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No son “accidentes”, son asesinatos laborales

Hace unas semanas, el dolor por la muerte de dos compañeros en una escuela nos causo mucha indignación, la desidia y la falta de condiciones laborales en los establecimientos del estado, ponen sobre la mesa, la cruda realidad en la que los trabajadores pasan.

La realidad de las escuelas públicas quedó al descubierto como cuando se destapa una olla a presión. Muchos “Cromagnones en potencia” en forma de colegios fueron visibilizados. Al cierre de esta nota, una docente lucha por su vida después de ser electrocutada por un cable suelto en contacto con una chapa.786 escuelas de la provincia de Buenos Aires se encuentran cerradas por no encontrarse en condiciones

Pero esta realidad no comprende solamente a la escuela pública. Es una situación que se vive en todos los lugares de trabajo. Hace dos meses naufragaba el pesquero Rigel y esta última semana murió un obrero de Siderar en Ensenada.Todos los días perdemos a un compañero de trabajo al pie de la máquina. Nuestras condiciones laborales nos exponen constantemente a que peligre nuestra integridad física y también nuestra vida.

¿Accidentes?

Según datos de la Superintendencia de Riesgos de Trabajo (SRT), cada 22hs un trabajador fallece en nuestro país a causa de un accidente laboral. La cifra es más que alarmante, suma 400 muertos al año. Esto solamente teniendo en cuenta a los trabajadores registrados. Si sumamos a los trabajadores informales o “en negro” (más de un tercio del total), la cifra será mucho mayor.

El mismo informe sugiere que la cantidad de accidentes ha disminuido, basado en que se realizan menos juicios. Pero esto no es más que una trampa.

Un accidente, se supone, ocurre a causa de un error, sin intención alguna de causar algún daño. Pero la forma de jugar que tienen las grandes empresas con nuestras vidas esta lejos de ser inintencionada.Lo que intentan, llamándolos accidentes es instalar que si hay una causa es el descuido de los trabajadores o última instancia la mala suerte obrando.

Los despidos masivos, sumados a la precarización laboral, las horas extras que tenemos que hacer ya sea porque el encargado aprieta para quedarse o porque con el básico no llegamos a fin de mes. Todo eso nos deja en un estado deplorable. Si a estos le sumamos los altos ritmos de trabajo que crece a medida que crecen la reducción de personal, hacemos cartón lleno.

¿O alguien puede negar que trabajando más rápido, con menos gente, más cansados no somos más propensos a lastimarnos? Esa es la realidad. La reforma laboral que se está aplicando a través de modificaciones en los convenios, despidos, etc. Implica también mayores riesgos para nuestra vida.

A esto le podemos sumar los maltratos recibidos de parte de los médicos laborales que se transforman en los peores mercenarios a la hora de negarnos las licencias correspondientes, para poder recuperarnos como corresponde.

¿Y quién es responsable de esta situación? El Gobierno y las patronales quieren culparnos a nosotros. Por eso ahora atacan al gasista que revisó la instalación de la escuela como culpable. Con eso tapan que son ellos quienes ganan millones a costa de nuestra salud. Con eso tapan que son ellos los que le pagan fortunas al FMI, mientras los trabajadores dejamos la vida, literalmente en el trabajo.

No son accidentes, es la violencia a la que nos someten para generar ganacias millonarias para sus bolsillos. Son asesinatos laborales, porque serían perfectamente evitables con las condiciones necesarias y trabajando de una manera saludable.

¿Las ART para que están?

Las ART (aseguradoras de riesgo de trabajo) quienes deberían justamente no solo ocuparse por las lesiones o accidentes de cada trabajador (que dicho sea de paso no cumplen) sino que los establecimientos estén en condiciones, para desarrollar nuestras tareas en lugares acorde.

No podemos quedarnos solo con nuestro dolor, tampoco resignarnos a que esto quedara así, desde ya tenemos que juntarnos con nuestros compañeros de trabajo, hacer las denuncias a la ART  y la SRT para que se garantice lugares óptimos, debemos dejar registro de cada situación insegura, los delegados y el gremio deben estar a la cabeza que cada reclamo se solucione, haciendo asambleas para determinar los pasos a seguir hasta conseguir nuestros pedidos, y esto no solo pasa en el estado, en las empresas privadas se multiplican las condiciones inseguras.

Por eso en las escuelas y en los lugares de trabajo debemos impulsar las denuncias y acciones contra la ART, el Gobierno y sus cómplices, con reuniones informativas a padres y alumnos.

Las ART le ponen un precio a nuestra vida. Le permiten al Gobierno y a los empresarios administrarlas como si de recursos suyos se tratasen. Un empresario puede calcular si le sale más barato invertir en las condiciones necesarias de seguridad o pagar las indemnizaciones que las estadísticas dicen que tendrá que hacerse cargo.

Colocar este elemento de seguridad me cuesta más que los x trabajadores que tendría que indemnizar por accidentes” el razonamiento de un empresario cualquiera. Un sistema realmente siniestro.

Tenemos que organizarnos, tomando como un horizonte, que deberemos tarde o temprano eliminar el Sistema de ART que son un negociado que se llevan millones a costa de nuestros accidentes, retaceando los tratamientos de cada enfermad laboral, para ir a un sistema estatal de riesgos de trabajo bajo control obrero.

No más muertes de trabajadores.

La única salida posible para que las patronales no nos sigan matando es organizarnos. En primer lugar para derrotar las reformas de este Gobierno. Reforma Laboral es más “accidentes” y más muertes. Más despidos es mayor explotación y mayor peligro para nuestras vidas.Por eso el primer paso tiene que ser rechazar estas medidas de ajuste. No a la reforma laboral, no a los despidos y sobre todo no al FMI.

Es necesario un plan integral de obras públicas para garantizar que las escuelas estén en condiciones. Con esto también se podría generar empleo de calidad. Lo mismo se aplica a hospitales, rutas, etc.

Tenemos que terminar con la mafia de las ART. La seguridad laboral tiene que estar en manos de los trabajadores. Las comisiones internas y los sindicatos deben controlar las condiciones laborales para velar por la seguridad de los trabajadores. Ante cualquier riesgo que haya, no se puede trabajar.

Adecuar los ritmos de trabajo para que se puedan prevenirinconvenientes y no se deteriore la salud de los trabajadores. Reducir la jornada laboral a 6 horas sin reducir salarios para reducir la carga de cansancio.

En el caso de las discapacidades producto de enfermedades laborales, la empresa debe encargarse de la reubicación a un puesto idóneocon el mismo salario, antigüedad, etcétera.

Estatización bajo control de sus trabajadores de toda empresa que incumpla reiteradamente con las condiciones de seguridad o se niegue a aplicar cualquiera de estas medidas.

Que paguen los responsables

La Gobernadora de la Provincia de Buenos Aires, Maria Eugenia Vidal, publica en las redes una carta en la que se desliga de toda responsabilidad de la explosión en la escuela n°49 de Moreno. Al mismo tiempo, se empeñan en culpar al gasista. Están haciendo lo mismo que hizo el kirchnerismo con el choque de trenes en Once. Quieren usar a un trabajador como chivo expiatorio
para tapar la negligencia estatal.
Pero no se puede tapar el sol conun dedo. La vicedirectora ya había informado ocho veces del problema del gas y los gobiernos municipal, provincial y nacional hicieron oídos sordos. La mentira de Vidal de que están trabajando en mejorar las escuelas se cae por completo al ver como se destapan casos y casos de escuelas en condiciones absolutamente precarias que hoy no pueden  funcionar.
Mientras tanto, los asesinos de trabajadores sentados en escritorios siguen impunes. Metrovías, Techint, Nidera, Tecpetrol, General Motors y la lista sigue de empresas que mataron
y día a día siguen matando trabajadores. Ningún empresario está preso por especular con la vida. Cuentan con la complicidad de la Justicia y el Gobierno.
Están cerca de cumplirse dos años de la muerte de David Ramayo, trabajador de la Línea 60. Murió aplastado por una formación cuando falló el pestillo que la sostenía en una cabecera que no estaba en condiciones de ser habilitada. La Justicia solo intervino para avalar los despidos a los trabajadores que con bronca se manifestaron al momento de su muerte. Sus compañeros siguen
exigiendo justicia.
A estas luchas solo las separa la inacción de la dirigencia gremial. Las escuelas de Moreno están sin clase por la movilización de los trabajadores de la educación y la comunidad. ¿Qué esperan SUTEBA y CTERA para organizar un Plan de Lucha ofensivo por infraestructura, condiciones de trabajo y para que renuncien, sean investigados y vayan presos Vidal y todos los responsables de los crímenes de Sandra y Ruben?
Desde allí podría empujarse a hacer lo propio a las CGT y las CTAs, a pelear por justicia para todos los asesinatos laborales y por la derrota de este plan que amenaza con dejarnos sin pan y sin vida.