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El negocio del deporte para pocos

Los Juegos Olímpicos son el mayor evento deportivo internacional multidisciplinario en el que participan atletas de todo el mundo. Entre el 5 y 21 de agosto será en Brasil, sede “Río de Janeiro 2016”, con 10.500 atletas de 206 países que competirán en 42 deportes.
Es importante analizar el real contexto en el que estos juegos se desarrollarán, algo que no exponen los medios de comunicación que hacen de este evento un gran negocio deportivo y olímpico.

Una economía mundial en profunda crisis, una eurozona con perspectivas de desintegración, deudas externas impagables en varias regiones, guerras civiles con millones de refugiados de medio oriente y áfrica, atentados terroristas como el Estado Islámico, rebeliones de pueblos por mejores condiciones de vida y bienestar económico, millones de pobres en vastas regiones del planeta, y una disputa capitalista entre las grandes potencias para ver cual se queda con la mejor parte de la torta atacando y explotando a millones de trabajadores y pueblos enteros, expoliando sus recursos.
Condiciones que no hacen precisamente de los Juegos Olímpicos un evento deportivo igualitario a nivel regional o nacional y en lo individual. En los hechos es una gran muestra de lo discriminador del sistema capitalista con respecto al deporte.

Rio de Janeiro 2016: corrupción y crisis política

Los Juegos Olímpicos se desarrollarán en Brasil con crisis económica y política, con Dilma Rouseff separada como presidenta por poderes parlamentarios y judiciales tan corruptos como el gobierno del PT y el vice Michel Temer, quien asumió con la desconfianza de toda la clase trabajadora y el imperialismo.
Se agudiza la inflación, aumenta la desocupación con despidos y suspensiones masivas de trabajadores. Caen los recursos para hospitales, educación, vivienda y transporte. Baja la inversión capitalista y se agudiza a pasos agigantados la pobreza. Los habitantes de las favelas de Río son tristes espectadores de la ostentación millonaria que implican los Juegos. Los gastos estimados provisoriamente ascienden a 36.700 millones de reales (U$S 11.260 millones), no obstante la millonaria estructura corrupta que dejó el último mundial de fútbol.
Las Olimpíadas en Brasil demuestran a todo el mundo el gran robo que sus gobiernos capitalistas y empresarios realizan en Rio de Janeiro. Hasta estos últimos días las prometidas obras de desplazamiento urbano y sanitarias que beneficiarían a todo el pueblo son una incógnita, están sin finalizar o terminadas en forma provisoria.
Varias delegaciones se quejaron por la inhabitabilidad de las viviendas de la Villa Olímpica o el saneamiento de las aguas costeras y de rio para competencias acuáticas. El gobernador Dornelles tuvo que reclamar mayores fondos de emergencia, pero que se destinarán a seguridad y a reforzar el aparato represivo ante las posibles movilizaciones de la población pobre y los trabajadores. Más hostilidad, en consecuencia, de la policía y del ejército, blindando Río de Janeiro con la excusa de posibles atentados terroristas. La fuerza de seguridad represiva la integrarán un 41% de efectivos estatales y un 59% de efectivos privados

El capitalismo reemplazó el amateurismo por los negocios

El Comité Olímpico Internacional (COI), dominado por los países imperialistas, mostró a través de los diferentes Juegos Olímpicos cómo la avidez de ganancias de financistas y empresas terminaron prácticamente con el espíritu amateur del deporte. Con la excusa de avances económicos, políticos y de tecnología, dejó de lado lo que Pierre de Cubertain (1) anhelaba para la sana competencia deportiva entre todas las regiones y naciones, resaltando el espíritu original de los juegos griegos.
Así el COI aceptó en los Juegos a atletas profesionales, y unido al explosivo desarrollo de los medios de comunicación de masas comenzó el apoyo a deportes y atletas patrocinados por empresas y la consiguiente comercialización de los Juegos, como lo vemos en actividades de influencia masiva como el fútbol, básquet, boxeo, tenis, rugby, vóley, etc. Apoyo además coordinado con fundaciones y universidades como en Estados Unidos que confieren privilegios a ciertos atletas que aceptan adecuarse patrocinando marcas con contratos millonarios con vistas a ser partícipes necesarios de enormes ganancias comerciales para pocos.
El famoso medallero olímpico, fue copado por las grandes potencias económicas en los últimos juegos, con Estado Unidos a la cabeza, seguido por Federación Rusia, China, hoy capitalistas, y países europeos. Y muy alejados los latinoamericanos, como Cuba, africanos y de Medio Oriente. Es de resaltar que hasta la caída del bloque soviético los estados obreros con la Unión Soviética y Cuba liderando competían de igual a igual ante las naciones imperialistas capitalistas.

Socialismo es garantía de una sana e igualitaria competencia deportiva

Más allá de la burocracia stalinista y sus dictaduras, se demuestra que el deporte apoyado por recursos de una política estatal económica, social y cultural destinado a los trabajadores y a la población, sin privilegios de clase, y alejado de las apologías nacionalistas, puede generar miles de posibilidades a los seres humanos para desarrollarse deportiva y sanamente en competencia.
Desde el PSTU denunciamos al capitalismo por utilizar al deporte como una mercadería de consumo y no como desarrollo humano, y cuestionamos estos Juegos Olímpicos, donde competirán atletas cuyas condiciones de formación y entrenamiento no son igualitarias, transformándose para los medios en una disputa de medallas para las naciones dominantes.
Mientras persista la sed de ganancias empresarial no habrá solución para masificar los deportes que deberían ser amateur. Únicamente una política estatal socialista bajo un verdadero control democrático de los trabajadores y el pueblo permitirá a los niños y jóvenes tener oportunidades para elegir la actividad deportiva en que pueden desarrollarse sanamente.

(1) Pedagogo e historiador francés, fundador de los Juegos Olímpicos modernos.


La delegación argentina: Una muestra de las clases sociales 

La delegación argentina a Río 2016, con 212 atletas, refleja los privilegios de clase que atraviesan el deporte en nuestro país. No es en desmedro de la propia actividad de los deportistas, sino para explicar que si no se involucran en el negocio del deporte y los medios o carece de un privilegio económico personal pocas posibilidades tiene de competir sanamente como atleta.
70 deportistas son profesionales. Fútbol: 18, básquet: 12, boxeo: 6, tenis: 6, golf: 2 y vóley 26 (algunos profesionales en ligas europeas).
89 atletas de actividades deportivas en las que si bien aún mantienen ciertas pautas amateuristas, su origen económico y social y el ámbito en que practican les permite ciertos privilegios de disponibilidad de tiempo y económicos apoyados con recursos familiares y de entidades y clubes de clases con alto poder adquisitivo. Handball: 28, Hockey sobre césped: 32, equitación: 4, rugby seven: 12, yachting: 13.
54 atletas eminentemente amateurs, que generalmente practican y se desarrollan con esfuerzos personales. Atletismo: 13, canotaje: 10, ciclismo: 6, esgrima: 1, gimnasia artística: 1, judo: 1, pesas: 1, lucha: 1, nado sincronizado: 2, natación: 6, pentatlón moderno: 2: remo: 2: tiro: 5, triatlón: 2.
El Gobierno destina $ 2.500 millones al Fútbol para Todos, muy lejos de lo asignado a las actividades deportivas amateur. Mientras los clubes de barrio y del interior luchan contra el tarifazo para no desaparecer y las delegaciones argentinas a los Juegos con sólo algunas dignas medallas reflejan el poco interés de nuestros gobiernos capitalistas hacia el deporte.