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A 14 años de la Masacre del Puente Pueyrredón

Hambre en las casas, una devaluación del 40%, desempleo y sobretodo mucha bronca. Así era una de las imágenes de aquella Argentina del 2002, bastante parecida a la actual. Pero también la gran movilización popular había demostrado su poder y había derribado cuatro presidentes en menos de un mes. Un gobierno débil –el de Eduardo Duhalde- que había asumido luego de todo este recambio, buscaba demostrar al FMI que podía llegar a ser el garante de los negocios del imperialismo en el país. En otras palabras, aplicar el ajuste necesario que pedían a cambio de un nuevo préstamo. Para lograrlo necesitaba realizar un hecho aleccionador que permitiera contener y reprimir todo el descontento social.

La represión dejó dos nuevas muertes

El 26 de julio de 2002 diferentes organizaciones piqueteras habían convocado una jornada de movilización y corte de cinco accesos a Capital Federal reclamando el pago de planes sociales, insumos para escuelas, desprocesamiento de luchadores sociales. En respuesta, el gobierno de Duhalde hizo un gran despliegue policial y ordenó una fuerte represión contra los manifestantes junto con la utilización de balas de plomo. La jornada dejó varias decenas de heridos y el asesinato a sangre fría de dos militantes piqueteros, Darío Santillán y Maximilano Kosteki, en la Estación Avellaneda.

Trapos manchados de sangre

Desde el Estado y los medios de comunicación se buscó responsabilizar de las muertes, a las organizaciones que se habían movilizado ese día. Pero la movilización popular impidió que esta versión fuera impuesta, y se ocultase la articulación del poder político en el esquema represivo. Así se logró el juzgamiento de los efectivos de la policía bonaerense que participaron del asesinato. Sin embargo, los autores político-intelectuales siguen impunes y algunos continuaron siendo funcionarios durante el kirchnerismo: Aníbal Fernández (Secretario de la Presidencia, ocupó numerosos cargos en la última década) y Felipe Solá (gobernador de Buenos Aires, hoy es diputado por el massismo).

Maxi y Darío hoy

Ayer fue el gobierno de Duhalde el que buscó cómo hacer pagar los platos rotos a los trabajadores, hoy le toca a Macri. El fallo antihuelgas, el protocolo antipiquetes como las represiones de los kirchneristas no son más que las maneras por las cuales nos buscan aleccionarnos para ajustarnos. Todo vuelve: la crisis, el desempleo y el hambre, etc. Lo único que puede llegar a marcar la diferencia somos los trabajadores. De nosotros va a depender de que la historia no se repita.