other

A propósito de los incidentes en Olavarría

El país amaneció desde muy temprano con la noticia de la trágica muerte de dos personas en el recital del Indio en Olavarría. Y luego le siguió una catarata interminable de (des)informaciones, noticias “amarillistas”, relato de los hechos sensacionalistas, frases hechas contra un supuesto “publico violento”, etc. por absolutamente todos los medios de comunicación hegemónicos. Políticos y organización del recital (la productora del Indio) que lo primero que hacen es deslindar responsabilidades, medios que ahora parecen sorprenderse por un fenómeno que antes alimentaron para vender una revista más, y hasta viejos políticos locales que a la luz de lo de anoche buscan justificar su decisión de prohibir los recitales de Patricio Rey en esa ciudad en 1997.

Una gigantesca hipocresía de la que ninguno de ellos esta exento para confundir y tapar que con sus millonarias ganancias están matando el rock, la cultura, el arte, y cualquier canal de expresión de miles de pibes y pibas que buscan en esos espacios un lugar desde donde sentir y vivir alternativo al que nos quieren imponer los grandes empresarios del arte y la cultura.

Por eso, como ricoteros, como músicos, como personas que disfrutan de la cultura o hacen arte (sea la disciplina y el género que sea), pero sobre todo como trabajadores, necesitamos encontrarle una explicación a lo de anoche. Saber dónde estamos parados. Y fundamentalmente a quien tenemos al lado. Para volver a encontrarle sentido a nuestros sueños y encontrar el camino para hacerlos realidad.

Los responsables directos.

Un intendente que ahora sale a decir que el recital “se les fue de las manos” y que no esperaban tanta gente, cuando desde hace meses lo único que hizo fue dar manija para que todo el mundo vaya con el único interés del negocio que podían hacer en la ciudad con la gente que iba a ir a consumir hoteles, campings, comida y sobre todo drogas y bebida. Cervecerías y distribuidoras que aprovechan y venden a mas no poder para sacar más ganancias sin tener en cuenta la salud de los pibes ni las consecuencias, y sin ningún limite ni del Estado, ni del intendente, ni de ningún organismo de control, ni de la propia organización del show, que vendida también adentro del predio. Si se vende más, la torta a repartir es más grande aún.

Y una organización del show que se llama a silencio escudándose en un “no nos hacemos eco de trascendidos” y que por eso recién a las 20 hs del domingo 12 está en condiciones de confirmar que murieron dos personas. Parece una cargada.

Un silencio cómplice.

Nosotros, “los redonditos de abajo”, por supuesto a los medios y a los políticos no les creemos, porque los primeros que la ligamos somos nosotros, “las bandas”. ¿Pero entonces quien nos dice lo que paso? Si los medios nos “venden pescado podrido”, de lo cual no tenemos dudas, vos Indio que nos decis? Nada. Otra vez “caemos en manos del ángel de la soledad”.

Es el mismo silencio que cuando mataron a Walter. ¡Y por supuesto que el dolor no lo queremos mediatizar! Cada uno de nosotros “sabemos donde tenemos el dolor”.

Pero esto es distinto a Obras 1991.

Sin duda es muy cuestionable la actitud de la banda ante el asesinato de Walter en aquel año. El silencio del Indio, Skay y Poly fue un puñal con el cual tuvimos que aprender a convivir hace casi 26 años los que quisimos seguir disfrutando de Patricio Rey y creer que el fenómeno del cual somos parte va mucho más allá de ellos tres.

Pero a Walter lo levanto la policía en la calle y lo mato en una comisaria. Hoy los muertos son

adentro del recital que la productora del Indio organizo.

Siempre supimos que la calle era un campo de batalla contra los medios, la policía, el sistema. Pero “la misa” era nuestro lugar.

El maltrato al público.

Si fueron 200000, 250000, 300000 o 500000 da lo mismo. A la luz de los hechos, es seguro que hubo muchísima más gente que la que podía bancar la infraestructura del recital. Pero aun si tomamos la menor cifra, no se puede meter toda esa gente en un campo abierto, por mas grande que sea, sin ningún tipo de subdivisión, sabiendo que 200000 personas van a estar haciendo presión para un solo lado.

Se mete a esa masa de gente en un lugar amplio sin ningún tipo de organización como si fuésemos ganado.

Y va más allá de los dos fallecidos, que según los primeros datos de la autopsia, no murieron por aplastamiento. Se trata del maltrato y los momentos de mierda que pasamos en nuestro lugar. Se trata de que no hubo control en la entrada, ni de la cantidad de gente que ingresaba, ni del escabio que se ingresaba. Se trata de que la salida era una trampa mortal.

Porque ya no fue por algunos infiltrados hijos de puta que por orden política la fueron a pudrir, como estuvo plagado de eso en los 90. Porque que nos maltrate la cana afuera, no nos sorprende. Pero que nos maltrate la seguridad privada que la organización pone y que nos desatiendan de esa manera ya es otra cosa.

Un último secuestro, ¡no! El de tu estado de ánimo, ¡no!”

Todos aquellos laburantes y pibes/as de los sectores populares que queremos salir a divertirnos, ir a un boliche, ir a escuchar una banda que nos gusta o juntarnos en una plaza con amigos vemos en peligro nuestra vida. La lógica del lucro por sobre todas las cosas de los grandes empresarios y multinacionales se traslada al entretenimiento y la cultura y nos amenaza permanentemente.

El sistema capitalista trata de corromper y poner al servicio de su ganancia las expresiones genuinas transformándolas en modelos prefabricados y estandarizados de consumo masivo.

Así, la cultura rock, que en nuestro país nació y se desarrolló como un movimiento contracultural, paso a estar copado (salvo por varias bandas que resisten en el under) por estos grandes monopolios con los cuales cualquier artista debe transar para que le habiliten lugares para tocar, para editar un disco, un libro o lo que sea. Esto dio un salto con la tragedia de Cromañón en diciembre de 2004. Más allá de la responsabilidad de la banda (Callejeros), que en su medida la tuvo, detrás de esa tragedia están el Estado y los grandes sellos musicales, multinacionales enormes, que ahogan, reprimen, marginan y condenan a quienes no firmen con ellos, destruyendo todo espacio donde poder expresarse. Post Cromañón, el espacio para producir y difundir una expresión artística quedo demasiado reducido a menos que accedas a tocar en festivales de grandes marcas de gaseosa, cerveza y de empresarios de mucho dinero que producen shows según los parámetros que según ellos venden.

El Indio hace rato no es Patricio Rey.

Los Redondos, desde sus inicios y durante muchos años, fueron un icono de ese movimiento contracultural.

Sin profundizar en el carácter de clase de los artistas en el sistema capitalista, Los Redondos nacieron y crecieron como una producción independiente de estos grandes medios, y como tal, eran una amenaza para el negocio de estos grupos económicos. Por eso la hostilidad de la policía para con el público, por eso la prohibición de tocar en algunas ciudades, por eso ciertos estadios estuvieron vedados muchos años para que toquen los Redondos por presión de estos grandes

empresarios de la música, por eso los infiltrados en los recitales que tenían como objetivo hacer quilombo para luego desplegar una campaña mediática.

Pero hoy ni el Indio ni Skay siguen siendo eso. Ninguno de ellos sigue siendo una producción pequeña que la tiene que remar contra los grandes. Ya no son una banda que emerge, como Callejeros, y que es chantajeada por los grandes empresarios y se ve presionada (no obligada, porque responsabilidad en lo de Cromañón tienen) a tocar en lugares de mierda si no tranza con ellos.

Hoy las productoras del Indio y Skay-Poly son grandes productoras que facturan muchísimo dinero y con condiciones de prevenir lo necesario para un show de cualquier magnitud.

¿Que las multinacionales siguen siendo hostiles porque les gustaría manejar el negocio de un recital del Indio? No hay dudas. ¿Y que a las grandes multinacionales les conviene que haya lio en un recital del Indio? Tampoco hay dudas.

Pero una producción como la del Indio hoy tiene todos los medios a su alcance para prever eso, garantizar todas las medidas de seguridad, y no verse “sorprendido” en cada recital por esos “intereses oscuros” a los que hace referencia.

La apropiación y el despojo de Patricio Rey.

Sucede que, así como la lógica del sistema capitalista lleva a corromper y apropiarse de las expresiones artísticas y culturales para ponerlas al servicio de su ganancia, hace rato se han apropiado de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota. Se lo han apropiado la sed de ganancias. Y se lo han apropiado gobiernos y Estado. Y se lo han apropiado con el permiso y la complicidad de Solari-Belinson-Poly, a costa del público.

¿Qué es sino Skay inaugurando un teatro-estudio-radio en Vorterix junto al empresario modelo de la industria del rock, Mario Pergolini?

¿Qué es sino el Indio, contra sus principios, exigiendo apoyo a Cristina Kirchner a través del asesino de Kosteki-Santillan, Aníbal Fernández?

Como dijo Semilla Bucciarelli (bajista de Patricio Rey) hace unos años atrás: “si a los dos los agarra Patricio Rey, los caga a patadas en el orto”.

“La pregunta por la herencia de los Redondos puede ser una falsa pregunta. (…) No hay deuda con los hermanos del pasado. ¿Dónde hay, así las cosas, efectos de los Redondos? (…) Hay que buscar los efectos de Patricio Rey no solo en el rock sino en la música en general; no solo en la música sino en el arte en general; no solo en el arte sino en el amplio mapa actitudinal de la vida común. La música no conecta solo con la música; la obra de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota nutre sensibilidades extra musicales; música con efectos urbanos, música con efectos lingüísticos, música con efectos sociales, música con efectos políticos, música con efectos gubernamentales” (“Redondos. A quien le importa”. Por Perros Sapiens).

Por eso, para que los trabajadores nos apropiemos de Patricio Rey, para que nos apropiemos de cualquier expresión artística-cultural, para que nos apropiemos de lo que nos corresponde, es decir, el acceso al arte, es necesario, en primer lugar, que exijamos justicia para que paguen los responsables, sean quienes sean. Y, en segundo lugar, es necesario organizarse y pelear contra Macri y los gobiernos que recortan presupuestos, reprimen y permiten a las grandes empresas el saqueo a costa nuestra para garantizar que podamos producir y contemplar el arte, algo que solo lograremos con un gobierno de los trabajadores.