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¿DE QUÉ HABLAMOS CUANDO EXIGIMOS LA “REESTATIZACIÓN DE LOS SERVICIOS”?

Desde que en la década de los ’90 los servicios públicos fueron prácticamente rematados o directamente desguazados por el menemismo, un puñado de empresas viene saqueando al país a golpes de tarifazos, pésimos servicios y vaciamiento. Esta situación, cada día más intolerable e insostenible. ¿Puede tener solución en los marcos del capitalismo?

La historia de los servicios públicos en Argentina se reduce a períodos en los que empresarios parásitos montaban monopolios que eran poco menos que una estafa, y períodos en los que el Estado trató de arreglar ese desastre (con mayor o menor éxito).  Así creaba empresas públicas que, si bien por regla general fueron mejores que las administradoras privadas que las sucedieron o antecedieron, arrastraban buena parte de los problemas del capitalismo argentino.

Desde las primeras empresas de electricidad, telefonía y ferrocarriles quedó claro que los capitales que invertían en ese tipo de emprendimientos no tenían otra intención que saquear el país, sacando ganancias monstruosas con inversiones mínimas o directamente nulas. Se obstaculizó así el desarrollo de la Argentina: si el propio atraso nacional y la incapacidad de las clases dirigentes daban lugar a que empresas extranjeras hicieran negocios en esos sectores estratégicos, estos negocios (enfocados lógicamente en generar rentabilidad) necesariamente iban a tener objetivos diferentes a las necesidades del pueblo trabajador y del país.

La estatización capitalista: un callejón sin salida

Y las estatizaciones realizadas por diferentes gobiernos, especialmente por el primer gobierno peronista, no resolvieron esos problemas, sino que los perpetuaron, al estatizar esas empresas mediante la compra de las mismas a precios inflados, manejar criterios de rentabilidad similares a los de las empresas, o no invertir en mejoras de infraestructura. Además, el Estado administró esas empresas con criterios capitalistas, autoritarios, y por lo general erróneos y hasta irracionales. Criterios basados en las necesidades y puntos de vista del gobierno de turno, que siempre tuvieron una tendencia más o menos explícita al vaciamiento y reprivatización de esas empresas, dando lugar a desmanejos y corrupciones de todo tipo.

Eso dio lugar a que una parte del pueblo trabajador aceptara los argumentos con los que el menemismo abrió la puerta a las empresas criminales que se quedaron con los servicios, generando 30 años de saqueo y pésimas prestaciones hasta la fecha, y hace necesario explicar un poco más nuestra propuesta

Cómo poner fin al vaciamiento permanente

El saqueo de Naturgy, Edenor, Movistar y todas la empresas de servicios públicos debe terminar. Difícil encontrar a alguien que esté en desacuerdo con eso. El “cómo” es lo que hay que discutir.

Antes hay que decir que no existe empresa privada “buena, eficiente y transparente” que vaya a brindar la calidad de servicios que necesitamos: todas buscan sacar su ganancia, aún a costa de las inversiones, es la lógica del capitalismo. De hecho, en más de una empresa privatizada la administración privada cambió varias veces de firma sin interrumpir la política de desinversión y vaciamiento. Y por otro lado, hay que aclarar que lo que el kirchnerismo presentó como reestatizaciones, en muchos casos no fueron más que creaciones de empresas mixtas público-privadas. Más de lo mismo pero mejor maquillado.

La reestatización es la única salida. Pero no imitando a Perón, que pagó fortunas para cambiar empresas capitalistas privadas por empresas capitalistas del Estado. La reestatización que queremos empieza por expropiar sin pago a las empresas privadas, y que la producción se realice bajo control obrero, para que administren cada servicio público de forma democrática, transparente, y con el único interés de satisfacer las necesidades del pueblo trabajador, con el Estado cumpliendo solamente un rol financiero.

Sin lucha no hay salida

El camino para lograr esto es el mismo camino que se tomó para evitar que el saqueo de las empresas privadas termine haciendo desaparecer los servicios: la lucha de los trabajadores y usuarios.

Todos los casos de reestatizaciones o expulsiones de capitales vaciadores bajo el kirchnerismo fueron precedidos por luchas que incluso duraron años. Y precisamente allí donde la lucha fue más profunda y seria, más fuerte, directa y efectiva fue la estatización.

Lógicamente, la traba para esta clase de peleas son los dirigentes sindicales, socios de las privatizadas, de los gobiernos de turno, y enemigos de toda lucha. Ellos tratan de evitar el reclamo todo el tiempo, y si estallan conflictos, desviarlos a cuestiones superficiales, salariales y demás.

Necesitamos sacarlos del medio, y construir nuevas dirigencias de lucha, que reflejen los intereses de fondo de los trabajadores y el pueblo, y estén dispuestos a luchar por ellos, empalmando con otros sectores obreros y populares. Desde el PSTU, estamos metidos de lleno en esta tarea, para forjar la dirigencia que nuestra clase necesita, e invitamos a quien quiera luchar por la recuperación de todos los servicios públicos para el pueblo trabajador, a que nos acompañen en esta tarea.