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EL REGRESO DE LA SUPUESTA GRIETA Y LA GRIETA VERDADERA

El espíritu de “unidad nacional” que prevaleció en los primeros días de la crisis del coronavirus, finalmente, duró lo que un suspiro. Es que la crisis económica, agudizada por los efectos de la pandemia, se siente con fuerza y entre los distintos sectores de poder empiezan a tirarse unos a otros con las culpas y las cargas. Mientras tanto quienes, como siempre, nos llevamos la parte realmente trágica de la historia somos los trabajadores, las trabajadoras y el pueblo pobre que sufrimos la crisis económica y la crisis sanitaria todos los días en nuestros trabajos, barrios y casas. 

Unas simpatías

Muchos compañeros y compañeras quizá ven con simpatía los “cacerolazos” que se realizan, principalmente en algunos barrios de Capital Federal y algunos pocos del área metropolitana, desde el lunes 30 con el pedido de que los políticos se bajen los sueldos. Y la simpatía es un poco lógica ¿Cómo no simpatizar con la idea de que esos que se la pasan prometiendo todo en las campañas electorales y luego no cumplen nada se bajen sus sueldazos que son 10 veces mayores que los de un trabajador promedio? ¿Cómo no simpatizar con una idea que quite al menos un privilegio de los miles que tienen los que están en esa cueva de bandidos que es el Congreso y las Legislaturas provinciales, de donde siempre salen leyes en contra de los trabajadores? 

Sin embargo, nada de anti poderosos ni de a favor de los trabajadores tienen hoy esos cacerolazos y esa iniciativa. Aparecieron exactamente después de que Alberto Fernández tratara de miserable a Paolo Rocca por los más de 1400 despidos de Techint y pidiera a los empresarios que se banquen ganar menos en estas circunstancias.  Es decir, son cacerolazos de defensa de los empresarios y su derecho a despedir, bajar sueldos, etc. para mantener su nivel de ganancias. Nada más opuesto a algo a favor de los trabajadores y trabajadoras.

Otras simpatías

Otros compañeros y compañeras quizá se indignan con los cacerolazos de los millonarios que no quieren perder ni un mínimo porcentaje de su ganancia y salen en defensa incondicional del gobierno y sus medidas, como si estas priorizaran en verdad la salud por sobre la economía. 

Sin embargo, aquí también, la realidad es bastante diferente del relato: hay miles de empresas de productos no esenciales trabajando con el absoluto aval y permiso del gobierno. La firmeza para garantizar la cuarentena descarga la violencia de las fuerzas de seguridad sobre los pibes y pibas en los barrios, pero no toca ni de cerca a los empresarios que exponen la vida de los trabajadores y trabajadoras solo en función de sus ganancias; los miles sin casa donde quedarse siguen haciendo la cuarentena en las calles y los miles de viviendas sin habitar a la espera de ser alquiladas o vendidas siguen vacía; se pagan millones de intereses de deuda externa mientras los hospitales no cuentan siquiera con insumos básicos para enfrentar la pandemia, según denuncias los propios trabajadores y trabajadoras de la salud que todos los días a las 21hs miles aplaudimos desde nuestras casas. 

¿Esto es realmente priorizar la salud por sobre la economía?

La grieta verdadera

Hace mucho tiempo que en la política argentina se habla de la grieta y se intenta que todos los trabajadores y trabajadoras nos ubiquemos a un lado o al otro de la misma.  Este intento lo que intenta ocular es la grieta verdadera que existe desde que existe el sistema capitalista en el mundo: es la grieta que existe entre los dueños de todo, esos pocos que vive lujosamente a costa del trabajo de millones, y los que trabajamos todos los días para poder subsistir, la grieta entre los y las explotadores y explotadoras, y los explotados y las explotadas. 

Esta es la verdadera grieta que da origen a las situaciones trágicas e indignantes que hoy se viven en el mundo y que no se puede saltear con medidas mínimas como las que hace este gobierno “en favor” de los que menos tienen. En el pedido supuestamente solidario de colaboremos entre todos, se favorece a los que realmente tienen: que Paolo Rocca o cualquiera de los empresarios, o cualquiera de los políticos ganen menos no les cambia la vida, en cambio a los trabajadores y trabajadoras, a los jubilados y jubiladas, a los que ni siquiera tienen un sueldo fijo,  “colaborar” y ganar menos (ya sea por descuentos, falta de premios, los aumentos impresionantes de precios, etc) si nos cambia, y lleva el hambre a nuestras familias. 

Esta es la verdadera grieta con la que hay que terminar, y para eso tenemos que construir una salida de clase, obrera y socialista en Argentina y todo el mundo.