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¿Qué ley de aborto necesitamos las trabajadoras?

Muchas compañeras están en primera fila de las luchas por conseguir el aborto legal. Antes no se animaban y hoy participan con alegría y expectativa de los pañuelazos y marchas que empiezan a replicarse en los barrios, no sólo frente al Congreso. El pañuelo verde, que instaló la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito, se volvió un símbolo que representa el deseo de miles de mujeres que quieren decidir el momento de su maternidad. Si tenés el pañuelo atado, estás a favor del aborto.

Es muy bueno que cada vez más gente se pronuncie por este derecho, que incluso las actrices y personajes del espectáculo muestren a millones el deseo de terminar con el aborto clandestino, pero es importante debatir qué ley necesitamos las trabajadoras para decidir de verdad.

Desde Lucha Mujer y el PSTU apoyamos e impulsamos todas las acciones que peleen por la legalización del aborto. Estamos convencidas de que la masividad lograda por la más amplia unidad es el camino correcto. Cantamos y marchamos con alegría junto a compañeras con quienes tenemos diferencias políticas y a quienes nos enfrentamos en otras cuestiones. Pero también decimos que las trabajadoras necesitamos mucho más que lo que expresa la ley que han consensuado varios diputados que no son representativos de la clase obrera, sino todo lo contrario.

Ningún “consenso” con los patrones

La ley que presenta la Campaña, junto a diputados del FIT, plantea la interrupción voluntaria del embarazo, deroga el artículo que lo penaliza, y ofrece muchos avances en la autonomía de las mujeres para decidirlo. Este proyecto es un avance, en relación a la actual situación de clandestinidad, pero limitado como propuesta integral de cuidado y respeto de la salud de la mujer. Creemos que es equivocado que el FIT (PO-PTS) ponga su firma en un proyecto de ley acordado con diputados patronales, que en “aras del consenso”  y para poder votar el 13 de junio, está modificando el propio proyecto de la campaña, haciéndolo retroceder y limitándolo aún más.

El lema que tantas veces dijimos “educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar, aborto legal para no morir” no se expresa de manera contundente en este proyecto. Para que eso pueda ser posible deberíamos tener una ley de aborto que incluya la obligatoriedad de la educación sexual en las escuelas con control de aplicación de las trabajadoras de la educación y las estudiantes, ampliando el concepto de educación sexual a los centros de salud, con charlas abiertas en los barrios, así como también en los lugares de trabajo de manera obligatoria y dirigida por los sindicatos y delegados, como ya lo están haciendo las y los trabajadoras/es de la salud en muchos hospitales públicos, sin intromisión de la patronal o el Estado.

Sin presupuesto no hay aborto legal

 Se repite y, con razón, que la legalización es un problema de salud pública. En ese sentido, es necesario que se acceda realmente por parte de los trabajadores y los sectores populares, al igual que los estudiantes, a los métodos anticonceptivos más convenientes y que cada persona desee, de manera gratuita y sin restricciones. Los hospitales, y centros de salud en los barrios ahora carecen de cualquier tipo de insumo, sin presupuesto no hay tampoco anticonceptivos disponibles para quienes lo necesitan.

Por último, la interrupción voluntaria del embarazo debe hacerse con profesionales suficientes, en condiciones de higiene y con los insumos necesarios en los hospitales públicos. Si la ley no exige un presupuesto específico y no dice de dónde sacar el dinero para lograrlo, es letra muerta. Porque las trabajadoras tendrán que ir a hacer la fila desde las 3 de la mañana para tener número, como ahora hacen ante cualquier consulta en el hospital, porque cada vez hay menos médicos, enfermeras y trabajadores de la salud y no alcanzan. Porque no hay insumos, ni condiciones de higiene ante la falta de mantenimiento. Porque tampoco hay equipos que contengan, acompañen y ayuden a las mujeres que pasan por esta situación. Porque no existen programas de capacitación y de combate al machismo, para que tampoco sigamos sufriendo violencia obstétrica o condena social por parte de los profesionales que no están a favor del aborto.

La lucha es el camino

Nuestra ley, la de las trabajadoras y las pobres, debería contemplar estos puntos, tendría que tener una comisión de control de la misma a cargo de las organizaciones de trabajadoras y de organizaciones de mujeres, para garantizar que se cumpla. Debería exigir dentro de sus puntos el presupuesto acorde para garantizar los abortos en el hospital público, obligando también a aumentar el presupuesto educativo y de salud, diciendo que ese dinero debe provenir del no pago de la deuda externa y de los impuestos progresivos a las grandes multinacionales y terratenientes.  

Pero sobre todo, si la ley de las trabajadoras se presentara así al parlamento, igual diríamos que eso solo no alcanza, para  lograr que se vote y aplique será necesaria la lucha del pueblo trabajador en las calles, con las compañeras a la cabeza. Porque no podemos depositar nuestra confianza en ese Congreso corrupto ni del gobierno ajustador y antiobrero de Macri y el imperialismo.