Mientras Cristina decía en un acto que no quería parecerse a los países que dejan morir niños en la playa, refiriéndose al caso de Aylan Kurdi y a la terrible situación de los refugiados en Europa, otro chico Qom moría en Formosa con un terrible cuadro de desnutrición y tuberculosis: tenia 14 años y pesaba sólo 11 kilos. Éste, lamentablemente, se suma a la lista oculta de los chicos muertos de pobreza en un país en el que se pueden producir alimentos para millones de habitantes.
Esa pobreza es la que, en medio de un intenso año electoral, el gobierno quiere ocultar, y hasta se atreve a ofenderse cuando alguien la nombra, como lo hizo Tevez en un reportaje, a raíz de lo cual fue tildado de “europeizado” por el delito de decir que en Formosa había una mucha pobreza.
La oposición patronal, por más que quiera utilizar cualquier cosa que suceda para criticar al gobierno, no se queda atrás. A fines de la semana que pasó un adolescente murió en Villa Soldati producto de un derrumbe de los edificios que el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires debía mantener, y a pesar de las múltiples denuncias de los vecinos del riesgo en el que estaban, el gobierno de Macri se limitó a pintar el barrio antes de las elecciones.
¿Cuánto vale la vida de un pobre? Es evidente que tanto para el gobierno como para la oposición patronal, no vale nada, porque siguen priorizando pagar la deuda externa mientras en el país hay chicos desnutridos, hay derrumbes, hay miseria. Y con el ajuste que preparan eso se acrecentará. Por eso, para enfrentar ese ajuste, los trabajadores tenemos que desde ahora organizarnos y salir a pelear por nuestros derechos y por qué no haya ni un solo chico muerto más de hambre en nuestro país.