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LIBERTAD, LIBERTAD A LOS PRESOS POR LUCHAR

Cuando estamos cerrando este periódico, nos llega una gran noticia: fueron absueltos los obreros petroleros de Las Heras, luego de un largo juicio. Hace días   también los choferes de la Línea Este de La Plata lograron la prisión domiciliaria con derecho a salidas laborales. Hay que redoblar los esfuerzos por lograr la libertad de todos los presos por luchar, el cese de la persecución de Sebastián Romero, y el desprocesamiento de tanto otros, como César Arakaki y Dimas Ponce.

Estamos en medio de las actividades por la libertad de Daniel, previas al cumplimiento de 8 meses preso, el 12 de mayo, fecha en que debería ser liberado. No confiamos en la Justicia, y por eso estamos luchando.

El 3 de mayo se realizó una nutrida visita, que salió desde Congreso en varios vehículos, y se dirigió hasta el penal de Marcos Paz, visitando a Daniel y presionando por su libertad. Participaron de ella más de 20 dirigentes de DDHH, sindicatos y centrales, y de partidos políticos.

El día que sale AS, estaremos realizando un acto en Congreso junto a decenas de organizaciones solidarias. Y seguiremos con actividades y festivales de difusión en diferentes zonas del Gran Buenos Aires y del interior del país.

Libertad a los presos por luchar. Los sacaremos con la lucha obrera y popular.

 

Daniel, una historia de la clase obrera

La lucha por la libertad de Daniel Ruiz, se hermana con las  batallas contra una parte Reforma Previsional el 14 y 18 de diciembre del 2017. Esa batalla que fue una derrota momentánea (esa ley fue aprobada), pero un triunfo de la clase obrera, ya que a partir de allí el gobierno se vio imposibilitado de aplicar las medidas de fondo que la situación y lo más concentrado de la patronal y el imperialismo le reclamaban: la Reforma Previsional completa (con elevación de la edad jubilatoria incluida), la Laboral y la Fiscal. El fracaso actual de Macri, es producto en gran medida de esas jornadas.

En ese sentido, no hay duda que es, junto a Sebastián Romero, una figura que representa el enfrentamiento obrero y popular al macrismo. Eso es conocido, así como su carácter de dirigente petrolero.

Sin embargo, no es tan conocida la historia de lucha de Daniel, desde su adolescencia. Contar esa historia, es como contar la historia de la clase obrera de nuestro país durante los últimos 20 años.

Daniel inició su militancia como luchador estudiantil secundario, en las sentadas junto a los jóvenes comodorenses, incluyendo a sus hermanas. Rápidamente, aprendiendo la lección histórica de los obreros petroleros, incorporó la lucha directa como la forma de imponer los reclamos populares.

Siendo aún muy joven, fue uno de los fundadores del movimiento piquetero de la zona, poniendo en pie la CTD (Coordinadora de Trabajadores Desocupados) del Chubut. Pueblo petrolero, fue junto a Tartagal (Salta) y Cutral Có (Neuquén) cuna del movimiento de desocupados que peleó por trabajo genuino. Que quería recuperar su condición obrera.

En el 2002, la CTD fue protagonista de la toma de la planta distribuidora de combustibles de Repsol-YPF de Comodoro, que logró con su lucha que 100 compañeros fueran contratados por la empresa.

A fines de ese año, en la cercana Caleta Olivia, de la Santa Cruz gobernada por los Kirchner, la CTD logró la reapertura de la Harinera Confluencia, una planta de producción de harina de pescado que estaba cerrada. La harinera fue puesta a trabajar bajo de control obrero, en una experiencia inédita en el marco de la toma y puesta a producir de cientos de fábricas en nuestro país, reclamando la estatización. A partir de los 12 obreros que habían sido parte del plantel de la fábrica, se incorporaron 8 compañeros más del movimiento de desocupados. Daniel fue uno de ellos. La asamblea de trabajadores definía cuánta materia prima se compraba, cuánto se producía y cuánto se vendía, a qué precio, con qué salarios y la toma de personal.

Desde allí, Daniel junto a sus compañeros impulsaron la creación de la Asociación de Trabajadores de la Industria Pesquera (ATIP), un sindicato opuesto a la burocracia tradicional, que llegó a afiliar 200 trabajadores de diferentes empresas. Luego la experiencia se frustró por las difíciles condiciones que vivía el país, pero quedó como un ejemplo en la zona: los obreros podían controlar una fábrica, y hacerla producir.

Nuevamente desocupados, la CTD continuó luchando por trabajo genuino. Junto a otras organizaciones de Caleta Olivia, llevaron adelante la toma de Termap. Como resultado de esa acción, las petroleras se vieron obligadas a dar trabajo a cientos de obreros, a través de cooperativas de trabajo pagadas por ellos, para actividades complementarias de la industria petrolera. En total, la CTD logró cerca de 1.600 puestos de trabajo genuino para el movimiento de desocupados en la región, una de las experiencias  más ricas del país.

Seis luchadores, tres de ellos militantes de la LIT-CI, fueron encarcelados durante 8 meses como castigo por esa acción. Una fuerte campaña nacional e internacional logró su absolución, de parte de la justicia provincial kirchnerista.

Producto de esas luchas, fue que Daniel entró a trabajar en la industria petrolera, en boca de pozo en yacimiento, bajo las condiciones de trabajo y clima más difíciles. De allí a la construcción de una agrupación en la empresa SP (Servicios petroleros), la conquista de la  Comisión Interna y la formación de un bloque de cerca de 80 delegados en el numeroso Cuerpo de Delegados del Sindicato Petrolero del Chubut que llegó a agrupar en un momento de diferentes empresas, y que con una política independiente actuaban en  los plenarios para impulsar la lucha y la movilización.

Con esa política  independiente, participaron de las asambleas de miles de obreros que se realizaron, así como en las inmensas manifestaciones (la más grande llegó a agrupar cerca de 50.000 petroleros con sus familias y sectores que lo apoyaban). Y así se ganó un lugar en el Sindicato.

Luego de la traición de Pereyra con el cambio de las  condiciones laborales de convenio en los petroleros de Neuquén –que lo convirtieron en el sindicalista estrella de Macri-, en Chubut se resistió durante todo un período, hasta que la conducción local aceptó cambios similares. En un primer plenario, la actuación de Daniel junto a su agrupación y otros sectores, rechazó el cambio, hasta que este fue impuesto tiempo después por la burocracia.

En veinte años, Daniel vivió y fue dirigente en todas las experiencias de la lucha de la clase obrera. Como estudiante, en el movimiento de desocupados, en una fábrica recuperada bajo control de los trabajadores, como obrero petrolero en la lucha por una nueva dirección del movimiento obrero. Por eso, contar la historia de Daniel es contar la historia de la clase obrera en los últimos 20 años.