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SE PUEDE TERMINAR CON EL HAMBRE

Los números de la crisis social son aterradores, el crecimiento de la desocupación, la pobreza y también los números de la violencia contra la mujer. Todos índices de la profundización de la miseria y decadencia del país.

Casi dos millones de nuevos desocupados en 2020; el 25% promedio cayó el salario; inflación del 42% en los alimentos; el aumento de la violencia y en particular el asesinato de una mujer cada 27 horas, el 60% de niños y jóvenes por debajo de la línea de pobreza y sin futuro. A pesar de ser “cabeza de familia” las mujeres siguen ganando menos que los varones. El salario mínimo estará a 21 mil pesos que no es ni la mitad del costo de la canasta básica que según el INDEC es de más de 56 mil pesos. Hoy, a pesar de tener trabajo, una franja importante de trabajadores vive en la pobreza. Los comedores populares no dejan de crecer, pero no tienen suficientes alimentos. Y se preparan los aumentos del transporte, el gas y algunas provincias aumentarán la electricidad. Trascendió que el aumento a los jubilados será del 8%, cuando la inflación del trimestre llegaría al 12%. Mientras los dirigentes sindicales, calientan sillas y firman paritarias a la baja y acuerdan cambios en los convenios.

El desastre social se completa con más de 50 mil muertos por Covid-19 y contagiados y vacunas para los amigos del poder y los ricos.

Estamos ante un panorama desolador. Estos y otros indicadores confirman lo que decimos, el hambre dejó de ser una amenaza y revolotea la mesa de los obreros y sectores populares. Pero no todos “están mal”.

¿Quiénes y cómo saquean las riquezas de nuestro país?

Mientras tanto una minoría de oligarcas, banqueros y empresarios ganan cada vez más. Los mismos que especulan y aumentan los precios de los alimentos y productos de primera necesidad, “amasan” miles de millones por el aumento de la soja y el maíz que ellos exportan.

No solo eso. además, rapiñan y especulan con los productos de la mesa de los trabajadores. El endeudamiento con el FMI y los fondos “buitre” son negociados de los amigos del poder.

Habría que remontarse a la época de la Dictadura Militar para ver una estafa tan evidente con la Deuda con el FMI en el gobierno de Macri. Los 45 mil millones de dólares del préstamo, “que no se saben dónde están” han sido una estafa que el propio Gobierno de Alberto y Cristina cuestiona y denuncia, y que sin embargo reconoce y “estamos pagando”. Una estafa por la que miles de millones de dólares se fugaron a las cuentas de los empresarios en el exterior, a través de los bancos privados y negocios oscuros.

Por eso han sido los bancos, incluso en pandemia quienes más ganaron.  El Gobierno involucró a algunas multinacionales y monopolios en maniobras especulativas. Fargo, aceitera Deheza, Molinos Río de la Plata, Mastellone, Danone, Bunge y otras. Sin embargo el Ministro Guzmán les aclaró, en medio de fuertes aplausos, que no se tomarían medidas en contra de esas empresas. Por lo que los “precios cuidados” y el “control de precios”, quedaron para la foto. Con discursos y amenazas no se terminará la especulación y el hambre para nuestro pueblo.

Sí, se puede terminar ya con el hambre

Nos quieren hacer creer que la miseria y el hambre son una especie de “castigo divino” y que “todos estamos mal”. Como demostramos más arriba eso es falso. Quieren que nos conformemos con aumentos salariales a la baja nuevamente, cuando hace años que el salario real decrece.

Los trabajadores en las fábricas y en el campo, en los puertos, en las minas de oro y plata y en la extracción de litio, no dejaron de producir riquezas, ni un día.

Argentina tiene una producción de alimentos que podría abastecer, como lo hace, a cientos de países. Sobran alimentos. Pero esa producción queda en manos de los oligarcas y empresarios y especuladores nacionales y multinacionales. La llamada “soberanía alimentaria” entonces no está en manos de los trabajadores y el pueblo sino de los especuladores capitalistas. Hay que recuperar esa palanca fundamental.

Hay en nuestra historia mecanismos que permitirían un real control de precios recreando la Junta Nacional de Granos y la de Carnes, como en la época del gobierno de Perón. Sería un mecanismo sencillo por el que el Estado compra, a precios acordados toda la producción necesaria de granos, carnes, pollos y pescado, para en primer lugar abastecer al pueblo a precios accesibles y también exportar para hacerse de los dólares necesarios para “alimentar” la producción industrial y las necesidades de salud, vivienda y educación  de acuerdo a un plan controlado por los trabajadores.

Algunas medidas inmediatas que el Gobierno debería aplicar:

  • Los trabajadores, jubilados y pensionados necesitan ya un aumento de salarios de emergencia para compensar los incrementos de precios y el poder adquisitivo perdido. Frente a la inflación clausula gatillo a todos los aumentos. Ningún salario puede estar por debajo del costo de la canasta familiar y debe ser ajustable al costo de vida. Por un salario a los desocupados, de 50 mil pesos.
  • Alberto Fernández, sabe muy bien que las empresas que el denunció, han ganado carradas de plata, con la explotación de sus obreros y todas las maniobras especulativas que hacen desde siempre. Por lo tanto les debe aplicar la Ley de Desabastecimiento que autoriza a confiscar a los especuladores los alimentos necesarios para todos los trabajadores y sectores populares que los necesiten y en forma gratuita.
  • Prohibición de exportar alimentos hasta tanto no se cubran las necesidades de abastecimiento de toda la población.
  • Los empresarios deben mostrar su contabilidad y sus ganancias. El mejor control de precios es el control obrero sobre la producción, almacenamiento y distribución.

Pero no confiamos en que este gobierno tome estas medidas inmediatas que podrían paliar el hambre y la miseria del pueblo. Tendremos que luchar para imponerlas. Quienes sí podrían llevarlas adelante sería un Gobierno de los trabajadores. Desde el PSTU luchamos por ello.