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LECCIONES DE UN AÑO DE GUERRA EN UCRANIA. SÓLO LA CLASE OBRERA PUEDE CONDUCIR AL TRIUNFO

La Cuarta Internacional debe comprender claramente la enorme importancia de la cuestión ucraniana no sólo en el destino del Este y Sudeste europeos sino de Europa en su conjunto. Se trata de un pueblo que ha demostrado su viabilidad, numéricamente igual a la población de Francia y que ocupa un territorio excepcionalmente rico y, además, de la mayor importancia estratégica. La cuestión de la suerte de Ucrania está planteada en todo su alcance. Hace falta una consigna clara y definida, que corresponda a la nueva situación. En mi opinión hay en la actualidad una sola consigna: Por una Ucrania Soviética de obreros y campesinos, unida, libre e independiente….

(León Trotsky, La Cuestión Ucraniana, 22 de abril de 1939)

Declaración de la LIT-CI

La invasión y ocupación del Ejército ruso comenzó como una “operación militar especial”, que tenía el declarado objetivo de derribar en unas “pocas semanas” al gobierno ucraniano y “liberar al pueblo” de Ucrania, “desnazificando” y “desmilitarizando” el país. Tanto Putin, como los gobiernos imperialistas, veían como absolutamente probable este objetivo. Sin embargo, la realidad es que la guerra contra los ocupantes se prolongó y ya cumple un año. Y el factor fundamental que desbarató esos planes es la heroica resistencia de la clase obrera y el pueblo trabajador ucraniano. Nuestra posición desde el inicio fue, es y será apoyar a esa resistencia, y a partir de ese eje y ubicación clave, hemos desarrollado los demás elementos de nuestro programa: la exigencia del suministro de armas pesadas y tecnología militar a Ucrania para que pueda derrotar la invasión, la oposición a toda intervención de la OTAN y los presupuestos de rearme imperialistas, el apoyo a las acciones contra la guerra en Rusia, la denuncia del gobierno burgués de Zelenski, en particular de sus medidas anti-obreras, que debilitan la resistencia de la clase trabajadora y su subordinación a Biden y la UE. Y lo más importante: la necesidad de la autoorganización independiente de la resistencia obrera ucraniana y de una campaña internacional de apoyo material y política a ésta. Y todos nuestros esfuerzos y programa están orientados al triunfo militar y político de la resistencia obrera ucraniana.

La agresión de Putin a Ucrania fue preparada con mucha antelación y camuflada como “ejercicios militares” junto a las fronteras de Ucrania. El régimen ruso denunció como viles calumnias de “Occidente”, las advertencias de que preparaba la invasión. Cuando el 24 de febrero invadieron por varios frentes e incluso desembarco de paracaidistas en las afueras de Kiev, intentaron justificarlo como una medida defensiva debida a la “expansión de la OTAN hacia el Este”, que se aproximaba amenazante junto a sus fronteras. La expansión de la OTAN es una realidad reaccionaria e innegable. Pero no es el motivo real de la invasión. Las repúblicas del Báltico Estonia, Letonia y Lituania se integraron a la OTAN y están mucho más cerca de Moscú y San Petersburgo. Y después de la invasión a Ucrania, Suecia y Finlandia, países históricamente neutrales han pedido su ingreso a la OTAN. La verdad es que se trata de la excusa de un conflicto entre las aspiraciones coloniales del régimen oligárquico de Putin sobre el espacio de la ex URSS, el Cáucaso y Eurasia y las de otras potencias, incluida China. Detrás de la invasión están los intereses económicos y financieros de los oligarcas rusos y sus monopolios en Ucrania.

Putin se enfurece argumentando que las potencias de la OTAN habían impuesto en Ucrania un régimen político ilegítimo, que era producto de un “golpe de Estado” en 2014. Así denominaron Putin y todo el espectro restante del estalinismo mundial al levantamiento popular del Maidán, un proceso muy contradictorio por la falta de una dirección revolucionaria, pero que enfrentó durante 5 meses al intento autoritario y neoliberal y la represión con un saldo de numerosos muertos del presidente, el oligarca pro-ruso Yanukovich. Éste finalmente huyó del país y por la vía de la reacción “democrática” el proceso se canalizó a un cambio de gobierno burgués con la elección del rico empresario “chocolatero” Poroshenko. En la siguiente elección llega al poder Zelenski, reafirmando la subordinación al FMI y la UE. Pero a pesar del desvío reaccionario y de la pandemia, entre el 2014 y 2022 la correlación de fuerzas entre las clases en Ucrania mantuvo niveles de luchas obreras importantes contra sus gobiernos, que representaban un estímulo para las masas de la región y una amenaza para dictaduras vecinas como Lukashenko y el mismo Putin.

Ucrania libra una guerra de liberación nacional

Con el pasar de las semanas y meses, se fueron derrumbando todos los pronósticos y también los mitos que alimentaron alternativamente el régimen de Putin y las potencias imperialistas. El propio gobierno ucraniano reconoce que los primeros días pensaban que su derrota era inminente. Ha trascendido que emisarios del gobierno Estados Unidos ofrecieron asilar a Zelensky en el extranjero, como gobierno en el exilio. Las cadenas de noticias centraban su atención en las fotos y videos de los desplazados y refugiados que abandonaban el país por millones. Pero también tuvieron que registrar el fenómeno que lo cambió todo: la valiente movilización masiva del pueblo trabajador de las más diversas edades, en Kiev y otras ciudades, que repudiaban activamente la presencia de las tropas invasoras e iniciaron una heroica resistencia, armada y desarmada. Se formaron y se extendieron como un reguero las barricadas y las defensas territoriales y un tiempo después, grupos partisanos en las regiones ocupadas.

Civiles reciben armas en Ucrania

Y esa resistencia, compuesta por voluntarios, exigió armas en los distritos militares y salió a enfrentar a los invasores, a los tanques y blindados con cocteles “molotov”. Tenemos testimonios directos de la ciudad de Kiev y la región suburbana. Allí las masas se agolpaban exigiendo armas y en muchos casos rebasaron el control de los arsenales. Los vecinos de cada barrio organizaban rondas y guardias para detectar a los merodeadores extraños, que Putin había infiltrado meses antes para marcar objetivos de bombardeo. Poco a poco las defensas territoriales se fueron fusionando con el ejército regular ucraniano. Con el avance de la resistencia los ocupantes fueron desalojados hacia la frontera con Bielarús, con innumerables bajas de sus tropas de élite y dejando en su huida un tendal de equipos militares.

En los territorios que fueron recuperados por los ucranianos, se evidenció la barbarie de los invasores: el hallazgo macabro de cientos y cientos de cadáveres de civiles, ejecutados con tiros en la nuca y las manos atadas a la espalda, después de haber sido torturados en sótanos donde funcionaban centros de interrogatorio y exterminio. Así, todo el mundo pudo ver la aberrante verdad sobre la invasión. Así comenzaron a derrumbarse, como castillos de naipes, los mitos sobre la “operación militar para liberar al pueblo” de la opresión del “gobierno nazi de Kiev”. Todo esto confirma que en Ucrania se libra una guerra de liberación nacional contra la agresión de la segunda potencia militar del mundo.

Eurasia: un epicentro de la lucha de clases mundial

La guerra en el territorio ucraniano se ha prolongado en el tiempo, superando los pronósticos del régimen de Putin y de todos los imperialismos. ¿Por qué? Porque se apoya centralmente en una poderosa resistencia obrera y popular que, a pesar de los límites que le impone la dirección burguesa, enfrenta la invasión y cuestiona objetivamente la estabilidad de toda Eurasia. Como no podía ser de otra manera, la prolongación de la guerra y la inquebrantable voluntad de lucha de la clase obrera y el pueblo ucranianos han agudizado las contradicciones inter imperialistas, dentro de la UE y también dentro de la OTAN y ha agravado la crisis del orden mundial. Y la inestabilidad se refracta, no sólo en Europa Occidental, sino en otros continentes. Así vemos procesos de lucha, como la huelga general en Francia, la ola de huelgas en Gran Bretaña… Como también los procesos de luchas en las semicolonias, en diversas regiones, por el aumento del precio del combustible y el trigo. En Latinoamérica son ejemplos Ecuador y los enfrentamientos ahora en Perú.

Los imperialismos de EEUU y Europa usan la guerra para su propio rearme

Tanto Biden como los gobiernos de la UE han utilizado la guerra para rearmar a sus ejércitos imperialistas, actualizar su armamento mientras envían a cuentagotas material militar a Ucrania. Dicha “ayuda” de la OTAN debe ser denunciada por su carácter esencialmente imperialista: no envía el armamento que le exige el pueblo ucraniano, al que se rehúsa a considerar de igual a igual, ni busca dar armas equivalentes, sino que trata al pueblo ucraniano como un aliado de segunda clase, enviando, en esta guerra como en todas las demás, armamento obsoleto, en poca cantidad y al ritmo que le conviene para administrar el conflicto y presionar para negociar a expensas de las vidas del pueblo ucraniano. La prueba de ellos es que todos los presupuestos de “ayuda” material a Ucrania se enmarcan en paquetes que dan un aumento descomunal al rearme de los ejércitos imperialistas y del gasto militar a costas de recortes en los programas sociales que responden a las necesidades inmediatas de los trabajadores. Este es otro síntoma clave que esta guerra agrava la crisis del orden mundial y de la hegemonía estadounidense. De este modo, para el 2023 el presupuesto de la OTAN ha aumentado por el octavo año consecutivo, esta vez con un salto histórico de 27.8% para el presupuesto civil y 25.8% para el militar frente a 2022. Los países de la OTAN dispuestos a alcanzar el 2% en gasto militar del PIB (compromiso formal desde el 2014)  se han multiplicado por dos desde el inicio de la guerra, y ahora un núcleo de países hoy aboga por elevar el compromiso al 2,5% o 3%. La UE, buscando cierta autonomía militar frente a EEUU, ha resucitado la Agencia Europea de Defensa aumentando un 15% su presupuesto para invertir en mayores proyectos de cooperación conjuntos.

La ayuda material a la resistencia ucraniana no depende hoy del aumento del presupuesto militar como lo plantea la propaganda imperialista.

Por eso nos oponernos categóricamente a todos los presupuestos militares de los gobiernos imperialistas de la OTAN, y a los intentos de éstos de presentarse como verdaderos aliados del pueblo ucraniano y partisanos de la “paz”, exigimos el envío incondicional de armas a la resistencia para derrotar al ejército ocupante.

Por otra parte, hacemos un llamado a la clase trabajadora en Europa, en EE. UU. y en el resto del mundo a dar toda la ayuda material posible a la resistencia ucraniana. Este llamado a la solidaridad activa lo hacemos con un criterio de independencia de clase, delimitándonos del actuar de los gobiernos, oponiéndonos a cualquier intervención directa de la OTAN en el conflicto, a los planes de “reconstrucción” y de endeudamiento que promueven la UE y el FMI y rechazando que el proletariado participe en alimentar el financiamiento de los ejércitos imperialistas.

Contra los invasores de Moscú y contra los ataques desde Kiev

Los cambios en los tiempos de la guerra tienen crecientes consecuencias para la lucha de clases en el interior de Ucrania. La clase obrera sacrifica sus vidas en el frente de combate contra los ocupantes y recibe golpes por la espalda en la retaguardia. El pueblo trabajador soporta un permanente martirio, con saldo de muertos y heridos por los constantes bombardeos sobre sus casas, escuelas y hospitales. La destrucción de la infraestructura esencial, con cortes de electricidad diarios, falta recurrente de agua, calefacción y drenajes, empeoran al extremo las condiciones de vida.

Y por otro lado, a la carestía de los productos básicos –una inflación de casi un 50% desde el inicio de la guerra– se suman los recortes salariales, las suspensiones y despidos y –a partir de leyes recientemente votadas y promulgadas por Zelensky– los ataques a los derechos y beneficios sociales, conquistados durante años por la clase obrera. Esta penuria creciente, combinada con los ataques por parte del gobierno al servicio de la burguesía, el saqueo colonial y la corrupción, golpea y debilita al principal factor social de la resistencia: el pueblo trabajador.

Además, se han votado leyes que endurecen la verticalidad de mando en el ejército, con castigos más severos a los soldados rasos y sanciones en el proceso de reclutamiento. La clase obrera y el pueblo explotado siguen siendo los mayores donantes de nuevos soldados para el frente. Y las crecientes tensiones sociales se reflejan en el frente. Aún así, predomina una alta moral de combate y la convicción de lograr la victoria. Porque hay conciencia que se está luchando por ser libres.

Sin embargo, como si faltaran factores de indignación, las masas enfrentan la corrupción rampante en las clases dominantes y altas esferas del estado a todos los niveles. Han estallado algunos escándalos resonantes, que fueron respondidos por Zelensky con purgas en diversos altos niveles de gobierno. Recientemente se plantea con mucha insistencia la posible renuncia del ministro de defensa Riéznikov, después que salieran a la luz unas grotescas sobrefacturaciones con compras de “toneladas de huevos”. Mientras el país se desangra en una guerra desigual, los diversos clanes de oligarcas se concentran en la rapiña y el nuevo reparto de la propiedad de industrias y recursos naturales. Crecen la desigualdad social y la desconfianza entre las masas hacia las instituciones del estado, con una relativa excepción de las fuerzas armadas. Al odio nacional al invasor se le suma el odio de clase a los ucranianos privilegiados.

Los triunfos militares ucranianos y la presión de Biden-Scholz por la “paz”

El significativo avance –en el verano y otoño del hemisferio Norte– en la región de Jarkov y la huida de tropas rusas con abandono de tanques, equipos militares y municiones, permitió a Ucrania la mayor recuperación de territorio en corto tiempo de toda la guerra. Por otro lado, con la retirada de 20 mil soldados rusos de la margen derecha del Dnieper, se recuperó la ciudad de Jersón y una importante franja de tierras fértiles que llega hasta el mar Negro. También se lograron algunos avances ucranianos menores en el Donbass. Rusia llegó a ocupar en marzo 2022 el 30% del territorio de Ucrania. Hoy ocupa cerca del 15%. Todos estos triunfos de la resistencia produjeron una importante crisis en el alto mando ruso y repercusiones en el régimen de Putin. Sin embargo, la falta de armamentos adecuados ha impedido convertir estos triunfos en una ofensiva que derrotara a las tropas de ocupación. Más al contrario, estos triunfos militares fueron acompañados por una redoblada presión de los imperialismos y en particular del hegemónico, EEUU para iniciar negociaciones.

Las masas de Rusia están oprimidas y reprimidas, pero una gran parte rechaza la guerra

En Rusia durante septiembre 2022 se dio una conmoción con el reclutamiento compulsivo, que produjo un cambio significativo en la actitud de un sector creciente de las masas obreras y populares respecto al régimen. Aunque aún sólo se exprese en el rechazo pasivo a la guerra y en algunas acciones aisladas y defensivas en las regiones más sacrificadas por el reclutamiento, donde las madres de los soldados y reclutas han cumplido un rol destacado. El operativo compulsivo del gobierno para movilizar a 200 mil reclutas fue respondido con la huida del país de más de medio millón de hombres en edad de servicio para no ser “carne de cañón”. Y otros cientos de miles se han escondido o se las han ingeniado para evadir –de las maneras más diversas– ser obligados a ir a la guerra. Las noticias con crecientes evidencias –a pesar de la feroz censura– sobre los más de 100 mil soldados de la Federación Rusa muertos en territorio de Ucrania –mayoría de las nacionalidades oprimidas no rusas y los pueblos recónditos más alejados de las grandes capitales– y los miles que se entregaron prisioneros sin resistir, han desnudado dentro de Rusia, que la “Operación Militar Especial” es en realidad una guerra de agresión colonial y de saqueo y que enfrenta a un pueblo armado.

Y este rechazo pasivo pero masivo se refleja en el estado de Federación Rusa y en sus fuerzas armadas. Así, la segunda potencia militar mundial no sólo desnuda ante el mundo entero su fragilidad frente a la resistencia armada del pueblo ucraniano, sino que muestra la putrefacción del régimen de Putin, que en esta guerra (como antes en Siria y África) se apoya, como fuerza principal de combate, en la Compañía Militar Privada (CMP) Wagner, formada por mercenarios y criminales ex convictos y cuyo dueño es un oligarca mafioso, conocido como “el cocinero de Putin”, que hoy disputa la hegemonía con el comandante del Ejército y el Ministro de Defensa.

El invierno ha traído un impasse militar

Producto de la demora y chantaje imperialista respecto al envío de armamentos defensivos y ofensivos, Putin logró imponer un cambio en el tipo de guerra: desgaste y destrucción sistemática de la infraestructura esencial y asesinatos a la población civil, con los bombardeos ininterrumpidos a casi todo el territorio ucraniano. Se ha producido un cierto impasse en casi todos los frentes. La batalla por la ciudad de Bajmut en Donbass, que aún sigue controlado por Ucrania, es su expresión más destacada. Hay algunos avances de los invasores, como la captura del pueblo de Soledar, mucho más simbólicos que estratégicos para Putin y la CMP Wagner, que vienen de sucesivas derrotas y de relevar al comandante militar de la operación, apodado “el carnicero de Aleppo”, General Surovikin. Y para ocupar ese pequeño pueblo hay más de un mes de encarnizados combates, con un saldo de miles de bajas entre las tropas.

Mientras los imperialismos anuncian tardíamente envíos de tanques y otros armamentos, que no está claro cuándo estarán operativos en el campo de batalla, Putin ha recibido de regalo todo enero para reorganizar sus tropas para una contraofensiva en primavera. No por casualidad asistimos ahora a un nuevo chantaje imperialista, esta vez encabezado por EEUU y sus “especialistas militares”, para obligar a Ucrania a entrar en un “proceso negociador”. Es decir, presionan para aceptar concesiones hacia los ocupantes respecto a su integridad territorial.

La resistencia y la moral del pueblo ucraniano es el principal obstáculo para los planes de Putin, como así también para la política de los imperialismos de trocear el territorio de Ucrania y que Zelensky ejecute esos planes.

¡Los “pacifistas” que sirven a Putin y… a la UE y a la OTAN!

En ese marco, hoy sectores “pacifistas”, que en todos los países –menos en Rusia– agitan, ¡No a la guerra! son agentes encubiertos de Putin y también numerosos grupos que comenzaron gritando “Ni Putin Ni OTAN”… Transformaron su “Ni” en ¡Ni un tanque para Ucrania! Y se callan ante los miles de tanques rusos sobre el terreno. Quedan al desnudo: son el coro de “izquierda” del imperialismo y de la OTAN. Porque la UE financia indirectamente el ejército de Putin. Las compras de petróleo y gas de la mayor parte de los países miembros de la OTAN, han aumentado desde el inicio de la guerra, ya que al régimen de Putin ingresan 640 millones de euros al día de la venta del petróleo ruso a la Unión Europea.

Tanto Biden como Sunak y Macron buscan debilitar militar y económicamente a Rusia, desangrando su aparato militar, mientras tanto, envían la ayuda militar a cuentagotas, presionan a Zelensky para que acepte un “alto al fuego” y buscan una paz que sirva a los intereses imperialistas, a costa de mantener la ocupación de una parte del territorio ucraniano, que mantenga el régimen de Putin que es el carcelero de los pueblos en Eurasia. Se trama una “paz”, traicionando la resistencia ucraniana, y allanando el terreno para el saqueo de los futuros “planes de reconstrucción”. El pueblo ucraniano desea más que nadie que acabe la guerra. Pero a la vez, más del 85% de la población se opone firmemente a toda paz que implique anexiones y legitime la ocupación de Putin. La única paz justa para esta guerra justa de liberación nacional trabada por Ucrania es una paz que garantice la unidad territorial de Ucrania y su plena independencia de Rusia, de la UE y EEUU.

La victoria es posible si la clase obrera toma en sus manos la conducción de la resistencia

La resistencia obrera y popular armada ucraniana choca cada vez más con el régimen y el gobierno semicolonial, que representa a los diversos grupos oligárquicos, socios de las corporaciones imperialistas. La dirección política del enfrentamiento militar, el gobierno de Zelensky, conspira contra la victoria del pueblo ucraniano. La abrumadora mayoría del pueblo quiere la victoria. Y a mayores sacrificios y muertes, mayor es el rechazo a entregar parte del país. La clase obrera debe tomar en sus manos la conducción de la resistencia a los invasores, levantando un programa revolucionario.

Estamos ante la necesaria y posible combinación de la guerra de liberación nacional con la lucha por la independencia política de la clase obrera por su liberación social. Y a esta combinación es que teme el ex coronel del KGB, el ahora presidente Putin. Al inicio de la invasión, en un momento de verborragia delirante, dijo “Ucrania es un invento de Vladimir Lenin”. Sentenció “Ucrania no tiene sentido como estado, como país independiente”. Y sus palabras desnudan su “nostalgia zarista”. Pero muestran al mundo muchas cosas más: el corto periodo de Ucrania Independiente se inició con la revolución de los soviets en 1917. Y la independencia real –la única conocida en la historia del país– sólo se concretó con el poder en manos de la clase obrera y los campesinos ucranianos armados y por una clara política sobre la autodeterminación nacional de los bolcheviques.

Un programa de acción en Ucrania:

  • ¡Si la guerra es de todo el país, que se sacrifiquen todos! Miles de trabajadores se congelan en las trincheras del frente, mientras las empresas suspenden a los trabajadores y les recortan los salarios a la mitad en la retaguardia. Los que van al frente, cobran sueldos miserables y sus familias quedan a la intemperie, mientras los ministros de Zelensky van en autos de lujo o pasan la Navidad en España y la diputada Julia Timoshenko toma sol en la playa de Dubái.
  • ¡Destinar todos los recursos del país al servicio de la victoria militar contra los ocupantes! ¡Prioridad de recursos para los soldados y los miembros de las defensas territoriales! ¡Salarios plenos y orientar a la defensa toda la fuerza de trabajo disponible en la industria!
  • ¡Nacionalización de todas las empresas vinculadas a la defensa nacional, bajo el control de los trabajadores!
  • ¡Frenar la arbitrariedad de los mandos militares! ¡Respeto a la tropa que juega su vida en las trincheras! ¡Respeto a la autonomía de las defensas territoriales! Hasta ahora las victorias militares ucranianas se deben sólo al sacrificio y esfuerzo del pueblo trabajador. Ese pueblo sabe que de todos los modernos y poderosos armamentos que se muestran por la TV occidental, sólo han llegado algunos con atraso y cuentagotas, ¡exigimos armas para Ucrania!
  • ¡Combate a la corrupción a cargo de los que están en el frente! ¡Todas las compras de las FFAA bajo control de comités de soldados electos en los mismos regimientos! ¡Los recursos para guerra contra los ocupantes, tanto externos como internos, son despilfarrados con ganancias, corrupción y pillaje de la propiedad estatal! El gobierno fracasa en el combate a la corrupción. Releva algunos funcionarios y los cambia por otros igual de corruptos o incapaces. Recursos hay. El pueblo ha recolectado masivamente fondos para el Ejército. ¡Urgente pensión a los familiares de los caídos y asistencia gratuita a los heridos y sus familias!
  • ¡No al pago de la deuda externa!

Ucrania está en guerra contra una invasión y ocupación genocida de una dictadura. ¡Exijamos del FMI y al Banco Europeo la condonación de su deuda externa! Desnudemos la hipocresía de las potencias imperialistas que declaran apoyo y se preparan a cobrar la cuenta con lucros de usura.

  • ¡No al ingreso en la OTAN o la UE! En el curso de la guerra, la OTAN ha dejado claro que la “ayuda material” ni ha estado a la altura ni responde a las necesidades urgentes de la resistencia ucraniana, y eso se debe a que dicha “ayuda” obedece en realidad a los intereses de los imperialismos europeos y estadounidense, y tiene como objetivo último hacer recular la dominación del régimen ruso sobre Ucrania para remplazarla por la dominación de la UE. Los planes de “reconstrucción” acordados entre Zelenski, la UE y el FMI profundizarán el carácter semi-colonial del estado ucraniano. Por eso es importante defender la integridad territorial de Ucrania realmente unida, independiente y libre.
  • ¡Expropiación de todos los activos de los oligarcas y empresas rusas asociados al régimen de Putin en Ucrania! Es una paradoja indignante, que estando Ucrania invadida por Rusia, no hayan sido expropiados los cuantiosos bienes de sus numerosos oligarcas en el país. Eso permitiría lograr los recursos necesarios sin endeudarse más con el extranjero y lograr condiciones dignas para los soldados en el frente y el pueblo en la retaguardia.
  • ¡Por la organización política independiente de la clase obrera! Sólo la clase obrera ucraniana, aliada con el resto del proletariado europeo y mundial –y apelando en especial a la solidaridad de los obreros de Bielarús y también de Rusia–, puede asegurar estas tareas de defensa nacional en sus propias manos y conducirlas al triunfo. Para fortalecer la resistencia de los obreros ucranianos, debemos desarrollar todas las iniciativas de solidaridad actuales de la clase trabajadora internacional, como las de la Red Sindical Internacional de Solidaridad RSISL, de la Red Europea de Solidaridad con Ucrania y de la Red de Solidaridad con Ucrania en EEUU.