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Las luchas obreras y la política revolucionaria

Los festejos por el bicentenario de la independencia, lejos de ser un simple acto recordatorio, serán un acto político oficialista, donde el gobierno de Macri intentará demostrar su autoridad como jefe político del capitalismo en el país; de la misma manera que lo hizo el kirchnerismo con el bicentenario de la revolución de mayo en 2010, y los conservadores en los actos de los centenarios, aunque lógicamente todos estos actos se dieron en situaciones diferentes. Si el centenario de mayo en 1910 fue la fiesta triunfal de los potentados rurales, realizada sobre el aplastamiento policial de las organizaciones obreras; el de 1916 se dio en medio de la crisis política provocada por el fin del gobierno a base del fraude electoral permanente de los conservadores, de la crisis económica provocada por la guerra mundial, y de las crecientes luchas obreras provocadas por esta última.

El movimiento obrero en 1916

Estas luchas reanimaron a la mayor central obrera de la época, la FORA (Federación Obrera Regional Argentina), que unía a los mejores activistas obreros, luchadores heroicos que eran lo opuesto a los Moyano, Barrionuevo o Caló: férreamente unidos a sus representados, incapaces de transar con los enemigos de los trabajadores, no había represión patronal que pudiera doblegar a estos combatientes obreros que discutían la autoridad de los dueños del país. Pero la FORA tenía sus graves debilidades. La política anarquista de sus dirigentes se limitaba a clamar por la destrucción del estado, sin tener bien en claro de qué manera, ni qué hacer cuando se alcanzase ese fin. Contrarios a la lucha política y a construir un partido, pero presionados a luchar políticamente contra la patronal y su estado, hicieron de la FORA una organización política anarquista, lo que implicaba la exclusión de los obreros que no compartían esos ideales; lo opuesto a la necesidad de todo sindicato, que necesita abarcar a la mayor cantidad de trabajadores posibles. Esto se intentó corregir en el congreso de 1915, que acabó con la división de la FORA cuando la mayoría eligió permitir la participación en la central a todos los trabajadores que quisieran luchar. Pero de todos modos, ninguna de las dos centrales que surgieron abandonó la visión errada que se tenía respecto de la relación entre trabajadores, patrones y el capital extranjero.

La necesidad obrera de una Segunda Independencia

Uno de los grandes errores de la FORA fue el no entender que el carácter de país dominado de la Argentina acentuaba aún más la explotación de los trabajadores, haciendo del obrero argentino mano de obra de segunda, cuyos salarios y derechos se negocian siempre a la baja. Y que tal dependencia, hace que el empresariado criollo sea un simple títere de las potencias extranjeras, adicto a su capital; por lo que no se puede combatir el dominio patronal en el país, si no se combate el dominio imperialista sobre el país. Esa relación de dependencia de la patronal argentina respecto del imperialismo se ha profundizado hoy a niveles irreversibles, impensados en la época del primer centenario. De esa manera, los derechos de los trabajadores son regulados respecto a las necesidades del capital extranjero, devaluaciones, despidos y flexibilizaciones; por lo que hoy no se puede pelear seriamente por los derechos de los trabajadores sin luchar por una Segunda Independencia (ver páginas centrales).

No se puede volver a cometer ese error de los bravos luchadores obreros del primer centenario. Los sindicatos deben ser los más amplios posibles, pero la lucha sindical tiene un límite. El gran combate que tenemos los trabajadores es político. Y éste debe tener a su frente a una organización que tenga como objetivo la liberación nacional y social, una revolución obrera y socialista para una segunda y definitiva independencia. Desde el PSTU nos ponemos al servicio de la construcción de esa organización.