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MASACRE DE ONCE: CUANDO LAS PRIVATIZACIONES MATAN

Un 22 de febrero de 2012, una falla en los frenos de la formación del Sarmiento que arribaba a la terminal de Once a las 8:32; chocó contra el andén, provocando 52 muertes y cientos de heridas; dejando desnudo a un hecho largamente denunciado: con las privatizaciones nunca revertidas del menemismo, la vida de los trabajadores y usuarios pasó a ser menos importante que las ganancias de los empresarios

Los Cirigliano y su empresa Trenes de Buenos Aires representaban muy bien a los grandes ganadores de la fiesta menemista: el saqueo y vaciamiento de empresas del Estado les había dado el dinero y los contactos suficientes para adquirir una empresa tras otra, donde terminaban aplicando el mismo esquema de vaciamiento, sin reparar a la salud y la vida de trabajadores y usuarios; a los que no dudaron en atacar cuando se organizaban para reclamar.

Hasta esa fatídica mañana. Con los frenos “largos” por el desgaste, la formación no pudo frenar a tiempo. Por la impuntualidad generada por el pésimo servicio, los primeros vagones estaban atestados; lo que maximizó la cantidad de víctimas. Y por la falta de mantenimiento estructural, los amortiguadores del andén tampoco pudieron absorber bien el impacto.

Un símbolo de la corrupción K

Con 52 muertos y cientos de heridos víctimas de sus chanchullos, lo lógico hubiese sido que los Cirigliano hubiesen quedado inmediatamente a disposición de la justicia. Pero estos asesinos tenían protección.

Ricardo Jaime, Juan Pablo Schiavi, Julio de Vido, fueron algunos de los encargados de ver que el saqueo y vaciamiento perpetrado por los Cirigliano siguiera su curso sin interrupciones; el nexo entre las privatizadas y el gobierno bajo el kirchnerismo.

Al haber quedado en evidencia tras el desastre, el kirchnerismo no solo no les pidió cuentas, sino que los defendió; intentando volcar las culpas sobre el maquinista para ocultar que las prácticas de TBA estaban avaladas por el gobierno.

Sin lucha no hay justicia

Pero del horror de Once nació una resistencia obrera y popular que le hizo frente a la impunidad y la terminó derrotando. A la lucha que ya venían llevando adelante los ferroviarios del Sarmiento contra TBA; se le sumó la lucha de los familiares de las víctimas, así como las de obreros de otras empresas de los Cirigliano como Emfer-Tatsa, que impidieron la destrucción de las pruebas.

Fue esa lucha la que se sobrepuso a los viles intentos de perpetuar la impunidad; la que terminó llevando a De Vido y a Jaime junto a algunos responsables empresariales a la cárcel; y la que demostró como derrotar al vaciamiento que aún impera en nuestro país.

Acabar con el vaciamiento y la corrupción. Hay que poner los ferrocarriles bajo control de sus trabajadores

La justicia por la masacre de Once no está completa: aún quedan responsables políticos y empresariales que deben responder ante la justicia. Pero sobre todas las cosas, para que haya justicia hay que eliminar para siempre la posibilidad de que esto se vuelva a repetir.

Tras ese 22 de febrero, una de las medidas tomadas por el kirchnerismo para aplacar la movilización fue la creación de la empresa Nuevos Trenes Argentinos. Pero esto no fue una reestatización completa, una recuperación de los ferrocarriles al servicio del pueblo, sino un intento de salir del paso; hasta que el tiempo permitiera volver a privatizar. Lo que los trabajadores y el pueblo necesitamos es recuperar todos los ferrocarriles, bajo control de los trabajadores y el pueblo, y desarrollar un plan de obras públicas que revierta la destrucción del menemismo hasta esta parte; empezando por recuperar las fábricas de material rodante. Esto debe pagarse con la confiscación de los bienes de empresarios y políticos corruptos, la nacionalización del sistema bancario y financiero, y el no pago de la deuda externa.

No podemos esperar que Macri haga eso. Menos el kirchnerismo, que ya probó ser cómplice del vaciamiento. Para cumplir este objetivo, es necesario desarrollar la lucha hasta conseguir un gobierno de los trabajadores y el pueblo. Sin embargo,  hasta entonces debemos redoblar la lucha  para evitar cualquier intento de reprivatizar, peleando por  estatizar toda la industria y el sistema ferroviario para ponerlo  bajo control de los únicos que no están involucrados en estos negociados y pueden brindar un servicio seguro y de calidad al servicio del pueblo: sus trabajadores  y usuarios.