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Flores: la bronca vecinal tomó la comisaría y apuntó contra el gobierno

Brian Aguinaco de 14 años fue asesinado de un balazo en un intento de robo en el barrio porteño de Flores. Es la última víctima a la fecha de los negociados de la policía con los delincuentes para liberar la zona.

El lunes 26, con la muerte de Brian, unos días después del tiroteo, estalló la bronca popular. Hacía menos de un mes otro vecino había muerto y los vecinos reclamaban por la situación hace tiempo. Cientos de vecinos marcharon a la comisaría 38. El comisario los recibió con la guardia de infantería y pagó caro la provocación. Los vecinos tomaron la comisaría haciendo huír a los policías y esconderse al propio comisario, exigiendo que se presente una autoridad política. Realizaron una asamblea popular en la toma para decidir como seguir. Entre los reclamos de “mas policía” muchos otros pedían terminar con las “zonas liberadas” y exigían la renuncia del comisario, de Bullrich y cantaban llenos de bronca “que se vayan todos”.

La movilización y organización de los vecinos, el enfrentamiento a la policía, la denuncia a los responsables políticos y la toma de la comisaría producto de la bronca y la indignación popular son un verdadero ejemplo. Una pueblada contra la mafia político-policial que juega con las vidas de los trabajadores con tal de ganar plata.

Divide y reinarás

La movilización y toma duró unas cuatro horas. En ése interín el gobierno hizo una propuesta a los familiares de Brian. El Ministro de Seguridad porteño, Martín Ocampo, no se presentaría en la comisaría como pedían los vecinos en cambio los recibiría al otro día por la mañana. Ante la presión del comisario y el gobierno los familiares decidieron aceptar y firmaron un compromiso junto a otros 10 vecinos que incluía volver a marchar el martes por la tarde. Allí mismo se dividió la movilización, la gran mayoría quería quedarse y exigían que se presente el ministro.

Al retirarse la familia del lugar vino la represión. La policía aprovechó la división y el discurso de los medios que daban por terminado el asunto, y retomó la comisaría. Con gases lacrimógenos, palos y refuerzos de infantería de una comisaría cercana reprimieron a los vecinos que quedaban en el lugar. Para los medios los “vecinos que reclaman por algo justo” pasaron a ser “unos violentos infiltrados”, justificando así el accionar policial.

Luego de la reunión entre los familiares y el ministro se informó la remoción del comisario de la 38 y una serie de medidas para “reforzar la presencia policial”. El gobierno logró desviar una movilización radicalizada que iba contra ellos mismos denunciando la mafia y los negociados con narcos y delincuentes. En cambio llevó a fondo las exigencias mas reaccionarias, el pedido de más policía en el barrio. Aumentar la cantidad de policías y encima en un barrio donde los propios vecinos denuncian la complicidad de éstos con las mafias no puede ser una solución. La represión final en la comisaría demostró para que están: para reprimir las luchas.

Necesitamos una salida de los trabajadores

Los negociados entre los políticos patronales, la policía y las mafias de delincuentes (narcos, bandas, trata) junto con el avance del ajuste, la mayor desocupación y la destrucción de la educación pública empujan a millones de jóvenes a la marginalidad, la delincuencia y las garras de los narcos, aumentando día a día la violencia y los asesinatos por migajas. Además con la creciente violencia contra las mujeres (mas aun si son pobres o trabajadoras), las violaciones y los raptos para la trata son moneda corriente. Por ejemplo, Flores es el barrio donde mas mujeres asesinaron en 2015. Tenemos que empezar a discutir cómo hacer para que ni una familia trabajadora más sufra una perdida.

Es necesario desbaratar las redes de narcotráfico y de trata, los desarmaderos de autos y todos los negocios que lucran con el delito. Para eso hay que ir contra los verdaderos responsables: hay que terminar con la impunidad a los políticos y empresarios que invierten en ellos y manejan los hilos desde las sombras, los punteros y la policía que los protege y es parte del negocio.

Para esto es necesario terminar con la impunidad de las fuerzas de seguridad. Que los comisarios y altos cargos se elijan por voto popular y tengan mandato revocable. Las organizaciones obreras y populares en manos de sus trabajadores deben ejercer un control constante para desentramar toda la red de corrupción. A su vez, la tropa y la suboficialidad deben tener total derecho a sindicalizarse y la prohibición de reprimir cualquier lucha obrera y popular.

Mientras luchamos por esto, debemos organizarnos con nuestros compañeros para la prevención, organizándonos en el barrio y en los trabajos para salir en grupo en horarios peligrosos, aprender a defendernos y cuidarnos entre nosotros.

La lucha contra la inseguridad, levantando una salida obrera y popular, es parte de la lucha contra el ajuste del gobierno y las patronales y por eso las organizaciones sindicales, empezando por la CGT, las CTAs, las federaciones gremiales y comisiones internas deben tomar este problema en sus manos.