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¡Fue travesticidio!

El año 2018 ya es histórico y quedará inscripto en la memoria colectiva como un tiempo de intensas luchas y de conquista de derechos a través de la movilización popular.

Le arrancamos a los diputados la media sanción por el derecho a decidir nuestra maternidad, como corolario de una pelea que venimos dando desde hace décadas en las calles. A este gran logro, se sumó este lunes 18 de junio el fallo de la corte sobre el asesinato de Diana Sacayán, que condenó a cadena perpetua por travesticidio a Gabriel Marino, el único imputado en la causa. El Tribunal determinó que Marino cometió un «homicidio agravado por odio de género y violencia de género».

Aunque el fallo implica sólo al asesino de Diana, es un fallo  histórico y un paso adelante en la lucha contra la opresión. A pesar que en la calle no significa una mejora automática en la calidad de vida para las travestis y las trans, el antecedente marca un antes y un después contra la impunidad.  Ellas igualmente siguen enfrentándose a la discriminación laboral, al asedio policial, a la expulsión de sus hogares, al rechazo dentro de las escuelas, a la incomprensión de parte de la familia, los docentes, y de una sociedad que acusa, señala y criminaliza nuestra forma de amar, de vestir y de ser. Pero en una sociedad que criminaliza las disidencias, la lucha logra cambios por la visibilización de nuestras problemáticas.

Diana era una figura pública que se había gestado en los movimientos sociales. Si bien no compartimos el lugar de su militancia porque consideramos que peleaba dentro del mismo espacio que generaba y perpetuaba la opresión y la explotación: un partido burgués, al servicio de los intereses de los capitalistas; queremos rescatar su actitud de lucha y su tenacidad para colocar las reivindicaciones de las travestis y trans.

Para lograr justicia completa por Diana y todas las compañeras asesinadas, es necesario organizarse, es necesario dar la pelea dentro de las filas de los trabajadores y de las trabajadoras para que se incorporen las reivindicaciones específicas en la lucha común, como por ejemplo el derecho al cupo laboral trans. Lo que hemos conseguido lo hemos arrancado con organización y lucha. 

En este mismo momento en el mundo, amar distinto a lo que indica la heteronorma le cuesta la vida a miles de personas. En Rusia son cazados y asesinados mientras otros juegan a la pelota. Entonces no nos alcanza sólo con visibilizar, nosotras queremos un mundo socialista en el que podamos amar libremente sin miedo y sin riesgo.