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MUNDIAL DE QATAR: LAS EXPECTATIVAS NO NOS DEBEN HACER OLVIDAR

El entusiasmo apenas a tres semanas para que comience el mundial de fútbol ya se hace sentir. En las fábricas se organizan para entrar más tarde o salir más temprano, en los colegios los alumnos preguntan si les corre falta los días en que juega la selección. El envión de haber ganado la Copa América hace ilusionar con la posibilidad de ganar este torneo.

Somos parte de esos sectores ilusionados, pero al mismo tiempo tenemos la obligación de denunciar todo tipo de injusticias hacia la clase obrera y sectores oprimidos por parte del sistema capitalista, y el mundial de fútbol dirigido por la FIFA no es la excepción.  En este caso,   el país anfitrión donde se desarrollará  es Qatar, cuestión decidida hace varios años. Un país que para ser el organizador “adornó” a toda una dirigencia de la FIFA que terminó con prisiones y renuncias de gran parte de sus conducciones, años más tarde.

Si bien este tipo de negociados no son para nada nuevos en la FIFA, en este caso en Qatar las muertes de trabajadores se cuentan por miles, la persecuciones y las prohibiciones a la comunidad LGBT+ son una muestra de que para quienes manejan el fútbol no es otra cosa más que negocio.

En Qatar ser inmigrante y obrero es igual a muerte

Este país fue seleccionado como sede en el año 2010, un país de apenas 3 millones de habitantes de los cuales el 80% es inmigrante. Este número asciende al 96% si hablamos de trabajadores que provienen por lo general de países como la India, Bangladesh, Kenia y Nepal, quienes en busca de una vida mejor y conseguir dinero para enviar a sus familias, terminan siendo sometidos a condiciones de explotación extrema y sin ningún tipo de derecho. Esto claramente puede tener resultados fatales para los trabajadores y sus familias. Así lo señala el diario inglés The Guardian: “… la cifra podría ascender a 6.500 trabajadores muertos desde 2010, cuando Qatar fue elegido sede del Mundial 2022. 

El Gobierno de Qatar no considera problemáticas la mayoría de estas muertes, como demuestra el siguiente dato: el 69% de las muertes de trabajadores indios, nepalíes y bangladesíes se clasifican como “naturales”. En el caso de los trabajadores de nacionalidad india, esta cifra se eleva al 80%.

Estos terribles números son consecuencias de los trabajos en alturas sin ningún tipo de protección y las extensas jornadas de trabajo bajo el sol catarí (promedio de 36 grados).

Por si la muerte no bastara, quienes tienen la posibilidad de repatriar los restos de su familiar son extremadamente pocos por el costo excesivo que significa el traslado. Otra razón por la que muchas familias no tuvieron esa posibilidad, es que las empresas constructoras retienen los documentos de los trabajadores, así no pueden irse, y lo hacen a pesar de registrar denuncias por dicho motivo.

Una FIFA que oficializa la condena a las mujeres y a la comunidad LGBT+ 

El gobierno de Qatar, una monarquía islamista, fue muy claro al respecto.

En el caso de las mujeres la ley de este pequeño país no admite dudas: Las mujeres que tienen hijos fuera del matrimonio pueden ser encarceladas, dado que la ley de Qatar prohíbe las relaciones sexuales prematrimoniales.

En cuanto a las diversidades:El Gobierno ha prometido previamente que los visitantes de todas las orientaciones sexuales serán bienvenidos, siempre y cuando eviten las manifestaciones públicas de afecto. Esto significa, por ejemplo, que parejas lesbianas o gays que se besen en la vía pública están en condiciones de ser condenadas. También está prohibido el uso de la bandera multicolor LGBT+.

Para mayor gravedad, en el caso de Qatar, cuando se habla de incumplir las leyes para las mujeres y LGBT+, puede significar, incluso una condena a muerte.

Por un mundial que incluya a todos, todas y todes

Está claro que la opresión y explotación a los trabajadores, mujeres y lgbt+ no es algo que surgió con la organización de este mundial. Pero sí es una necesidad aprovechar la visibilidad que da un evento de tal magnitud para denunciarlo y así promover la solidaridad con luchas, como las del país vecino de Afganistán donde el pueblo, encabezado por las mujeres, pelea contra el régimen dictatorial Talibán.  

Necesitamos construir eventos deportivos al servicio de las mayorías, no distractivos de los problemas de los trabajadores/as, y no al servicio de las ganancias para unas pocas multinacionales que cada cuatro años incrementan notablemente su fortuna. El capitalismo está contaminando un deporte popular y hermoso con su codicia sin fin.  Dirigentes, jugadores e “ídolos” futbolísticos millonarios en primer plano y por detrás un tendal de muertes obreras, calladas por los gobiernos y medios que defienden este sistema horroroso. Un motivo más que revela por qué tenemos que organizarnos para destruirlo.