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LAS PRÓXIMAS ELECIONES Y EL DESAFÍO DE LA IZQUIERDA

Mientras los trabajadores y el pueblo pobre sufrimos los rigores de la pandemia y el desastre económico que sostiene las millonarias exportaciones y ganancias de los grandes capitalistas a costa del bienestar de la población, tanto la alianza de Gobierno como el macrismo se aventuran en su juego electoral. 

Las patronales nos pegan con todo. Nos atacan en las fábricas, con despidos y suspensiones, con precarización, flexibilización y pérdida de salarios. Nos pegan afuera, en las góndolas, las carnicerías, las farmacias, con precios por las nubes. El campo se mata de risa con las medidas de Alberto, y la carne no baja un peso. Los Fernández lo saben, pero no harán nada más. No están dispuestos a enfrentarlos.

Los políticos patronales discuten sobre todo. Se pelean por TV para “la tribuna”. Pero coinciden en lo central: nada debe hacerse que afecte las ganancias empresarias y el cumplimiento con el FMI. Y por eso, no hacen nada, y estamos cada vez peor. 

Tienen sus ojos puestos en las encuestas, y especulan con eso sobre el padecimiento y la muerte. 

Mientras tanto, los dirigentes sindicales y de los movimientos sociales entran en el juego, piden candidaturas y cargos oficiales, pero se mantienen pasivos y obedientes ante el Gobierno. Nos tienen con las manos atadas, indefensos ante los ataques empresarios. 

Los socialistas revolucionarios ponemos todo nuestro esfuerzo en la lucha directa, en la necesidad de apoyar todas las luchas que se dan ahora mismo, de unirnos y coordinar para enfrentar los ataques de manera efectiva y contundente. En la construcción de una  nueva dirección histórica para la clase obrera.

Sin embargo, las elecciones vendrán. Y también es preciso enfrenar en ese terreno a las variantes patronales.

La posibilidad actual

Los trabajadores miran este espectáculo asombrados. Votaron masivamente por Alberto, creyendo que las cosas irían mejor. Pero no es así.  La bronca y la decepción van ganando a la clase trabajadora. Este Gobierno no sirve, pero nadie quiere volver a Macri.

Esto abre una situación política novedosa. Decepción en lo que hay, falta de alternativas, un vacío. En ese terreno, los kirchneristas proponen seguir votándolos,  “para que no vuelva la derecha”. Ocultan que Alberto también está gobernando para los patrones.

Está abierta la posibilidad de retomar el hilo histórico de una ruptura de la clase obrera con su ideología histórica, el peronismo. 

El menemismo de los ’90 representó la evolución del peronismo hacia un partido “normal” del régimen, adaptado a la sumisión al imperialismo. Las condiciones de un nuevo Perón no existen más en nuestro país, como tampoco a nivel mundial. Eso llevó a la crisis del 2001. 

El kirchnerismo llegó al poder en medio de una situación económica excepcional. Los precios fabulosos de las exportaciones argentinas, en combinación con el deterioro salarial y estructural de la clase obrera durante los ’90, le permitió una relativa recuperación. Pudieron sostener las ganancias capitalistas, pero a la vez otorgar unas concesiones muy relativas, pero reales, al pueblo pobre. Con eso, la experiencia de ruptura con el peronismo se congeló. La esperanza en un “salvador” no terminó de morir. Néstor y Cristina se beneficiaron de esa situación, frenando por unos años el proceso. 

Ahora, la realidad se vuelve a imponer. Nuestro país es una semicolonia, y como tal está condenado -mientras siga en los marcos capitalistas- a una decadencia eterna. Alberto -e incluso Cristina, cuando se vea obligada a poner la cara-, se enfrentan a esto. 

Por eso, la responsabilidad de la izquierda es mayor que nunca. 

Ubicar una alternativa en las calles

En primer lugar, todo movimiento político duradero con arraigo popular, se asentó en procesos de lucha en su nacimiento. El peronismo no hubiera sido lo que fue sin 17 de octubre del ´45, sin lamovilización popular que frenó, por un período, el proyecto de EE.UU. para Argentina.

Una alternativa solo puede nacer de un enfrentamiento frontal, a muerte, con el régimen político y sus partidos. Lamentablemente, los partidos de izquierda no actúan de acuerdo con este criterio central. Ponen el centro de su accionar en el terreno electoral y parlamentario. De ese modo nunca podrán ser una alternativa. 

Si hasta la derecha, para postularse, gana la calle con sus movilizaciones reaccionarias. Lo hace para sostener la “grieta” en las calles, y después capitalizarla en las elecciones.

Con ese rumbo, ni el Frente de Izquierda y de los Trabajadores (FIT-U) ni ninguno de los partidos de izquierda ha logrado romper esa “grieta” y ubicarse como opositor real a toda esta miseria. No faltaron oportunidades. Desde Guernica hasta la heroica lucha de los trabajadores de la salud de Neuquén, hubo momentos en que una actividad realmente revolucionaria, subversiva, de la izquierda, hubiera ubicado un polo diferente a la “grieta” funcional a los partidos del régimen. 

Los próximos años serán terribles para la clase obrera y el pueblo, tenemos que prepararnos para eso. Con las luchas de hoy, en la pelea por una nueva dirección política y sindical para los trabajadores. En ese marco, tenemos que ver las elecciones, como una preparación de las grandes luchas que están por delante.

 

¿Qué propuesta electoral necesitamos?

Tenemos que armar un proyecto electoral que se ponga a la altura de los desafíos. 

Para eso, se precisa un perfil revolucionario, obrero, de lucha y denuncia del régimen político, de las podridas instituciones de la falsa “democracia”, una ruptura con todos los criterios tradicionales de la política. 

La ubicación de dos frentes electorales (el FIT-U de un lado, el nuevo frente entre el Nuevo MAS y la Tendencia del PO por otro), es un obstáculo para lograr un polo de independencia de clase frente a la “grieta” que polariza entre alianzas patronales. 

Se precisa unir una sola propuesta, asentada en un programa y una acción común de lucha intransigente, y con candidatos que expresen ese perfil. Con todo respeto hacia ellos, no vemos en los Del Caño, Bregman, Giordano  y demás ese perfil. 

Proponemos un ámbito común de preparación de una propuesta única de la izquierda, con programa y candidatos debatidos en asambleas conjuntas por localidad y provincia, y con un plenario nacional que resuelva. Que en las fábricas y lugares de trabajo presentemos esta propuesta y la pongamos a consideración de las y los compañeros, llamándolos a fortalecer una nueva alternativa.

La división en dos frentes, los mecanismos burocráticos para la ubicación de candidaturas, y peor aún, las peleas legales entre los diferentes frentes, en particular a raíz de la división del Partido Obrero, nada ayudarán.

Lamentablemente no tenemos demasiadas expectativas en que esto ocurra. Son muchos años de prácticas punteriles y poco obreras. Pero nuestra obligación es señalar nuestra posición. Nos parece la única manera de plantar una alternativa seria a los partidos patronales.

Para esta propuesta, ponemos a disposición nuestras fuerzas, y postulamos a nuestros compañeros Sebastián Romero y Daniel Ruiz, para representar en una lista única de la izquierda y junto a otros compañeros y compañeras, lo mejor de las “primeras líneas” que quebraron el Gobierno de Macri y enfrentan hoy los ataques patronales, del gobierno y la burocracia sindical.