador hacen necesaria una reflexión más allá del homenaje.

Siendo hijo de un comerciante próspero, fue un gran estudiante que se volvió funcionario brillante y talentoso, de ideas avanzadas que chocaron de inmediato con las instituciones coloniales y los sectores de poder local.

Esta experiencia, junto a lo vivido durante las invasiones inglesas, lo hizo comprender que el virreinato era imposible de mejorar con reformas, por lo se alejó de la función pública colonial, y lo acercó a la organización de los grupos revolucionarios independentistas.

Por la Independencia

Mayo de 1810 lo puso al frente de las nacientes tropas revolucionarias. Venciendo tanto su falta de medios y conocimientos militares, como los prejuicios de profesional porteño contra los pueblos del virreinato. Lideró el frente de las campañas al Paraguay, y luego al Alto Perú, campañas que aunque no terminaron en éxitos militares completos, afianzarían el apoyo a la causa revolucionaria.

Pero las tareas militares no lo distraerían de su actividad política. Además de impulsar aquellos objetivos por los que abogó en sus días de funcionario (especialmente, la educación del pueblo), militó por imponer una monarquía constitucional en el antiguo virreinato: una idea que buscaba solucionar la tendencia a la atomización de las repúblicas constituidas por las élites criollas locales, que terminaron siendo países débiles y divididos. 

Pero sobre todas las cosas, Belgrano fue un partidario decidido de la Independencia total. La creación de la bandera, símbolo de un país independiente, fue una demostración de eso, y  precisamente por esa bandera chocó con el gobierno de Buenos Aires, enemigo de independizarse formalmente de España.

La caída

Las guerras revolucionarias absorbieron los esfuerzos de los amigos y compañeros de Belgrano, dejando el poder en manos de los sectores más ricos de Buenos Aires. Y cuyos intereses eran ajenos al desarrollo de un país capitalista fuerte y soberano, y con un pueblo culto como lo imaginaba Belgrano.

Habiendo dejado la vida por la Independencia, la muerte lo encontró abandonado en la miseria, el mismo día que la rebelión de las provincias mesopotámicas derrotaba el poder de los comerciantes porteños. Con él, comenzaba a morir la visión del país que soñó.

200 años después

Habiendo pasado de funcionario reformista a organizador revolucionario, y del ala más consecuente de la Revolución a la pobreza y el olvido en que terminó su vida, Belgrano es el símbolo de su generación de grandes luchadores revolucionarios. Los próceres de Mayo, quienes fallaron no por incapacidad, sino por no tener los medios para comprender que con las nacientes clases dominantes locales no podían construirse los países capitalistas fuertes, serios y unidos a los que aspiraban. Por el contrario, los poderes surgidos se dedicaron a revertir cuanto pudieran de la obra de Belgrano y sus compañeros, porque su naturaleza al ser sectores sometidos al mercado extranjero, los hizo crear naciones sometidas a los nuevos amos imperiales.

Por eso de nada sirve la reivindicación superficial que hacen de Belgrano ciertas corrientes patronales como el kirchnerismo: no se puede homenajear a quién luchó por la Independencia, y someter el país al saqueo imperialista.

El homenaje que la figura de Belgrano necesita es retomar su lucha sobre nuevas bases: si el capitalismo que el quiso desarrollar terminó siendo el garante del nuevo sometimiento, para acabar con tal dependencia hay que derrocar a la clase empresarial que lo administra. En otras palabras, nuestro continente necesita una Revolución Socialista que lleve al poder a los trabajadores y al pueblo pobre, logrando una Segunda y Definitiva Independencia.

Esa tarea es el objetivo de nuestro partido. E invitamos a quienes estén de acuerdo a construir juntos está herramienta política: a la clase obrera y al pueblo les toca el turno de hacer surgir nuevos Belgranos.

19 de Junio de 2020.-