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ANTE EL CONFLICTO EE.UU (OTAN)- RUSIA- UCRANIA

Una vez más, Ucrania está en el centro de un conflicto internacional que puede abrir un conflicto militar de grandes proporciones para el proletariado del Este europeo y toda Europa. Una vez más, la soberanía ucraniana es manipulada en función de los intereses de dos bandos contrarrevolucionarios: la Rusia de Putin y el imperialismo norteamericano, su OTAN y sus socios europeos.

Declaración de la Liga Internacional de los Trabajadores (LIT-CI)

Hace poco tiempo, cuando las tropas de Putin entraban en Kazajistán para sofocar en sangre la rebelión del pueblo kasajo, esta era aplaudida por EEUU y la Unión Europea revelando el gran acuerdo entre Putin, los EEUU y la UE cuando se trata de impedir la soberanía de un pueblo contra los intereses del capitalismo ruso y mundial.

Defendemos una Ucrania unificada y libre de la opresión rusa –la devolución de Crimea y el retiro de las tropas rusas de la frontera oriental y de las organizaciones paramilitares rusas y ucranianas en el Donbás–. La reactivación del conflicto no tiene, de parte del imperialismo, ningún interés en defender la soberanía ucraniana, sino lo contrario: es una operación para convertir el país en una base militar de la OTAN en las fronteras de Rusia, es decir, en una colonia militar.

La lucha por la soberanía ucraniana está firmemente vinculada a la lucha de clases mundial y a la crisis en el orden mundial imperialista. La guerra que se está incubando no interesa a los trabajadores ucranianos y rusos, tampoco a los trabajadores europeos, norteamericanos y de todo el mundo.

¡Fuera las tropas de Putin y de la OTAN!

Putin concentra tropas en las fronteras ucranianas para evitar la adhesión del gobierno de Kiev a la OTAN. La debilidad de la Rusia capitalista para controlar a las ex repúblicas soviéticas, lleva a Putin a despertar el secular nacionalismo gran ruso de zares y del estalinismo, ahora contra Ucrania.

Pero, como explica Trotsky, Ucrania fue en la época de Lenin un ejemplo de la política bolchevique: unir libremente las diversas nacionalidades en una federación con objetivos comunes, por el convencimiento y no por la imposición, generando una fuerza de atracción a las nacionalidades y un “estímulo a la lucha de los obreros, de los campesinos, y de la intelectualidad revolucionaria de la Ucrania Occidental esclavizada por Polonia”[1].

En 2014, las masas ucranianas se levantaron contra Yanukovich[2], que aplicaba un ajuste estructural exigido por el FMI y la Unión Europea, al mismo tiempo que estaba subordinado políticamente a Putin y era contrario a la entrada de la OTAN.

Pero el pueblo ucraniano sufrió la ausencia de una dirección proletaria capaz de liderar la lucha en un sentido socialista y combatir las ilusiones “europeístas” diseminadas por los partidos burgueses comprometidos con la semicolonización del país.

Así, la camarilla burguesa pro Kremlin de Yanukovich fue relevada por la camarilla proimperialista de Yatseniuk, que en 2014 llevó a cabo un brutal ataque a los trabajadores. Al mismo tiempo que aumentaba en 50% en precio de gas y rebajaba los salarios de todo el proletariado ucraniano, valiéndose del odio al nacionalismo gran ruso como un arma para dividir a la clase obrera, prohibía el idioma ruso en la región del Donbás[3].

Estas medidas fueron respondidas por la clase obrera más concentrada del país, con un poderoso movimiento huelguista con ocupación de minas y fábricas en la región de Donetsk y Lugansk. Pero, desgraciadamente, esa gran lucha fue capitalizada y desmontada por las organizaciones separatistas pro rusas, impidiendo la unificación de los trabajadores y el pueblo ucraniano contra la política del imperialismo y su gobierno fantoche.

El reaccionario acuerdo de Minsk (2015), que detuvo la escalada militar, al mantener el status quo (la incorporación de Crimea por Putin y la autonomía regional en el Donbás), nacía muerto.

En la medida en que el antagonismo profundiza la crisis en el orden imperialista mundial, replantearía la cuestión ucraniana, ahora como semicolonia armada por la OTAN, frente a las dificultades de Putin para retomar el movimiento separatista en el Este de Ucrania.

El capitalismo ruso, dependiente del capital financiero europeo y abastecedor de gas y petróleo a la industria alemana, es incapaz de ofrecer negocios lucrativos a la débil burguesía de las ex repúblicas soviéticas. Solo puede mantener su influencia regional con dictaduras sumisas al Kremlin y bajo amenaza militar.

Sus agresiones, sea en Ucrania, Kasajistán[4], Siria, Belarus[5], no son, como pintan los partidos posestalinistas y castristas, parte del supuesto bloque “antiimperialista”. Son acciones contrarrevolucionarias de un país dependiente y, al mismo tiempo potencia militar heredada de la ex URSS, para aplastar el movimiento de masas en apoyo a las oligarquías sumisas.

En 2021, estallan movilizaciones en más de una centena de ciudades rusas contra el gobierno, después del envenenamiento del opositor Navalniy, duramente reprimidas, con más de 10.000 prisiones[6]. En un país en el cual crecen las muertes por Covid y el malestar social, la agitación prebélica de Putin apela al nacionalismo gran ruso, callando toda oposición interna.

Putin pierde la capacidad de expresar sus exigencias contra la incorporación de Ucrania a la OTAN presentándolas como parte de una guerra civil entre ucranianos. Entonces, aproxima las tropas a la frontera Este, en una posición de enfrentamiento con todo el imperialismo, amenazando con una guerra que se prolongaría, con millares de muertos de los dos lados del conflicto.

En este marco, se inserta la política del imperialismo norteamericano y su brazo armado en Europa –la OTAN–, que no tiene otro objetivo que convertir todo en un país en una base militar al servicio de sus intereses: profundizar la presión militar sobre Rusia, y a la vez que gana tiempo para resolver su profunda crisis política interna se aprovecha de la división europea para disciplinar a Alemania.

Las contradicciones del campo imperialista

Las declaraciones de Alemania y Francia, y también de Italia, se contraponen al tono belicista de Biden y de la OTAN, incluso estando bajo la disciplina de los militares norteamericanos. Los principales imperialismos europeos, relegados a la condición de espectadores en las negociaciones por los Estados Unidos, tienen sus propios intereses amenazados por los Estados Unidos, que utiliza el conflicto para disciplinarlos, en especial al imperialismo alemán.

Rusia exporta 35% del gas utilizado por Europa, además de la red Nord Stream1, que abastece directamente a Alemania, pasando por Ucrania; y ahora se construye otra red, la Nord Stream2, que le llevaría el gas ruso sin pasar por Ucrania. Los Estados Unidos siempre se opusieron. Pero, para superar la deteriorada relación con Alemania de la era Trump, el acuerdo Biden-Merkel, de inicios de 2021, renunciaba a las sanciones norteamericanas a las empresas que construyen el Nord Stream2.

Pero, en noviembre del año pasado, los Estados Unidos retomaron las sanciones, paralizando nuevamente el gasoducto, con respaldo expreso del ministro de Relaciones Exteriores ucraniano.

Al concentrar sus esfuerzos en la contención china, ya ampliamente declarados por Biden, los Estados Unidos exigen total disciplina del imperialismo alemán incluso al costo de sus relaciones con Rusia. En el mismo sentido, las relaciones de ambos países con China atentan contra la propiedad norteamericana.

Una guerra que no interesa a los trabajadores

Si los términos de la ecuación bélica no sufren grandes modificaciones, Putin no quiere una guerra en gran escala con Ucrania. Prefiere mantener la situación actual, de guerra congelada, en su juego de presiones contra Ucrania, que le impida el ingreso en la OTAN. Tiene conciencia de que una guerra sería imprevisible.

Zelenski, presidente ucraniano, sufre una crisis económica y la caída de su popularidad, y utiliza la fragilidad rusa y la reorganización de sus fuerzas armadas por los EEUU, tensionando la situación para vender más caro a Ucrania.

Los Estados Unidos tampoco desean una guerra en gran escala en el continente europeo, apuestan por la tensión para forzar un retroceso de Putin, presentando una victoria contra Putin y Trump, que sigue en sus talones, y de paso disciplinar a Alemania.

Lo que distingue la situación actual de la de 2014 es que no estamos ante un levante o insurrección de masas en Ucrania contra la opresión rusa. Tampoco la ofensiva rusa en el Este (Donbás) tiene como estrategia recuperar el terreno perdido para Kiev.

Esta posible guerra no interesa a los trabajadores ucranianos y rusos, tampoco a los trabajadores europeos, norteamericanos y del mundo.

Reafirmamos que Rusia no tiene ningún derecho sobre Ucrania. Para defenderse de las tropas de la OTAN en sus fronteras, debería apelar a una gran movilización de los pueblos ucraniano, europeos y norteamericanos… y rusos, contra el avance de las tropas de la OTAN, pero sus oligarcas, apoyados en un Estado autoritario, temen más a las masas en movimiento que al imperialismo.

  • Defendemos el fin de la OTAN. Fuera sus tropas y las bases americanas en los países de Europa occidental y en el Este europeo.
  • Por el fin de la alianza militar CSTO (Organización del Tratado de Seguridad Colectiva) del Estado ruso con las ex repúblicas soviéticas, utilizado para el envío de tropas, como en el levantamiento de Kasajistán.
  • Por una Ucrania unificada y libre de la opresión rusa, de la Unión Europea, de los Estados Unidos y de la OTAN.

Notas:

[1] TROTSKY, León. “La cuestión ucraniana”, en: https://litci.org/es/la-cuestion-ucraniana/

[2] https://litci.org/es/sobre-la-caida-de-yanukovich-en-ucrania/

[3] https://litci.org/es/declaracion-de-la-lit-ci-sobre-la-situacion-en-ucrania/ 05/2014

[4] https://litci.org/es/un-levantamiento-popular-en-kazajstan-fuera-las-tropas-rusas-de-kazajstan-abajo-el-gobierno-de-nazarbayev-tokayev/

[5] https://litci.org/es/una-revolucion-sacude-a-bielorrusia/

[6] https://litci.org/es/libertad-a-todos-los-presos-politicos-abajo-la-represion-el-significado-de-las-actuales-manifestaciones-contra-putin/