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CONTRA EL HAMBRE Y LOS FEMICIDIOS, ORGANIZARNOS DESDE ABAJO

Casi 250 casos de coronavirus y 6 muertos al día de hoy en las villas de CABA. Sin dudas, la 31 y la 1-11-14 son quienes se llevan la peor parte. El propio ministro de salud Quirós asegura que allí no se pueden cumplir las medidas de distanciamiento social para evitar la propagación del virus, porque el amontonamiento de gente en una misma casa lo hace imposible. Según relataba “el caso cero” de la Villa 31, en el sector donde vive en la villa, se comparte el baño con otras 13 personas, cuatro familias enteras y estuvieron 10 días sin agua. Nadie se hace responsable de la situación. El hacinamiento, la humedad, el hambre y la pobreza estructural poco colaboran para evitar un contagio masivo, y eso el Gobierno también lo sabe, aunque poco hace. 

Hambre y femicidios: la verdadera cara del coronavirus

Los ejemplos de las villas más grandes de CABA se extienden al conurbano bonaerense y a los sectores más pobres de la Argentina, donde la situación no mejora en nada. El hambre y la desocupación empiezan a calar hondo en cada barrio de casas precarias, y donde el sistema de salud ya estaba colapsado de antemano. A eso se suma la pandemia de los femicidios y la violencia que se extiende amenazante para cada mujer, obligada hoy a convivir con hombres violentos, aislada de toda contención o ayuda posible.

En los barrios, mujeres al pie de la olla

Como muchas otras veces, cuando el hambre aprieta, en cada barrio las mujeres salimos a ponerle el pecho a la situación: siempre somos nosotras las que hacemos punta cuando hay que organizar el comedor del barrio, ir a buscar la bolsa de comida que nos dan en las escuelas, o en este caso, las ollas populares que son fundamentales para que al menos las familias tengan un plato de comida caliente al día. Y encima ahora se viene el frio… 

Por su parte, el gobierno solo baja bolsas miserables y cada día menos comida a los comedores que ya existían desde antes de la pandemia, o 10 mil pesos que no alcanzan para nada. En las puertas de las escuelas ya empiezan a verse peleas por quien tiene que llevarse la bolsa, porque nunca alcanza para todas. 

La pobreza tiene cara de mujer de barrio, trabajadora, desocupada o precarizada. De empleada doméstica que, si no trabaja, no cobra, porque el 70% de ellas trabajan de manera informal. De mujer cuidadora de niñes o ancianes. De aquella que tiene el puesto de tortillas en cualquier estación de tren del conurbano. De trabajadora social que no se le renovó el contrato en la Municipalidad de Tigre o de maestra en Chubut que hace meses no cobra su escaso salario. Feminización de la pobreza es un concepto c0laro: son las mujeres de la villa 31 reclamando por el agua, por el dengue, por sus familias. “Como vivimos en una villa nos dejan morir”

Dar la pelea por sobrevivir

Para enfrentar todas estas necesidades, es urgente poner en pie comités barriales que tomen en sus manos cada una de ellas: la comida, el agua, los elementos de limpieza y prevención, la seguridad de las mujeres, la desocupación. Solo desde ahí, con la fuerza que tenemos desde abajo organizades, podremos lograr arrancarle a este gobierno las soluciones que necesitamos. Se necesita garantizar el aislamiento o la seguridad de mujeres y niñez ante la violencia: entonces que el gobierno disponga de las casas y hoteles de lujo vacías, ociosas, para resguardar nuestras vidas. Se necesita trabajo remunerado para todes, y decretar ya mismo la Emergencia Nacional contra la violencia machista para que dejen de matarnos. Sabemos que, para todo esto, es necesario presupuesto, y éste debe salir de dejar de pagar la deuda externa y que la tortilla se vuelva. Ya basta de ser les pobres y trabajadores quienes paguemos los costos de una crisis económica que no provocamos. En nuestras manos está la fuerza que necesitamos para lograrlo. 

(1) https://www.perfil.com/noticias/sociedad/casi-el-10-de-las-viviendas-portenas-no-tienen-ocupantes.phtml?rd=1&rd=1

08 de Mayo de 2020.-