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¿QUÉ FUE LA ASAMBLEA NACIONAL DE TRABAJADORES DEL 2002?

Las luchas de la clase obrera, de los desocupados, de las mujeres, por la vivienda o por alimentos, contra las multinacionales mineras y contra el saqueo de nuestros recursos naturales crecen por todo el país. Sin embargo, están aisladas, y no logran unirse y coordinarse. Esa es la debilidad fundamental que tienen los trabajadores y el pueblo pobre.

Ante la traición de las direcciones burocráticas, y de los sindicatos y movimientos de desocupados oficialistas, necesitamos coordinarnos y unirnos. 

Debemos lograr que todas las organizaciones y dirigentes que se dicen independientes del Gobierno y sus políticas de complicidad con las patronales y el FMI, y se reivindican defensores de los trabajadores, se unan en un gran Congreso o Asamblea nacional, que debata sobre esta situación, levante un pliego único de reivindicaciones y un plan de lucha unitario para lograrlo.

La ANT, antecedente histórico

Luego del 2001, cuando el hambre asolaba a la población, se dieron dos organizaciones amplias, que unificaron las luchas. Una fue la coordinación de Asambleas Populares, que reunían miles de asambleas barriales, para resolver problemas comunes. La otra, fue la Asamblea Nacional de Trabajadores Ocupados y Desocupados, que unificó a la mayoría de movimientos de desocupados y desarrolló planes de lucha contra la miseria y la represión.

Después de un intento fallido de coordinar la totalidad de los movimientos de desocupados del país, en setiembre del 2001, se dio una división. Los movimientos más adaptados al Gobierno y el régimen político (la FTV de D’Elía y la CCC), no aceptaron un plan de lucha unificado.

Las demás organizaciones, un amplio arco, convergieron en la 1ª ANT, que se realizó en Plaza de Mayo y el Teatro Colonial de Avellaneda. Hubo cinco ANT durante el 2002. Se desarrollaron planes de lucha, bloqueos a empresas para reclamar trabajo genuino, piquetazos nacionales por comida y planes de empleo. Se intentaba nacionalizar la experiencia de los movimientos piqueteros que habían comenzado en el interior del país, ante la desocupación creada por la privatización de la industria petrolera y gasífera, el ferrocarril y demás empresas, junto a una larga recesión de años que llevó al cierre de cientos de empresas.

De las ANT salieron luchas muy fuertes. En particular, el corte que Duhalde y Solá reprimieron duramente, asesinando a Darío Santillán y Maximiliano Kostequi en Puente Pueyrredón. Y en respuesta a ese asesinato, las movilizaciones que enfrentaron a Duhalde y su proyecto de represión generalizada, obligándolo a iniciar el proceso electoral que culminó en el 2003, con el triunfo de Néstor Kirchner.

Durante ese año, la ANT se convirtió en punto de referencia no solo de las peleas y reclamos de desocupados, sino de muchas luchas de empresas, fábricas y reparticiones que, no encontrando apoyo en sus sindicatos vendidos, acudían a la ANT buscando solidaridad y fortaleza.

Necesitamos superar la experiencia de la ANT

Durante el 2002, la ANT tuvo un papel progresivo, por todo lo indicado. Sin embargo, tuvo muchas debilidades.

En primer lugar, la mayoría de las organizaciones no cumplieron con su compromiso de luchar por trabajo genuino. Se adaptaron a la política del Gobierno y la Iglesia y solo reclamaban comida y planes. Eso, que fue una necesidad coyuntural para no morir de hambre pero con el objetivo de conseguir trabajo para todos, pasó a convertirse en la estrategia central.

En segundo lugar, la ANT, por responsabilidad de sus direcciones centrales -en ese momento el PO, junto al movimiento de Raúl Castells y muchos otros como el MST, Patria Libre, etc. se contentó con su propia organización. Fue un poderoso movimiento que agrupó cerca de 200.000 militantes. Pero se cerró en sí mismo, sin comprender que la fuerza esencial estaba en las fábricas y trabajadores ocupados, que la burocracia de la CGT y la CTA se encargaron de aislar de los desocupados. De ese modo, impidieron lo que pudo ser una conquista histórica: la unidad real de trabajadores ocupados y desocupados, en una lucha común por trabajo para todos, salario y defensa de los derechos. Si esa enorme fuerza militante se hubiera dirigido a las fábricas y empresas para proponer una lucha común, el control de las direcciones sindicales traidoras hubiese tambaleado. Pudo ser el nacimiento de una nueva dirección sindical y política para la clase obrera.

Por último, el triunfo sobre el plan de Duhalde y el llamado a elecciones, se convirtió en la tumba para la ANT. Los movimientos mayoritarios se volcaron apasionadamente al terreno electoral, abandonando la continuidad de las ANT.

Se trata entonces de retomar esa experiencia -con el nombre que sea-, con la unidad de todas las organizaciones que se manifiestan independientes del Gobierno, junto a sindicatos que son una referencia, como los aceiteros, neumático, los metrodelegados, algunas seccionales ferroviarias docentes y estatales. Pelear por la más amplia coordinación y democracia en las asambleas, la mayor unidad y decisión en la acción, imponiendo la fuerza de la unidad, y organizando nuestra propia defensa ante la represión.

Y a la vez superar las limitaciones que tuvo en su momento la ANT que existió, logrando atraer a los ocupados, postularse como una verdadera alternativa de dirección nacional, dotarse de un programa y un accionar contundente, marcando el rumbo de la lucha directa, y no las elecciones del régimen.

LAS INICIATIVAS QUE HAY, DEBEN BUSCAR LA UNIDAD

En estos días, una serie de organizaciones encabezadas por el Polo Obrero organizaron una reunión nacional. El próximo 13 de marzo, otras organizaciones -el MIJD de Castells, el MTR, etc.- convocan una serie de asambleas en todo el país, hacia una nueva ANT en mayo. Hemos dialogado con ellos, y los convocamos a dirigir un amplio llamado al Plenario Sindical combativo y muchos otros sindicatos, no solo los dirigidos por la izquierda, para poner en pie una amplia y verdadera ANT de ocupados y desocupados.

No podemos caer nuevamente en una política de “corralitos”, donde cada grupo de organizaciones se arroguen la representatividad del conjunto. Ningún grupo de organizaciones por sí mismo tiene la autoridad ni la fuerza para hacer una ANT por sí sola.

Es preciso una convocatoria amplia, por la unidad y la democracia obrera para dar un canal a todas las luchas y necesidades de nuestro pueblo. De allí puede salir una organización de coordinación nacional que pueda unificar las luchas.