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Cristian Aldana, preso por abuso

Hace dos días el cantante de El otro Yo, Cristian Aldana, fue procesado y puesto en cárcel común, además de haber sido embargado por 2500000$, al haber sido encontrado culpable por al menos siete casos de abuso sexual a mujeres menores de edad.

Es uno de los casos que tomó vuelo luego de las denuncias realizadas por Rocío y Mailén, quienes dejaron al descubierto el mundo oscuro de violencia y abuso que hay detrás de la magia del rock. Luego los dichos de Gustavo Cordera nos hicieron confirmar que detrás detodo se encerraba una justificación para la violación: “Hay mujeres que necesitan ser violadas para tener sexo porque son histéricas y sienten culpa por no poder tener sexo libremente“. Lamentablemente no solo Cordera opina así, sino que vivimos en una sociedad que tolera y hasta justifica la violencia contra las mujeres, es por eso que existen 50 ataques sexuales por día.

Por lo general, la culpa es de la víctima. Por lo que llevaba puesto, porque estaba sola, porque andaba hasta tarde en la calle, se acostaba con todos y podemos seguir enumerando culpas. Todas estas justificaciones las vemos en los titulares de noticias. Todas las víctimas tienen la culpa de ser violadas. Inclusive las menores abusadas por Aldana, o los padres de ellas. Es casi un devenir azaroso sobrevivir a la juventud sin ser violada.

De esta manera, los medios esquivan ir al fondo de la cuestión. No se explora la raíz del problema. Porque la raíz está en el mismo sistema capitalista. Que utiliza el machismo, la xenofobia, la homofobia, todas las falsas ideologías para dividir a los trabajadores. Para que los hombres crean que el problema lo tenemos las mujeres, y para que las mujeres creamos que el problema son los hombres. Mientras unos pocos gozan de los privilegios de estar sacándonos la sangre. Porque esto no sólo nos divide en estos casos, sino que después a la hora de luchar por nuestras reivindicaciones como laburantes, cuando tenemos que pelear contra los despidos, por aumento de salario, contra los cierres de empresas, es mucho más difícil ganarnos la confianza de todos. En eso nos debilita. Y por eso es muy importante que esto sea tomado por las organizaciones de trabajadores, porque es una lucha contra los de arriba, y no entre nosotros.

Todo lo que conquistamos fue con lucha

“Gracias” al Gobierno Nacional, éste y el anterior, no tenemos cifras oficiales sobre violencia, abusos, femicidios. La emergencia nacional de violencia hacia la mujer no fue declarada, por lo que el tópico sigue siendo relegado de la agenda política. Y El presupuesto votado para este tema sigue siendo ínfimo, con el agravante de que el Plan Macri tiene como meta principal bajar el déficit del Estado a costa de la salud, la educación y los demás servicios públicos, entre ellos el cierre de servicios de atención a la violencia contra la mujer. Sin embargo los números están sobre la mesa, en cada charla de amigas, de compañeras de laburo, de familiares, saltan los casos por sí solos. Cuántas de nosotras fuimos acosadas en transportes públicos? Cuántas tuvimos que ver contra nuestra voluntad los miembros viriles de algún exhibicionista? Cuántas nos cansamos de escuchar guarangadas en la vía pública? Y lo que es peor, cuántas nos callamos las denuncias de abuso? Sobre todo, porque muchas veces se trata de familiares, parejas, o ex parejas.

A raíz de las movilizaciones del 3 de junio y el Miércoles Negro, como la unión hace la fuerza, aumentaron las denuncias de violaciones y femicidios. Arrancamos a la fuerza espacio en los medios de comunicación, y ahora la violencia se hizo mucho más visible que antes. Por ese camino sacamos a Belén de la cárcel, y por el mismo lo metimos a Cristian Aldana, sumado a los videos que hicieron tres de sus víctimas Ariell, Felicitas y Charlie.

Necesitamos redoblar los esfuerzos para arrancar el presupuesto que necesitamos, debemos organizarnos en cada lugar de trabajo, en los centros de estudiantes y federaciones para salir aún más unidos contra la violencia hacia las mujeres. En nuestros laburos tenemos que tener protocolos específicos para atender estos casos, tienen que haber licencias, asistencia médica y psicológica para las víctimas. Y lo mismo en escuelas y universidades. No podemos dejar desprotegidas a nuestras compañeras, a nosotras mismas. Y hasta que no se terminen los casos, no vamos a dejar de salir a las calles por todas, como estuvimos por Gina la semana pasada. En la calle, organizadas. En los sindicatos, escuelas y universidades, junto a nuestros compañeros, luchando para arrancar lo que necesitamos, para lograr que la CGT y las CTA, al igual que las federaciones estudiantiles pasen de las declaraciones a la acción. Porque este horror de abusos, violaciones, femicidios, discriminación salarial y humillación laboral de las mujeres, se frena con organización, paros y movilizaciones, como el resto de los problemas de la clase trabajadora. Ni una menos, Vivas nos queremos.