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¡Fuera Triaca!

Luego del escándalo de las escuchas del Ministro de Trabajo Triaca maltratando y despidiendo a su empleada, el presidente Macri ha decidido respaldarlo y sostenerlo en su puesto. Las luchas contra los despidos y los techos salariales, empezando por la movilización del próximo 21, deben incorporar la exigencia de renuncia del ministro para darle un duro golpe al gobierno y a los intentos de “reformas anti-laborales”.

La corrupción M

De la careta de un gobierno “transparente que siempre va con la verdad” queda poco. Del presidente para abajo, la inmensa mayoría del gabinete está acusado de causas por corrupción y “conflictos de intereses”, una forma simpática de nombrar a quienes aprovechan su ubicación en el Estado para hacer jugosos negocios en su beneficio, el de sus amigos y empresas. Se perdonan las deudas impositivas, se auto adjudican todas las licitaciones, y se llevan toda la plata a las cuentas y paraísos fiscales en el exterior. Con otro estilo, los Ceos de Cambiemos se siguen “robando todo” como en la era kirchnerista. La diferencia es que la impunidad judicial ha cambiado de manos.

El caso de Sandra Heredia, la empleada en negro despedida por Triaca, ha sido solo un emergente de una crisis que obligó a “vacacionar” al ministro. “Fue un error, pero seguirá en su cargo” fueron las palabras elegidas por Marcos Peña para no mostrar mayor debilidad en su batalla contra los trabajadores a pesar de que no son pocos los empresarios, sindicalistas y dirigentes políticos opositores y afines al gobierno que piden su renuncia.

Pero la mugre sigue saliendo a la luz. En el caso de la intervención del SOMU, hasta el juez acomodó a familiares. Así es como se publicó esta semana una investigación en la que, a partir de la lista de designados en el sindicato, se tratarían al menos de 50 personas que tienen vínculos políticos y personales con el ministro de Trabajo, así como con la ex interventora (y hoy senadora nacional oficialista) Gladys González.

Ni un paso atrás. Ninguna reforma “anti-laboral”

La renuncia de Triaca sería un duro golpe al gobierno y a las reformas antiobreras que todavía tiene en carpeta. Por eso la pelea por su inmediata destitución es parte de la lucha por la derrota definitiva de estas reformas que en nombre de la “productividad” solo buscan garantizar más ganancias para los empresarios a costa del bienestar de nuestras familias.

Obligado por el rechazo que existe entre los trabajadores y debilitado luego de las movilizaciones contundentes de diciembre, Macri tuvo que desistir de mandar el paquete completo de ley de Reforma Laboral al Congreso. Hoy la crisis es evidente y tiene menos condiciones entre los opositores y en la propia CGT que antes la había aceptado.

Por eso ha vuelto a la idea de meter las reformas “en cuotas”, ya sea a través de la negociación de los convenios colectivos como con los petroleros de “Vaca Muerta” o a través de pequeñas leyes siempre para perjudicar al trabajador, que ya tiene el guiño de un sector de la CGT encabezado por Héctor Daer del triunvirato.

No hay que confundirse. Ante este intento de dividirnos hay que unirse en la lucha y enterrar definitivamente cualquier ataque a nuestros derechos. El próximo 21 será una oportunidad para retomar lo hecho en diciembre. Sin confiar en ninguno los dirigentes que siempre terminan transando, organizando la unidad desde abajo por un nuevo paro general y un plan de lucha, iremos construyendo un nuevo plan económico de emergencia al servicio de los trabajadores y el pueblo.