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El salto en la crisis china golpea a América Latina y el mundo

Una fuerte caída de las bolsas chinas ha provocado un tembladeral financiero en todo el mundo. Desde su pico el 12 de junio pasado, la bolsa de Shangai cayó un 40%. Por la importancia de la economía China, esto ha provocado movimientos similares en las principales bolsas del mundo: el índice de precios de acciones FTSE 100 de Londres cayó 15% comparado con hace tres meses, el DOW Jones, uno de los principales índices de acciones de EE.UU., cayó 12%, el Euro Stoxx bajó 5% y el Nikkei de Japón cayó 8,3%.
La enorme caída de la bolsa China significa que se ha evaporado un valor equivalente a 2 billones (2.000.000.000.000) de dólares estadounidenses, cifra que es casi un 20% por ciento de la producción anual China (11 billones), e igual a la totalidad de la producción brasileña en un año.
Por detrás de este fenómeno hay otro igualmente impactante: el diario Telegraph de Inglaterra informó en su edición del 22 de julio, que desde julio de 2014, han fugado de China capitales por valor de 800.000 millones de dólares. Eso es más que toda la producción argentina de un año. Y ese dinero ha salido de las reservas del estado chino.
¿Por qué huyen a tal velocidad los capitales de China? ¿Por qué cae de tal manera el valor de las acciones de las empresas en la bolsa?
La economía China es profundamente dependiente de las exportaciones industriales, principalmente a Estados Unidos, Europa y Japón, pero también del resto de las economías del planeta. La crisis que se inició en 2007 en EE.UU. y se extendió a todo el mundo ha provocado, junto con el derrumbe de bancos y grandes empresas y un enorme aumento del desempleo, una caída del consumo y de la demanda en general en la mayoría de los países. Y ahora esto se está traduciendo en una caída de las exportaciones industriales chinas.
La agencia española EFE publicó los siguientes datos el 9 de agosto: “El comercio exterior de China, uno de los motores de la segunda economía mundial, sigue mostrando preocupantes signos de ralentización, con una caída interanual del 7,3% en los siete primeros meses del año y del 8,8% en el mes de julio, según los datos de las aduanas publicados hoy… En el mes de julio el comercio exterior sufrió una fuerte contracción, del 8,8 %, con respecto al mismo mes del pasado año, con una caída del 8,9 % en las exportaciones y del 8,6 % de las importaciones, revirtiendo las buenas cifras del mes anterior.”
“Los intercambios entre China y UE en enero-julio cayeron un 7,6% interanual, hasta alcanzar los 319.000 millones de dólares, mientras que con Japón se redujeron un 11,1%, llegando a los 143.000 millones de dólares. En el lado positivo, el comercio con EE.UU., segundo principal socio para China, subió un 2,7 % (309.000 millones de dólares) y el mantenido con el bloque de naciones del sureste asiático ascendió un 1,3 % (261.000 millones de dólares). Las cifras comerciales en descenso ponen en riesgo el objetivo de Pekín de alcanzar un crecimiento del 7 % para todo el año 2015”.
Otro indicador de la crisis es la caída de la venta de productos industriales al interior de China. Según el New York Times, la fábrica Caterpillar redujo su producción al caer a la mitad la venta de equipo para la construcción en los primeros seis meses del año. Las fábricas de General Motors y Ford están reduciendo el envío de automóviles a las concesionarias en China.

Descargan la crisis sobre los trabajadores chinos

Como sucede en todo el mundo, las multinacionales y las patronales locales quieren descargar la crisis sobre los trabajadores chinos. Lo que ha provocado una ola de conflictos, mayormente en reclamo de salarios impagos en las empresas de las ciudades de la costa que producen para la exportación. “En los primeros cinco meses de de 2015 hubo el triple de huelgas laborales que en el mismo período de 2014, según datos del China Labour Bulletin con sede en Hong Kong, mientras que van en aumento las protestas masivas de los trabajadores contra despidos”, dice en un artículo del 10 de junio Jason Kirby, de la consultora Macleans.
El mismo artículo agrega: “Los contadores de porotos oficiales del país sostienen que el PBI de China va camino a crecer siete por ciento este año (…) El problema es esto no tiene ningún parecido con lo que sucede en las fábricas, tiendas y hogares chinos. Considere esto: en el primer trimestre de 2015, el crecimiento del consumo de electricidad en China fue sólo del 0,2 por ciento comparado con el mismo período del año anterior. Basado en esa métrica, Christopher Balding, un profesor adjunto de negocios de la Universidad de Pekín en Shenzhen recientemente sugirió que el verdadero crecimiento del PBI chino puede ser de no más del 1 al 3%.”

El golpe para Brasil y Argentina

Esta caída de la economía China tiene repercusiones en todo el mundo, no sólo con la caída de las bolsas. Todos los países productores de materias primas se ven afectados, especialmente los de África y América Latina. El artículo del New York Times que hemos citado dice: “Los padecimientos son particularmente agudos para Brasil. El país ya está tambaleando, en momentos que la baja de las importaciones chinas de minerales y porotos de soja ha sacudido a todo América Latina. La incertidumbre por China podría limitar el margen de maniobra para que los funcionarios respondan ante la caída de la economía brasileña, en momentos en que crece el resentimiento por las medidas de austeridad del gobierno (…) Las exportaciones de Brasil a China cayeron 23,6 por ciento, a US$ 24.700 millones, en los primeros siete meses del año comparado con el mismo período de 2014. En un editorial el martes el diario O Estado de Sao Paulo describió la relación de Brasil con China como ‘semi-colonial’, sosteniendo que la economía ‘depende excesivamente de la  prosperidad china’ ”.
La Argentina se ha visto igualmente golpeada por la debacle China y muestra una caída de sus exportaciones de un 15% en los primeros seis meses del año respecto del mismo período del 2014. Una de las causas fundamentales la explicó el diario Nación el 26 de agosto: “Por el lado de las cotizaciones internacionales de los productos agrícolas en el período bajo análisis, los precios FOB (FOB quiere decir libres de impuestos pero sin contar flete) oficiales de la soja, maíz y trigo continuaron mostrando reducciones interanuales que alcanzaron 30%, 22% y 38%, respectivamente”.
Pero además, nuestro país se ve golpeado por la crisis de Brasil, a dónde va un altísimo porcentaje de las exportaciones industriales argentinas, en particular de la industria automotriz. Dice La Nación: “El sector  automotor. Tuvo ingresos de divisas por exportaciones por US$ 3.737 millones, un 13% por debajo de la primera mitad de 2014. En este caso, este comportamiento se encontró alineado con la caída de las exportaciones de vehículos y utilitarios que registraron las principales terminales automotrices, básicamente con el principal socio del sector, la República Federativa del Brasil. El tercer sector fue alimentos, bebidas y tabaco, con exportaciones por US$ 3.511 millones, una reducción de más del 10%. Otra fuerte caída registró el sector petrolero, que marcó exportaciones por US$ 1.502 millones, un retroceso del 50%”.
La respuesta de las multinacionales que actúan en la Argentina ya la conocemos: “Según pudo averiguar La Nación, varias automotrices están –con el acuerdo del sindicato-suspendiendo días de producción y, por lo tanto a trabajadores. (…) La debacle industrial brasileña es la principal causa de las suspensiones”.
Está claro entonces que la crisis mundial, que está dando un nuevo salto con la debacle en China, es la causa fundamental de la caída de las exportaciones y las economías de América Latina, incluyendo Brasil y Argentina. La pregunta inevitable es entonces: ¿No hay otra salida que aceptar los despidos y suspensiones, la baja salarial y las demás medidas que aplican las multinacionales y empresarios locales para salvar sus ganancias?
La respuesta es que sí hay otra alternativa, que es, como propone el Frente de Izquierda y los Trabajadores, quitar el control de las principales palancas de la producción y las finanzas a las multinacionales y  los banqueros. Poner esos recursos en manos del estado bajo control de los trabajadores y desarrollar a partir de allí un gran plan de obras públicas que garantice la construcción de viviendas, hospitales, escuelas, redes cloacales, de energía y de comunicaciones y toda la infraestructura que necesita el país para progresar. En vez de producir porotos de soja para consumo de los cerdos chinos, producir más maíz, trigo, carne, leche y procesarlos con la industria local para alimentar a toda la población argentina y de América Latina.
Es decir poner la economía al servicio de las necesidades de los trabajadores y el pueblo y no de las multinacionales y banqueros. Eso requiere que en el país no gobiernen los agentes de los banqueros y las multinacionales, sino los representantes de los trabajadores y el pueblo, como propone el FIT.

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