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El dólar no para

   La depreciación del peso (“devaluación”) en relación al dólar llegó a un 85% durante el gobierno Macri: en diciembre de 2015 un dólar “equivalía” a menos de $10 y ahora a $18. Los monopolios exportadores se benefician, pues cobran en dólares que cambian por más pesos. Dos tercios de las exportaciones argentinas son materias primas y alimentos. Este sector “tracciona” a los de camionetas y maquinaria agrícola. El restante tercio es manufactura que va principalmente a Brasil: automotores, en primer lugar (por intercambio de modelos dentro de las mismas automotrices).

   Lo que producimos los trabajadores lo cobran en dólares, ya sea en el exterior y/o trasladando la dolarización a precios locales (provocando inflación). A la vez, nos pagan los salarios en pesos depreciados. Así “devalúan” nuestra fuerza de trabajo, y licúan sus deudas para incrementar sus ganancias, que se reparten entre todos los sectores patronales en la medida en que “reacomodan sus precios relativos”.
   Por eso el Gobierno, vía el Banco Central, avala el nuevo salto en la “devaluación” (un 10% en un solo mes), luego de conseguir en paritarias su “techo” salarial en torno al 20% anualizado. Los trabajadores somos para los capitalistas “la variable de ajuste” para sostener sus beneficios.
   Y siguen “fugando” ganancias al exterior y especulan en la “bicicleta financiera”.
   La otra cara es la estafa de la deuda pública, de la que saca enorme provecho el sector bancario, que califica a la Argentina como “economía de frontera”: Cambian dólares por pesos y adquieren bonos Lebacs (Letras del Banco Central) a un 2,2% de interés mensual; y con esa ganancia en pesos recompran más dólares.
   No “llueven” aquí sus inversiones en industrias pues esperan más ajuste, que Macri aplicaría, (si los trabajadores en lucha se lo permiten), luego de las elecciones: reforma laboral y jubilatoria, achique del “gasto público” en educación, salud, en obras públicas.
En esta situación, como plantea el revolucionario León Trosky, “Ni la inflación ni la estabilización monetaria pueden servir de consignas al proletariado porque son las dos caras de una misma moneda. Contra la carestía de la vida (…) sólo es posible luchar con una consigna: la escala móvil de los salarios.” (1), es decir, pelear porque nuestros salarios aumenten en forma automática en relación a la inflación.

(1) ”La IV Internacional declara una guerra implacable a la política de los capitalistas, que es, en gran parte, la de sus agentes, los reformistas, tendiente a hacer recaer sobre los trabajadores todo el fardo del militarismo, de la crisis, del desorden de los sistemas monetarios y demás calamidades de la agonía capitalista. Reivindica el derecho al trabajo y una existencia digna para todos.
Ni la inflación ni la estabilización monetaria pueden servir de consignas al proletariado porque son las dos caras de una misma moneda. Contra la carestía de la vida (…) sólo es posible luchar con una consigna: la escala móvil de los salarios. Los contratos colectivos de trabajo deben asegurar el aumento automático de los salarios correlativamente con la elevación del precio de los artículos de consumo”. (León Trotsky, “El Programa de Transición”).