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La carrera electoral y el derrumbe de los techos

La urgencia de la Presidenta por terminar la disputa de las PASO y cerrar filas con Scioli, y el apoyo recibido por parte de sectores claves de las patronales como la conducción empresaria de Techint, tiene una relación directa con el malestar de los trabajadores ante la política de ajuste. Primero fue la combativa y prolongada huelga de 25 días de los aceiteros que quebró el techo salarial del gobierno. Luego la masiva
movilización nacional del 3J bajo la consigna “Ni Una Menos” que cuestionó la inacción oficial frente a la violencia contra la mujer en general y empezó a poner sobre el tapete los problemas de la mujer trabajadora en particular. Y pocos días después un nuevo y contundente paro nacional encabezado por los sindicatos del transporte y la CGT de Moyano ante el temor a la presión de las bases que exigen a sus gremios acuerdos paritarios que se parezcan más al de los aceiteros que al del obediente Caló. Por eso el gobierno y los patrones buscan cerrar filas frente al desgaste que les provoca el salto en las luchas obreras y populares.

La pelea contra el ajuste

El derrumbe del techo de la estación Bernal del ferrocarril Roca se produjo casi junto al derrumbe de la candidatura de Randazzo. Sin embargo, para el gobierno el problema con los “techos” ya había comenzado con los aceiteros, que habian quebrado el plan de Kicillof de ponerle tope al salario, arrancando un 36%.
Este triunfo de los aceiteros no solo empujó a que otros gremios, como bancarios y portuarios, firmaran por cifras similares, sino que acrecentó la bronca entre los trabajadores cuyos dirigentes firmaron “bajo techo”. En el sindicato “testigo” de Kicillof, la UOM, se resquebraja el techo por dentro con seccionales como Córdoba y Tierra del Fuego que salen a pelear por un aumento mayor exigiendo el 32%. Los docentes de Buenos Aires vienen de un contundente paro a pesar del boicot del burócrata oficialista Baradel y se empieza a hablar de no iniciar luego del receso invernal. La crisis económica se sigue profundizando a nivel mundial y en el país. En Europa el agravamiento de la situación de Grecia puede significar que este país entre en cesación de pagos y salga del euro, provocando un terremoto en ese continente. En la Argentina la recesión industrial supera los dos años y continúa la caída de los precios de las exportaciones. Y eso se ve continuamente agravado por la presión de los buitres que, con la ayuda del juez Griesa de Nueva York, han aumentado al doble los pagos que reclaman. Esto hace que el gobierno y las patronales necesiten profundizar el ajuste que se inició en 2011. Ese ataque a las conquistas obreras y populares, tiene su expresión más clara en los despidos y suspensiones (según algunas fuentes en los últimos dos años se perdieron 750.000 puestos de trabajo) y en el techo a los aumentos salariales y las jubilaciones de miseria, sumado al aumento de la precariedad laboral y la imposición de ritmos de trabajo cada vez más duros. También en la falta de inversión en salud y educación públicas o para resolver el problema energético por lo que vuelven los cortes de luz. Estos ataques son los que provocan la creciente ruptura de las ilusiones con el kirchnerismo y las luchas de resistencia. Hasta este mes, las expresiones más importantes de la ruptura con el gobierno habían sido los paros nacionales encabezados por las CGT de Moyano y Barrionuevo y la CTA de Micheli. El triunfante paro aceitero introduce la novedad de una acción masiva por fuera de esas direcciones burocráticas. Por el lado de la bronca popular contra la “inseguridad”, las manifestaciones populares más avanzadas habían sido “puebladas” en distintos barrios, en muchos casos dirigidas contra las comisarías que “administran” el delito o contra los bunkers del narcotráfico, ante casos de asesinato y violación. La movilización masiva del 3 de junio con la consigna “Ni Una Menos” mostró que en todo el país crece la disposición de amplios sectores populares a la acción contra la “inseguridad” en una de sus expresiones más graves, el femicidio.

La pelea electoral

En este escenario se desarrolla la contienda electoral. El crecimiento de las movilizaciones y el espacio creciente a la izquierda del kirchnerismo tuvo su expresión electoral en Mendoza, el quinto distrito más importante del país. Allí el radicalismo, con apoyo de Massa y Macri, venció al Frente para la Victoria que controlaba la provincia desde el 2007. El “retiro voluntario” de Randazzo y el encolumnamiento del kirchnerismo detrás del mejor posicionado Scioli, la “renuncia” de Milani, los intentos de retomar el discurso “nacional y popular” y de polarizar con el macrismo, apuntan a intentar paliar los efectos de los golpes recibidos en las luchas contra el plan de ajuste. Pero el punto más destacado de este proceso quedó reflejado en la impresionante elección del Frente de Izquierda y los Trabajadores (FIT), que en unos comicios muy polarizados se ubicó en el tercer puesto, obteniendo más del 10% de los votos en la disputa a gobernador y ampliando sus bancadas de diputados, senadores y concejales en Mendoza. Ante la profundización de la crisis económica mundial y sus repercusiones en América Latina, la aplicación del ajuste y la extensión de las luchas que lo resisten, han provocado un avance en la ruptura obrera y popular con el kirchnerismo , acompañando en el terreno electoral el crecimiento ininterrumpido del FIT desde su fundación en el año 2011. Los buenos resultados obtenidos en Mendoza, junto a los buenos resultados obtenidos anteriormente en Salta y la Capital, sostienen esta tendencia.
Desde el PSTU consideramos que toda la energía que volcamos en esta batalla electoral en todo el país debe estar al servicio de impulsar la mayor coordinación de nuestras fuerzas para apoyar y desarrollar las luchas obreras y populares en curso, unificándolas para avanzar en el camino de la construcción de la nueva dirección política y sindical que necesitamos los trabajadores para imponer una salida obrera y socialista a la crisis.