other

Los trabajadores y la «democracia para ricos»

   Siendo estafados por los candidatos patronales que terminan devolviéndonos una y otra vez al hambre y la miseria, muchos terminan por pensar que todos los políticos son iguales de corruptos y agentes de las clases dominantes; incluidos los de izquierda. Pero la realidad es otra: los socialistas revolucionarios hacemos una política opuesta a la de los representantes de la patronal, ya que queremos acabar con todos sus privilegios; poniendo sus riquezas malhabidas en manos del pueblo trabajador.

Por eso, en nuestro partido no hay espacio para quienes quieran hacer una “carrera” en la política, ocupando cargos para enriquecerse, para oportunistas como Patricia Bullrich o Elisa Carrió, que cambian de bandera y discurso según su conveniencia, o empresarios como Macri, Cristina o Massa; sino para trabajadores como nuestros candidatos Germán Tonero, Hugo Navarro, Rodolfo Vidal o Lorena Cáceres, luchadores que han demostrado que no transan ni se entregan, que pueden llevar a ese Congreso de millonarios corruptos la voz de los que hoy se plantan contra el hambre, los ajustes y despidos, por ser parte de esa pelea.

Democracia patronal

Aún así, sabemos que no podemos encontrar solución a los problemas de los trabajadores y el pueblo en un lugar como el Congreso; y no porque seamos una minoría ínfima allí, sino porque esa institución está al servicio del dominio de los ricos sobre nuestro país, así como el Gobierno y la Justicia, las leyes y las Fuerzas Armadas y de seguridad.
Y esta situación no se cambia con una buena elección que lleve a un partido de trabajadores a tener mayoría en el Congreso o incluso al Gobierno. Ni siquiera reformando la Constitución para lograr una forma de gobierno más democrática. Y el sistema democrático solo sirve para “legalizar” la explotación que realiza un puñado de multimillonarios y empresas extranjeras dueñas de nuestra nación; a lo mucho, para reconocernos algún que otro derecho, que luego nos quitarán de la peor manera. Y los políticos patronales no dudan en sacarse ese disfraz democrático ante la resistencia de las masas: Las decenas de muertos por la represión bajo la democracia atestiguan esto.
Esto es así porque todo estado pertenece a la clase social que es dueña de la economía y sus riquezas. Esa clase sería el empresariado, los terratenientes y los capitales extranjeros; lo que, además, pone a nuestro país en una situación semicolonial. Y la única manera de cambiar este orden de cosas de una vez por todas es a través de una revolución socialista, que destruya el estado capitalista, reemplazándolo por instituciones de los trabajadores y el pueblo, y le quite a los ricos la propiedad del país.

La enseñanza bolchevique

Eso fue lo que hicieron los bolcheviques rusos en 1917. En ese año, los trabajadores y el pueblo habían echado al Zar; que los sometía al hambre, a la guerra y a la tiranía. Y la democracia de ricos que lo sucedió no logró resolver ni uno de esos problemas, ya que la raíz de los mismos es el dominio de esa minoría. Aún así, la dirigencia vendida que tenía el pueblo trabajador ruso llamaba a confiar en esa democracia como única forma de acabar con el hambre, la miseria y la guerra.
Los bolcheviques, en cambio, sostenían que la única salida ante la terrible situación era que el pueblo trabajador derribara y disolviera los poderes del estado, dejando como única autoridad a las organizaciones que concentraban la fuerza de los trabajadores y el pueblo: los soviets. Y así se hizo ni bien los bolcheviques lograron desplazar a los dirigentes afines al Gobierno.
La clase obrera y el pueblo en el poder, organizados en consejos democráticos de base, demostraron que podían gobernar un país; y derrotaron en una cruenta guerra civil a las fuerzas patronales y a sus aliados imperialistas. Y quitándole a los ricos su propiedad sobre la economía, acabaron con la destruccción y el despilfarro de recursos que supone la avaricia de un puñado de millonarios. Esto último fue posible mediante la planificación centralizada de la economía, que logró revertir la devastación causada por casi diez años de guerras.
Todo esto se hizo realidad porque los bolcheviques, en lugar de crear ilusiones en el orden democrático, sus cargos y sus elecciones; solo confiaron en la acción directa de los trabajadores y el pueblo como único medio para cambiar la realidad. Y procuraron crear un partido que sirviera no solo para juntar votos, sino para dirigir la lucha de las masas hacia la victoria.

Una guía para la acción

El partido que estamos construyendo toma el modelo del partido bolchevique. Por eso, si bien usamos derechos que le arrancamos a la democracia patronal para difundir nuestro programa o difundir la voz de las luchas al Congreso, nuestro objetivo es llevar a la clase obrera al poder imponiendo un gobierno de sus organizaciones y expropiando los pilares de la economía nacional, y eso se logra sólo con la lucha revolucionaria contra el orden patronal. Un objetivo ajeno a los políticos y sindicalistas de carrera, que se atornillan en sus cargos para vivir de las migas que le tiran los ricos a cambio de su fidelidad.
Y por eso, el partido que construimos se forja no en las elecciones, sino en las luchas obreras y populares; se construye no con oportunistas ansiosos de figurar, sino con luchadores abnegados, que dejan la vida en la pelea de todos los días contra la explotación y las opresiones. Un partido que no le promete a la clase obrera fórmulas mágicas para librarla de sus males, sino que se postula para dirigir sus esfuerzos por derrotar al capital y construir otro país, otro mundo sobre sus ruinas. A la construcción de ese partido invitamos a todo aquel que crea que los trabajadores y el pueblo se merecen algo mejor que el dominio patronal.