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Una menos en Neuquén

Camila Troncoso de 16 años terminó con su vida el pasado sábado 13 de Junio. Era hija, era amiga, era hermana, era alumna, era lesbiana. Fue una víctima más de la opresión. Dicen que se suicidó. Nosotros decimos que la mató el sistema capitalista.

En Argentina según las estadísticas, el suicidio es la 2da causa de muerte entre los adolescente. Podríamos caer en la trampa que nos tiende el sistema y darle a esto una explicación compartimentada, y por ende, exigir una respuesta o solución compartimentada también. Porque no es un problema exclusivamente de salud mental, ni es un problema de pobreza, ni de discriminación

Cuando suceden estas cosas, cuando un joven toma tan dura determinación, se sale a buscar chivos expiatorios rápidamente. Se acusa a la escuela, a las características de los grupos a los que pertenecía (como en el caso de Leonela) o a la “discriminación” en general como si fuera una entidad separada de las personas y de las instituciones. Todas explicaciones que no sólo no remedian lo sucedido, sino que además no enfrentan el verdadero problema y por consiguiente no ofrecen de ninguna manera una posibilidad mínima de solución. Camila pertenecía a una institución educativa, que a su vez pertenece y responde a los intereses de un sistema educativo al servicio del capital. Camila transitaba su vida entre pares en la misma situación de vulnerabilidad que ella, a cargo de adultos que también son víctimas del mismo sistema de explotación capitalista.

Nos encontramos ante jóvenes que son arrojados a los brazos de un ideal consumista, en el cual no hay nunca una línea de llegada, sino miles y miles de metas intermedias que al ser alcanzadas se vuelven a alejar nuevamente, generando niveles de insatisfacción y frustración intolerables. Y los adultos sobre explotados por la misma lógica, los cuales deberían contener estas situaciones, se encuentran imposibilitados también. El ataque sistemático sobre las conciencias, que dice qué debés tener, cómo debés vestir, cuánto debés pesar, qué debés tomar, qué tenés que conseguir a costa de lo que sea, que se materializa a través de programa de televisión, de publicidades, de parte de la industria musical, etc. Una cultura al servicio de la opresión, donde lo diferente, lo diverso, lo distinto, debe ser rápidamente excluido y sancionado. Y ante esto, el sistema penal, el sistema judicial, el parlamento y nuestros “representantes”, hacen silencio.

Porque nos encontramos además, con el silencio y la indiferencia de los organismos del estado que deberían darle una respuesta a esto. Debemos exigirle a los gobiernos que se hagan efectivas las políticas de prevención de la violencia hacia las mujeres, debemos exigir que se destine presupuesto real y acorde a la situación de emergencia nacional en la que nos encontramos. Sin embargo, esto no termina con la aplicación de estos paliativos. Esto termina si nos organizamos, si en cada escuela, en cada sindicato, en cada centro de estudiantes, los jóvenes y los trabajadores nos unimos para terminar con el sistema de explotación capitalista.

Porque hoy en Neuquén hay una menos. Una mujer joven menos. Organizate para que sea la última.