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Nos dejó Graciela, de la LIT

El jueves 9 de enero falleció nuestra compañera Graciela Driolet. La despedimos con una mezcla de tristeza por la pérdida, cariño por ella, su compañero Lucho y su hija Luciana, miembros de nuestro partido, y un gran orgullo por haber compartido militancia con Graciela.

La presencia, junto a decenas y decenas de compañeros del PSTU, de numerosos militantes de diferentes épocas de nuestra corriente, así como de varias organizaciones que provienen de la tradición morenista (Izquierda Socialista, Nuevo MAS) y saludos enviados por otras (Convergencia Socialista, Nora Ciapponi) dan muestra del aprecio por su calidad como dirigente política y sindical revolucionaria, y como ser humano. Igual, la presencia de dirigentes del PCR y el SUTEBA Berazategui, donde tuvo larga actuación.
Saludos enviados por la Liga Internacional de los Trabajadores –Cuarta Internacional, y por su amiga y compañera Alicia Sagra, evidencian su compromiso con la construcción de la organización internacional.

Una larga trayectoria

Inició su camino revolucionario en 1973, en el Partido Socialista de los Trabajadores. Y con el inicio de la dictadura, enviada a militar (como era tradición en el viejo PST) a diferentes provincias, como San Juan o Córdoba, donde conoció a Lucho, su compañero de toda la vida.
Dirigente regional y formadora de cuadros en distintos sectores del Gran Buenos Aires del viejo MAS, desde fines de la dictadura, siempre fue reconocida por la alegría con que acompañaba todas sus tareas. Sin abandonar nunca su actividad sindical revolucionaria en el gremio docente, donde fue importante en las diferentes agrupaciones en las que actuaba su partido.
Luchadora por las reivindicaciones de su gremio, por la revolución, y por los derechos de la mujer trabajadora desde tiempos en que solo nuestro partido y el trotskismo luchaban por esas banderas.

La crisis de nuestro viejo partido
A partir de 1992 (pocos años luego de la muerte de Nahuel Moreno), el MAS sufrió sucesivas rupturas. Los diferentes nucleamientos en que se dividió fueron tomando un curso revisionista, rompiendo con el trotskismo ortodoxo, y por eso mismo, rompiendo uno a uno con la LIT-CI, la Internacional, la principal obra de Moreno.
Durante ese proceso, Graciela fue creciendo como dirigente, asumiendo una posición y una lucha firme, pero a la vez principista, respetuosa hacia los compañeros que decidían tomar un camino diferente.
Como nos enseñó Moreno, siempre ubicándose del lado de la Internacional, de la LIT, y enfrentando todas las presiones nacionaltrotskistas.

La reconstrucción
Fue en ese momento que el papel de Graciela tomó un carácter decisivo. Junto a un puñado de compañeros en nuestro país, de la mano de otros tantos que defendían la LIT-CI en diferentes países, apretando los dientes y superando la bronca por la destrucción de la herramienta que habíamos podido construir, y ante la casi destrucción de la internacional, Graciela asumió una tarea que parecía casi imposible.
No se podía permitir que esa LIT que fundó Moreno fuera destruída, ni que dejara de tener una sección argentina, el país donde tuvo su origen.
Graciela tuvo un papel insustituible en la reconstrucción del partido argentino de la LIT-CI, como dirigente de Lucha Socialista primero y el Frente Obrero Socialista (FOS) luego, como se denominó nuestra sección argentina hasta el 2011, año de la fusión que dio origen al PSTU.
Fue parte de la dirección de esos partidos y como parte de ellos intervino, de la mano de la LIT, en el Argentinazo del 2001.
Sin Graciela, todo ese arduo camino hubiera sido mucho, mucho más difícil.

Los últimos tiempos
Los revolucionarios somos como parias, enfrentando todo el orden establecido, luchando por destruir el capitalismo y construir una nueva sociedad. Muchas veces, en el camino, muchos necesitamos tomar un respiro, aclarar las ideas, darnos un tiempo. A lo que estamos obligados, es a ser coherentes con la clase obrera y la necesidad de una revolución, y con el apoyo a las herramientas imprescindibles para eso.
Graciela en el último período había tomado una ubicación diferente, y como simpatizante del partido acompañaba las tareas, las campañas, las políticas de nuestro partido y la internacional. Como ella era, como “trosca”, criticando lo que le parecía mal, dando ideas, opiniones, para ayudar, colaborando con nuestro periódico y nuestras finanzas partidarias.
Sobre todo a partir de diciembre del 2017, cuando nuestro partido comenzó a ser atacado duramente por el régimen, por la burguesía y su gobierno, por la prensa patronal, sufrió el encarcelamiento de Daniel Ruiz y la persecución de Sebastián Romero, Graciela volvió a mostrar su fibra revolucionaria, poniéndose a disposición del partido en las tareas que fueran necesarias.
Nos deja su recuerdo, su alegría, su pasión por la vida revolucionaria. Nos queda su compañero, Lucho, parte de nuestro su partido. Y su hija, Luciana, actual dirigente del PSTU. Como los viejos militantes dio todo lo que pudo sin pedir nada.

Por eso, de pie, la despedimos, Graciela: ¡Hasta el Socialismo siempre!