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¡Fuera las manos del Estado y los dirigentes ricos de nuestros sindicatos!

En las últimas semanas han recrudecido las denuncias de corrupción contra dirigentes sindicales. El año pasado cayó preso el “Pata” Medina de la UOCRA de La Plata. Hace poco Balcelo de la UOEM (Unión Obreros y Empleados de la Minoridad), acusado de lavado de dinero, junto a otros. Ahora, el denunciado es Moyano y familia. No es novedad ver en la tele cómo se dan la vida fastuosa la gran mayoría de los dirigentes sindicales.

Estos dirigentes se hicieron millonarios a costa de la miseria y pésimas condiciones de trabajo de millones de trabajadores. Hace décadas y décadas que los Moyano, los Daer, los Cavalleri, los Barrionuevo o los anteriores, como Lorenzo Miguel y Jorge Triaca (que heredó el Sindicato de los Trabajadores Plásticos de mano del abuelo del actual Ministro de Trabajo) viven como empresarios; y otros se acomodaron por ser buchones de los milicos como Gerardo Martínez. Todos ellos, reciben el “sobre” por parte de las empresas multinacionales, como Pepsico, y las nacionales, como Arcor, por ejemplo, para mirar para otro lado o entregar directamente convenios y conquistas.

¿Qué busca Macri?

Los ataques a los dirigentes por parte del Gobierno y su Justicia apuntan a no perder el control de la situación, marcando la cancha, obligando a los dirigentes “opositores” (porque a sus actuales amigos, los gordos e “independientes” no los tocan) a moderar los pedidos de aumentos en las paritarias que se abren para que los salarios queden por debajo de la inflación (uno de los objetivos del ajuste) y amenazar así a los luchadores que quieren pelear, desbordando el freno de los dirigentes traidores.

Fuera las manos de Macri y Triaca de nuestros sindicatos

Muchos compañeros han visto con mucho gusto las encanadas y denuncias contra estos ladrones. El odio acumulado contra estos personajes es totalmente justificado. Pero el Gobierno no busca “democratizar los sindicatos” ni que haya transparencia. Los mismos Macri y Moyano, han declarado “las buenas relaciones” (negocios) que han tenido cuando Mauricio era Jefe de Gobierno en Buenos Aires. No debemos confundirnos: los dirigentes ladrones y corruptos tienen que ir presos. Pero los sindicatos son de los trabajadores para organizar la lucha contra los ajustes del Gobierno y la patronal. El Gobierno nada tiene que hacer ahí.

No es de la mano de un gobierno de empresarios, ni de ministros negreros como Jorge Triaca que tendremos sindicatos democráticos y de lucha. Por eso los trabajadores no debemos esperar nada bueno de las intervenciones a los gremios. Por el contrario debemos rechazarlas y enfrentarlas. Somos los propios trabajadores los que tenemos que ajustar cuentas con estos burócratas sindicales. Pero tampoco podemos confiar en Moyano, Barrionuevo, que un día apoyan al Gobierno y otro hacen el “circo” poniéndose en opositores. Las peleas entre ellos y el Gobierno son una oportunidad para impulsar la movilización y las luchas contra Macri y su plan sin confiar en ellos.

Por una nueva dirección democrática y luchadora para enfrentar a Macri

Los trabajadores hemos demostrado una firme voluntad de lucha. Pero la mayoría de los dirigentes terminan negociando a espaldas de los trabajadores, traicionando. Necesitamos una nueva dirección con nuevos dirigentes honestos y luchadores en la conducción de los gremios. Para poder derrotar las políticas del Gobierno debemos construir, con ellos en las luchas una nueva dirección. Que en algunos gremios hayan dirigentes combativos demuestra que podemos sacarnos de encima estas lacras.

Pero, ¿qué dirección necesitamos para ganar? Necesitamos una dirección que tenga como principio la democracia obrera. Es decir que: nada se negocia, nada se firma si no es debatido y resuelto entre todos en asambleas de base. La democracia obrera es una herramienta poderosa que permite escuchar a todos y por lo tanto votar resoluciones y acciones que todos llevan adelante.

Además debe ser independiente de los gobiernos y los partidos patronales. No puede haber dirigentes que no luchen por estar entongados con los gobiernos, como Barrionuevo, el propio Moyano, los Yaski con el kirchnerismo, etc. etc.

Que pelee por la más amplia unidad, de trabajadores kirchneristas, de izquierda o sin partido. Unidad para luchar en las calles, en las fábricas, en las oficinas, las universidades. Organizando comités de lucha, piquetes para defendernos de los carneros y la represión.

Una dirección que no quede presa de los “estatutos”: ¡cuando hay lucha hay que unir a todos: afiliados y no afiliados, tercerizados o contratados! En la historia ha habido ejemplos en que cuando los dirigentes no quieren luchar, se organizaron las coordinadoras, como en la década del ‘70, que agrupaba a los trabajadores más allá de sus gremios.

Una dirección que proponga un Plan de Lucha muy claro hacia los trabajadores, empezando por una Huelga General, por el salario y condiciones de trabajo, para derrotar el plan de Macri y el imperialismo que quiere apropiarse – aún más- de nuestro país. Pero también en la perspectiva de una sociedad libre de explotación y opresión.

 

 

El desprestigio de Macri y los dirigentes traidores

Mientras un sector de los trabajadores miraba con expectativas a este Gobierno, y muchos empresarios confiaban en que Macri podría aplicar los ajustes sin muchos problemas, a estos dirigentes no les resultaba difícil acordar con el Gobierno. La Reforma Laboral contaba con el aval de Daer, Schmid, y Acuña y el silencio cómplice de Moyano.

El desprestigio de los dirigentes creció al punto que el 7 de marzo del 2017, fueron abucheados en un acto y debieron escapar de apuro, ante la exigencia de paro general. Aunque Macri volvió a ganar las elecciones polarizando contra Cristina, la “alegría” le duró muy poco, porque ante los ataques del Gobierno y las patronales los trabajadores y sectores populares han respondido con dureza como muestran las movilizaciones masivas contra la Reforma Previsional y las luchas por los despidos. Su popularidad cayó.

Esto llevó a algunos dirigentes a pasarse a la “oposición” ya que además de ser perjudicados por algunas medidas (intervención al SOMU, la UOCRA de La Plata, etc. y la campaña por la desafiliación en docentes), han quedado muy desprestigiados por el apoyo o silencio a los ataques del Gobierno. Por eso pasan a la oposición, aunque sea en los discursos. No quieren un nuevo “2001” y por eso insisten en que Macri debe terminar su mandato. Las medidas, como la marcha del 21 de febrero, las tenemos que aprovechar para organizarnos para exigir el Plan de Lucha debatido y votado en la base, para avanzar en la pelea contra Macri.