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LA BRONCA EMPEZÓ A CRECER… Y TUVO QUE RETROCEDER

Luego de varios meses de una pandemia que azota al mundo con millones de enfermos y muertos, el número de contagiados en nuestro país no para de crecer. Cinco meses con “clases virtuales”, con miles de chicos sin conexión a Internet, sin computadoras, ni dispositivos, hacinados en casas pequeñas sin posibilidad de tener un lugar para poder hacer las tareas y menos presenciar una clase por zoom, y además sin comer.

Por su parte muchos docentes se han  endeudado para tener un celular o una computadora que les sirva para poder trabajar. Endeudamiento promovido por un plan del Estado Nacional, que no garantiza las herramientas de trabajo indispensables en este contexto. La educación dejó de ser pública y gratuita para ser un gran negocio de las multinacionales de telecomunicaciones.

Encima la mayoría de las compañeras siguen haciendo malabares para atender a sus propios hijos, su casa, y dar clases a sus alumnos en distintas horas, buscando un lugar tranquilo para poder hacerlo. Porque no existen licencias ni otros derechos que contemplen las múltiples tareas, a pesar de que se evidencia la necesidad de las mismas. Todo esto con sueldos que no alcanzan a cubrir la canasta familiar, y con unos “aumentos” en negro que los sindicatos aceptaron: $ 1.200.-  desde agosto hasta noviembre. Con un plan de ajuste que se manifiesta en los cientos de docentes cesanteados, las suplencias no cubiertas y las becas para estudiantes que aun no se pagan.

Tanto el Gobierno Nacional como el de las provincias “hacen como que los chicos aprenden” en esta situación. Y lo cierto es que la escuela se está sosteniendo  por el esfuerzo de docentes y familias.

En la Ciudad de Buenos  Aires (la más rica del país) las cosas no son distintas. En medio del pico de esta pandemia Larreta pretendía “volver a las clases presenciales”. Con un protocolo que convertía en “cybers” a las escuelas, exponiendo a los alumnos y las familias de los sectores más vulnerables a contagiarse, sin medidas de higiene y sanidad. Como decían docentes de una escuela del Bajo Flores en una carta a las familias: “con ese protocolo que es por turnos, no alcanzarían los meses que restan para completar la totalidad de los grados. ¿Quién va a pagar la lavandina, el alcohol en gel para garantizar un mínimo de higiene? ¿Por qué hay tanto apuro? En lugar de exponer a los estudiantes y sus familias al contagio, ¿no sería mejor que el gobierno de Larreta entregue computadoras e internet de manera gratuita?“

Así, unos se limitan a decirnos que nos quedemos en casa mientras la crisis económica y los aumentos de las tarifas nos comen los bolsillos, y otros nos quieren mandar a contagiarnos a las “escuelas-cyber-guarderias”.

Está claro que ni Fernández ni Larreta piensan poner un peso para la Educación y Salud del pueblo trabajador. Si quisieran cuidar nuestras vidas como dicen, deberían poner todos los recursos del Estado a disposición de las familias de las escuelas públicas para garantizarles un salario de emergencia y las becas educativas a cada una de ellas. Y ese dinero podría salir del “No pago de la Deuda Externa”, el impuesto a las grandes fortunas, dejando de subsidiar a los colegios privados, estatizando empresas  petroleras, de gas, de energía que saquean y contaminan nuestro suelo. Estas son las medidas que necesitamos.

Un pequeño triunfo, no bajemos la guardia y vayamos por lo que necesitamos

El Gobierno tuvo que dar marcha atrás. El ministro Nicolás Trotta, que acordaba con Larreta en la vuelta a clases, tuvo que retractarse.

Es que las comunidades educativas se empezaron a organizar por el rechazo a la vuelta de clases durante la pandemia con videos, cartas a las familias, y acciones de visibilización, para expresar lo que no decían los sindicatos, lo que no salía en los medios, mientras en algunos barrios ya habían votado salir a las calles a reclamar. 

Así logramos dar vuelta momentáneamente este intento de apertura de clases. Tenemos que aprovechar esta experiencia para seguir organizándonos junto con la comunidad educativa de cada escuela, para obligar a UTE, Ademys y al conjunto de sindicatos docentes a pelear  para exigirle al Gobierno Nacional y al de la Ciudad que garanticen las computadoras y la Internet gratuitos para todos los estudiantes y docentes, aumento salarial, trabajo para los docentes sin cargo, alimentos de calidad, subsidios de emergencia para todas las familias y becas para todos los estudiantes, mientras continuamos pidiendo justicia por Facundo Castro. Tenemos que dar esta lucha en conjunto, porque nuestras vidas valen.