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ANTE LA MUERTE DE HEBE DE BONAFINI

Hoy a los 93 años, murió Hebe de Bonafini y, como era de esperarse, esa muerte no pasa inadvertida para la escena política local. Es que Hebe fue un símbolo en muchos sentidos. Como una de las caras visibles de las Madres de Plaza de Mayo, representa una de las luchas más importantes de la historia reciente de nuestro país. Pero a la vez, también es símbolo de la subordinación de organismos de Derechos Humanos (DDHH), a un proyecto político patronal como el kirchnerismo, que llevó a que abandonara en los hechos, los pilares fundamentales de la pelea de la que fue emblema.

Al hablar de Hebe vuelve a hacerse presente lo que las Madres de Plaza de Mayo significan para las luchas de nuestro país: la resistencia a la Dictadura, la pelea contra la impunidad aún en los momentos más duros, el apoyo, en muchos casos fundamental, a importantes luchas. Difícil olvidar que, antes del 2001, fueron las únicas que dieron lugar a los agrupamientos de desocupados para organizarse o el apoyo a las fábricas recuperadas. Y difícil olvidar a las Madres el 20 de diciembre de 2001, cuando al intentar entrar a Plaza de Mayo, fueron brutalmente reprimidas. Es que las Madres, luchando por sus hijos, se transformaron en las madres de todos y todas los luchadores y luchadoras durante décadas.

Hebe es símbolo de eso, y por eso la odian los sectores nefastos que, abiertamente o no, reivindican a la Dictadura. Contra esos sectores, y sus críticas por derecha a Hebe y las Madres, no tenemos ninguna duda en defender aquella trayectoria, justamente la que atacan.

Pero, lamentablemente, Hebe no fue solo eso. Con su adhesión al kirchnerismo peronista y la defensa militante de sus gobiernos, se transformó en muchos casos en instrumento contrario a lo que había simbolizado. El kirchnerismo tuvo una política de desviar e institucionalizar toda la lucha que dimos por décadas, haciendo dependientes del Estado a los organismos de DDHH. Así dejaron de ser, cada vez más, expresiones de lucha y resistencia, dado que todos los gobiernos en democracia mantuvieron la impunidad (hay que recordar que solo hay 1058 condenados por crímenes durante la última Dictadura, y gran parte de los asesinos y torturadores permanecen impunes, militares, altos miembros de la Iglesia y cómplices civiles). Hebe fue también un ícono de ese proceso.

No podemos dejar de recordar, con mucho dolor, como actuó frente a la desaparición de Julio López y frente a todas las represiones que hicieron los gobiernos peronistas K. No podemos dejar de recordar el caso del escándalo de corrupción de “Sueños compartidos” con viviendas populares. No podemos dejar de recordar la simbólica imagen en la que se sacó el pañuelo para tomarse una foto con el genocida general Milani.

La lucha por los DDHH no es sólo contra la represión en Dictadura, ni siquiera solamente contra la propia represión: es la lucha por el derecho a comer, a estudiar, a la salud, a una vivienda y una vida digna. Esa pelea fue abandonada por Hebe, y hasta la dio en la vereda de los explotadores y opresores.

Hoy se despide a ese símbolo que, para quienes seguimos peleando contra la represión de ayer y de hoy, desde la independencia de clase, es contradictorio. Continuar la pelea por la apertura de los archivos de la Dictadura y contra la impunidad que aún persiste, quizá sea el mejor homenaje que puede hacerse a aquella Hebe de la resistencia que reivindicamos.