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Paridad de género: ¿Un «avance histórico» para las trabajadoras?

En la madrugada del 23 de noviembre, la Cámara de Diputados sancionó la Ley de Paridad de Género para las listas electorales de todo el país, esta ley obligaría a los partidos a colocar un 50% de mujeres y un 50% de hombres en sus candidaturas. El PRO, el FPV, sectores del feminismo y hasta el PTS dicen que esta reforma es un avance para las mujeres, pero ¿las trabajadoras estaremos mejor con más mujeres en los parlamentos?

Las mujeres de todo el mundo están saliendo a las calles y alzando la voz, se están abriendo camino en las organizaciones y reclaman más derechos. Esta corriente mundial también llega a los propios partidos patronales y las mujeres que allí militan quieren tener otra representatividad, por eso y como esas organizaciones no hacen nada para combatir el machismo, estas dirigentes obligan mediante leyes a sus propios compañeros a tenerlas en cuenta. Esta realidad es la que impulsó esa obligada votación sin debate, en la Cámara de Diputados.

Más parlamentarias ¿para qué?

Pero lo que estas mujeres reclaman es tener más derecho a ser representantes de los ajustadores y opresores; ellas quieren avanzar en los puestos políticos que luego votan presupuestos de miseria para la salud y educación públicas, quieren ser ellas las que voten el endeudamiento externo del país o las que alcen la mano para aplicar la reforma laboral. Y mientras pelean por hacer eso, nos quieren convencer que es un avance para todas las mujeres.
En el mismo momento en que las diputadas festejaban, sacaban selfies y vitoreaban su triunfo, muchas trabajadoras empezaban a apagar sus despertadores para comenzar una dura jornada laboral. Nada tiene que ver con ellas lo que estaba sucediendo en el Congreso, porque a pesar de que las internas del PJ, del PRO o la UCR ahora incluyan a mujeres, ellas seguirán trabajando en pésimas condiciones, sin guarderías ni jardines maternales donde dejar a sus hijos, seguirán siendo amenazadas y violentadas en las calles de su barrio, los colectivos y trenes que toman día a día seguirán siendo una trampa mortal y con pasajes que van en aumento. El avance en el Congreso de las mujeres patronales, representa para las mujeres pobres y trabajadoras las penurias, hambre y violencia que proponen los partidos a los que pertenecen: PRO, UCR, PJ y otros.

Nuestros derechos se pelean en la calle

Muchas compañeras pueden ver como un paso adelante y tener expectativas en que ahora, las mujeres seremos más escuchadas, pero lamentablemente eso no ocurrirá. La idea de que las mujeres debemos sentirnos “hermanadas” y que todas sufrimos lo mismo, es una mentira que sólo nos conduce a confiar en nuestros propios verdugos. La historia ya nos mostró funcionarias, diputadas y hasta presidentas que defienden políticas en favor de los empresarios y no de las mujeres trabajadoras. Vidal no se sintió hermanada con las obreras de Pepsico, ni con las maestras de Buenos Aires. Patricia Bullrich no veló por los intereses de la mamá de Santiago Maldonado o de las mapuches que hace unos días fueron encarceladas con sus hijos pequeños. Cristina no legalizó el aborto, ni dio presupuesto acorde para la ley de violencia.
Incluso la complicidad con el Gobierno de una reconocida militante feminista, ex dirigente de la Casa del Encuentro, Fabiana Túñez, nombrada por Macri para conducir el CNM (Consejo Nacional de las Mujeres, ahora transformado en INAM) fue una gran decepción para vastos sectores.
Estamos atravesando una situación donde el gobierno de Macri quiere avasallar a los trabajadores y el pueblo. Esta batería de reformas que precarizan nuestra vida golpea más fuerte sobre nosotras, quitándonos nuestros derechos y condenando al hambre a nuestras familias.
La respuesta no puede ser otra que la lucha unificada de la clase obrera, hombres y mujeres, en la calle y sin sectarismos. No debemos engañarnos, ningún beneficio habrá para las trabajadoras de la mano de las mujeres que son representantes de los empresarios en el Congreso. Nada saldrá de esa cueva de bandidos a favor del pueblo, por más que hablen en nombre de “nosotras”. Nuestra tarea está en las calles enfrentando a esos hombres y mujeres ajustadores. Lamentamos que quienes se reivindican del trotskismo como el PTS sean parte de legitimar este falso discurso de “igualdad” votando la paridad de género con los políticos patronales.