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EVITEMOS UN SALTO EN LA PANDEMIA: NO INICIEMOS LAS CLASES

Las trabajadoras y trabajadores de la educación (docentes y auxiliares) somos les más interesades en volver a las escuelas. En primer lugar, porque es donde queremos estar, junto a nuestros estudiantes. Porque solo allí, en la escuela, presencialmente, es como se realiza el proceso de enseñanza-aprendizaje.

El año pasado nos opusimos a la farsa armada por el gobierno, que dijo que habría “continuidad educativa” de manera remota, virtual. Ese plan fracasó. Los estudiantes aprendieron poco o nada. La brecha entre quienes tienen recursos (computadoras, teléfonos modernos, casa con comodidades, posibilidad de apoyo de los familiares) y quienes no los tienen, se amplió.

Y para los docentes fue una sobreexigencia brutal, estuvimos conectados de la mañana a la noche, con reclamos de los padres y “aprietes” de directivos y autoridades, para que lográramos lo que ya sabíamos que no se podía lograr. Hicimos un esfuerzo enorme, dimos nuestra salud, al servicio de un proyecto antieducativo.

Por eso, queremos volver a las escuelas, y no vamos a permitir que los gobernantes y sus periodistas nos acusen de no querer trabajar. Queremos enseñar de la única forma posible: con los niñes y adolescentes en las aulas.

¿Es posible eso ahora?

El gobierno nos engañó a todes (estudiantes, docentes y familias) el año pasado. Ahora dice que las clases comenzarán en pocos días. No existe ninguna posibilidad ni condiciones para que eso ocurra. Si fuerzan la presencia en la escuela, estarán provocando una catástrofe sanitaria de grandes proporciones.

Estamos en medio de un rebrote de la pandemia, y la perspectiva entre la llegada del otoño y la lentitud de la vacunación es un crecimiento masivo de contagios y muertes. Todes sabemos que las aglomeraciones son la principal vía de contagio. Por eso, nos enojamos cuando vemos fiestas clandestinas. Pero eso es nada al lado de lo que propone el Ministro de Educación.

Se trata de poner 15 millones de niñes y adolescentes juntes, en recintos cerrados y mal ventilados. Sabemos que la única forma de impedir que los chicos jueguen, se abracen y toquen, sería atándolos cada uno a su silla. Esos estudiantes viajarán, volverán a sus casas, contagiarán a sus familiares mayores, y todo será peor. Las escuelas deberán volver a cerrar, pero con millones de contagiados y contagiadas más.

La responsabilidad de esto es del gobierno, que no invirtió un peso durante todo el año pasado para acondicionar las escuelas y jardines en vista a la vuelta a clases. No hizo nada, y ahora dice que les trabajadores de la educación no queremos volver a dar clases.

Frenar la locura

Por eso, tenemos que organizarnos los docentes y auxiliares, junto a la comunidad educativa, para decidir el no inicio de las clases. En beneficio de la salud pública y de la educación de nuestros chicos.

Sabemos que muchos padres, trabajadores pobres y precarizados, necesitan salir a trabajar y en ese sentido la vuelta de las clases sería un alivio. También tenemos hijos e hijas, y sentimos lo mismo. Pero les decimos con claridad y con todo el cariño que tenemos por nuestros/as estudiantes, que hacerlo ahora en un riesgo tremendo para ellos y ellas.

Eso no significa volver a la farsa del año pasado. De ninguna manera. Significa que el gobierno tiene que crear las condiciones para iniciar cuanto antes las clases presenciales, con todos y todas en las escuelas y aulas, con condiciones sanitarias y edilicias adecuadas, que permitan enseñar y aprender.

Mientras tanto, proponemos mantener la relación virtual para sostener el contacto con la escuela y repasar contenidos del 2019 y 2020, de acuerdo con las necesidades de cada estudiante, y sin la exigencia absurda de cumplir nuevos contenidos que solo sirven para las estadísticas y los balances de gestión de los gobiernos; pero que no tienen la menor utilidad con relación a lo que nuestros niños, niñas y jóvenes necesitan: educación en serio, de calidad, que brinde posibilidades a todes. Eso no es volver a como estábamos antes de la pandemia, con una educación devaluada y subfinanciada. Es poner en pie un proyecto educativo nuevo, que brinde educación estatal laica, científica y de excelencia para todas y todos, sin excepción.

Eso es, en nuestra opinión, un proyecto al servicio de un país independiente del FMI, liberado del yugo de la deuda externa que nos agobia y las multinacionales que nos saquean, donde todes tengamos las mismas condiciones materiales mínimas para desarrollarnos. Es decir, un país gobernado y dirigido por les trabajadores, al servicio de las grandes mayorías. Para nosotres, es un proyecto de educación al servicio de un país y un mundo socialista.

Crear las condiciones para volver a la escuela cuanto antes

Queremos volver a las aulas. Y para eso, es preciso garantizar una serie de condiciones sin las cuales es imposible.

En primer lugar, asegurar vacunas para todas y todos. Para les estudiantes, para sus familias y para les docentes. Para eso, el estado tiene el deber de conseguir, en el menor tiempo posible, vacunas para toda la población. ¿Qué no se puede? ¿Qué no tenemos plata? Falso.

Hay que poner todos los recursos del país para lograrlo. Incautar la fórmula de las vacunas, no pagar patentes ni royalties, y poner todos los recursos científicos del país para producirla nosotros, expropiando laboratorios, clínicas privadas, asegurando un sistema único integrado de producción de vacunas, vacunación y atención de contagiades. Dejar de pagar la deuda externa (al menos hasta vencer la pandemia) y poner esos recursos para tal fin.

En segundo lugar, es un plan de construcción de nuevas escuelas y jardines, y refacción de los existentes. Para eso, disponer los recursos necesarios y ocupar a millones de trabajadores desocupades. Dentro de ese plan de obras públicas, además de escuelas se deben realizar todas las obras sanitarias y de viviendas necesarias para que haya condiciones de vida saludables.

Mientras tanto, hacer una verdadera cuarentena rígida, asegurando salarios y jubilaciones iguales a la canasta, prohibición de despidos, IFE de $30.000.

Garantizar a les trabajadores de la educación un salario igual a la canasta familiar, actos públicos reales, y provisión (así como a les estudiantes) de computadoras, wifi gratuita, etc. Se deben cubrir todos los cargos docentes y auxiliares establecidos por estatuto, realizando inmediatamente actos públicos presenciales (en lugares al aire libre, amplios). Y garantizar un salario a todas y todos. No podemos volver a las escuelas con compañeras y compañeros pasando hambre. Es preciso el inmediato pago en todo el país, en tiempo y forma. En Chubut, aún no se cobró el aguinaldo. El año pasado no hubo aumento, y este año nos quieren arreglar con una cifra muy por debajo de la inflación. No podemos permitirlo, y menos volver a las escuelas en medio de estas injusticias.

¿Esto es posible? Un plan serio de este tipo, poniendo todo el presupuesto nacional, con verdaderos impuestos progresivos a las grandes empresas multinacionales y nacionales, con repatriación obligatoria de depósitos en paraísos fiscales y cese del pago de la deuda externa, permitiría avances en corto plazo. En tres meses podría estar la gran mayoría de la población vacunada y en seis, avances considerables en toda la infraestructura educativa del país. Es posible volver a clase pronto y seguros. Pero no ahora.

¿Qué hacemos?

Nos tenemos que organizar por escuela, buscar reunirnos con nuestras y nuestros compañeros y compañeras, para ponernos de acuerdo: NO ACEPTAREMOS NINGUN CHANTAJE DE LOS QUE GOBIERNAN HOY NI LOS QUE GOBERNARON AYER.

Aprovechar los días de entrega de alimentos para realizar asambleas con la comunidad educativa, citando a madres y padres, para explicar nuestro plan de vuelta a las clases, y por qué no iniciamos ahora, en defensa de sus propias familias. Formar comités de estudiantes secundarios, padres, docentes y auxiliares para relevar las refacciones necesarias de cada establecimiento y las necesidades barriales de nuevos jardines y escuelas, para definir un plan en cada municipio y exigirlo a las autoridades como condición para debatir la oportuna vuelta a la escuela. Los centros de estudiantes secundarios deben organizarse en todos los establecimientos, y ponerse al servicio de esta tarea.

Reclamar a los sindicatos que dejen de hacerle el juego al gobierno y se pongan al servicio de sus bases. Obligar a CTERA y ATE que llamen a no iniciar las clases hasta que las condiciones estén aseguradas. No se trata de empezar las clases y “exigir al gobierno” lo que nunca hará si no está obligado. Se trata de no empezar, y reclamar. Pero no podemos esperar esto de Baradel y compañía, tenemos que tomarlo en nuestras manos.

La CGT y la CTA no pueden mirar para otro lado. La educación es una cuestión de toda la clase trabajadora y sus familias. Las centrales deben pronunciarse por el no inicio y exigir las condiciones para poder volver a clases.

Las conducciones opositoras no pueden limitarse a hacer declaraciones, ni proponer seguir como en el 2020. Tienen que dirigirse a las y los trabajadores de la educación de conjunto para proponer medidas concretas, por el no inicio activo.

Debemos imponer el no inicio y el comienzo inmediato de un plan sanitario y edilicio que nos dé cuanto antes las condiciones para empezar en serio.

No al inicio en estas condiciones

No a la virtualidad ni a la farsa

Por un plan serio para lograr educación de calidad y sin riesgo sanitario para todas y todos