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LA CANDIDATURA DE SEBASTIÁN ROMERO Y LA INDIGNACIÓN DEL PERIODISMO SERVIL

La candidatura de nuestro compañero, quién se hizo conocido allá por diciembre del 2017 como “el gordo del mortero”, desató una campaña mediática en su contra. A partir de un artículo publicado en Clarín, Sebastián fue convocado y continúa asistiendo a diversos programas políticos de noticias.

Naturalmente, lo único que recibió, en estos programas fue una catarata de acusaciones, mentiras y ataques por parte de periodistas y “panelistas” sicarios de las producciones patronales. Llaman violento a alguien que se defendía con lo que tenía a mano de los intensos y asfixiantes gases que nos tiraba la Policía. Llaman violento a quien se encontraba protestando junto a miles y miles de trabajadores y trabajadoras contra un Congreso que una vez más le metía la mano en el bolsillo a los jubilados y beneficiarios de la Asignación Universal por Hijo, condenando a millones al hambre y la miseria.

Insistieron una y otra vez con que Sebastián está preso, no por manifestarse contra ese robo al pueblo, sino por no ponerse a derecho. Que, si no se hubiese fugado, hoy estaría libre ¡Mentiras! Nuestro compañero Daniel Ruíz, también hoy candidato, fue preso por el mismo motivo  y esta justicia corrupta lo tuvo encarcelado 13 meses sin ninguna prueba. 13 meses como rehén del Gobierno de Macri. Al día de hoy el juicio-farsa contra Daniel y Cesar Arakaki continúa y no han podido presentar ninguna prueba en contra de él.

Una Justicia para ricos

Sebastián estaba en todo su derecho de huir de una Justicia, que deja impunes a violadores, femicidas, corruptos, genocidas, pero se ensaña con los pobres que salen a luchar para cambiar esta horrible realidad. Y que un obrero haga uso de ese derecho es lo que no perdona el periodismo servil al poder ¿O acaso hay algún periodista pidiendo cárcel a “Pepín” Rodríguez Simón, prófugo en Uruguay para que no lo metan preso por armado de causas judiciales al servicio de Macri?

Ningún periodista se ve tan escandalizado con la precarización laboral, por ejemplo, esa que deja y sigue dejando gente en la calle, mientras los empresarios se llenan los bolsillos. O con los incendios y la sequía producto de la avaricia de los empresarios agrícolas, mineros, petroleros. Eso es violencia. Violencia de parte de un sistema que ya no tiene nada bueno que ofrecernos a los más pobres. A esa violencia no podemos más que contestarle con nuestra violencia, legítima, defendiendo nuestros derechos, nuestras familias, nuestras vidas. Es lo que han hecho en las calles de Colombia, de Chile, de China, de Francia.

Sebastián es parte de eso. Nacido y criado dentro de una familia trabajadora, se empleó como trabajador en la General Motors, donde lo eligieron delegado por plantarse contra todas las injusticias. Por eso la fábrica lo echó, junto a más de 300 compañeros, la mayoría de ellos lesionados producto del ritmo inhumano exigido por la misma fábrica automotriz. ¡Que nos digan estos periodistas si eso no es violencia!

Lo que les escandaliza es que queremos desenmascarar su farsa, la farsa de sus amos, los ricos, los empresarios, los verdaderos amos del mundo. Quienes nos hunden en la miseria a millones día tras día.

“¿No estás arrepentido?” preguntan. Y así como Sebastián no lo está, tampoco lo estamos nosotros. Nuestro partido, el PSTU, está orgulloso de contar con compañeros como Sebastián y como Daniel, orgulloso de llevar como candidatos a quienes, como nosotros, son señalados como parias por los dueños del poder. Luchamos por arrebatarles ese poder y expulsarlos de sus tronos.