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Micaela somos todas

 “Que ganas de transformar esta tristeza en un poema” dijimos. Para así encontrar en la otra el apoyo y la complicidad y volver esta angustia inmensa en palabras de denuncia y esperanza. Cuando matan una más, se achica el corral en el que nos sentimos, se achica la posibilidad de expresar también con arte el dolor de arrancarte un pedazo de vos misma, y es ahí cuando te encontrás contradictoriamente en tus compañeras de lucha, de vida, como las que tenía Micaela. Porque Mica era militante de la JP (Juventud Peronista-Evita), y a su manera ella también intentaba cambiar las cosas. La mataron porque era mujer y no era rica. Lo hizo su femicida, lo hizo la justicia y el gobierno. La borraron como se borra una letra de una pantalla en la computadora, y nos dejaron su ausencia para siempre. Muchas mujeres sentimos en su asesinato lo que el capitalismo y sus ideologías como el machismo, hacen con nosotras: nos arrebatan una aspiración que a un varón le costaría entender, la de proyectar nuestra libertad por mas coyuntural que sea, por más inmediata y simple, como la de volvernos tarde, sin sentir miedo o necesidad de ir de la mano de una figura masculina, la de vacacionar solas o con amigas, o hasta la de contestarle a un acosador en la calle cuando tomamos coraje. La barbarie capitalista, y con eso el machismo avanzado a niveles casi de ficción, instalan en todas nosotras un estado de ánimo de mucho dolor y resignación. Y como decimos siempre ese dolor es de género, pero también es segregación clasista, como lo es con todos los problemas específicamente femeninos, porque somos las jóvenes laburantes las que más dependemos de nosotras mismas, por un Estado ausente, o por una figura masculina que es tan o igual de pobre que nosotras. ¿Que nos espera entonces? Cuando “una más” nos sacan, ese dolor permanece, no acaba. Hace casi cinco años que desaparecieron a Carolina Garzón en Ecuador. Y su familia, amigos y compañeros no nos cansamos de buscarla. Nosotras no nos conocimos nunca, como no conocíamos a Micaela. Pero hay algo en lo que nos recconocemos con ella y todas las mujeres pobres de este planeta, y es que el capitalismo no nos dió ni dará nunca esperanzas para arrebatar definitivamente nuestra libertad. Esa premisa negativa nos une a ellas para siempre. Nos acerca en la remera que Micaela tenía puesta en la primera foto que vimos de ella: «Ni una menos». Nos une en la búsqueda de otro mundo posible. En ellas nos refugiamos, en ellas y en todas las mujeres que luchamos para que las que aún no despertaron vengan con nosotras, a explicarles a nuestros compañeros que ellos también deben entender como propia nuestra lucha. Porque cada 18 horas se nos muere una amiga, una madre, una abuela, una niña, una de nuestra clase. Y tomar la pelea por ponerle fin a la violencia a la mujer, es en realidad ponerle fin a este sistema que nos revienta todos los días en la fábrica, en cada trabajo. En el que nos explotan el cuerpo y la dignidad. Es luchar unidos por la libertad de todos nosotros. ¡Vamos a la lucha compañeras! ¡Vamos a la lucha compañeros! Justicia por Micaela! El Gobierno y la justicia son responsables!

Martes 11 de Abril | 18hs | Plaza de mayo |