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Solo nuestra lucha puede echar al imperialismo de las islas y de toda la Argentina

Se cumplen 34 años de la guerra de Malvinas, la fórmula que la dictadura creyó haber encontrado para salvarse, y terminó con las fuerzas armadas acabadas como actor político, cuando los militares se rindieron luego de toparse con algo que no estaba en sus planes. Por un lado, a diferencia de lo que creía Galtieri, los EE.UU no le dieron su apoyo, sino que fueron solidarios con los intereses imperialistas y se pusieron del lado de los ingleses. No podían permitir que una semicolonia se impusiera por la fuerza a una potencia imperialista. Ese podría ser un mal ejemplo para el resto de los pueblos oprimidos.
Y por otro lado, tampoco se esperaban la gran movilización antiimperialista que provocó su aventura.

La gran movilizaciónantiimperialista

Ante la posibilidad de recuperar las Malvinas, histórica reivindicación nacional, se superó el miedo a la dictadura y la gente salió a las calles. Eran multitudinarias las movilizaciones en Plaza de Mayo. En las fábricas y en los barrios obreros bullia el sentimiento antiimperialista y el odio a los piratas ingleses. Mujeres de los barrios obreros se juntaban en el obelisco a tejer medias y bufandas para los soldados. Por la televisión se hacían colectas millonarias para colaborar con la guerra contra los ingleses. Desde los sectores más humildes venían los aportes de cigarrillos y chocolates para los soldados. Y si esto pasaba en la Capital y en el gran Buenos Aires, más fuerte aún era el sentimiento y la movilización antiimperialista en las provincias del sur del país.
Y el accionar antiimperialista transcendía las fronteras nacionales. En el consulado argentino en Perú había enormes filas de voluntarios que se ofrecían para ir pelear contra los ingleses.
Se hacían actos de apoyo a Argentina en toda Latinoamérica. El gobierno cubano ofreció ayuda militar, lo mismo votó el parlamento peruano.
Pero no era igual la respuesta en todos lados. En los sectores de clase media, en los artistas e intelectuales, se imponía el odio a la dictadura y se autoconvencían de que los “democráticos” ingleses no podían ser peores. De ahí surgía la consigna de “paz”, la que era impulsada con fuerza por la Iglesia. También fue “paz” la principal consigna de la mayoría de las corrientes de izquierda.
Pero nuestro partido, el PST, a pesar de sus presos, muertos y desaparecidos, no dudó. Desde el primer momento se puso del lado de la movilización antiimperialista: Por la derrota de Inglaterra y por el triunfo de Argentina, al tiempo que denunciaba a la dictadura por su mala conducción de la guerra, por no tomar las medidas que podían llevar al triunfo. Y la recién fundada LIT-CI realizó una gran campaña internacional contra el imperialismo inglés y por el apoyo a Argentina en la Guerra de Malvinas
Seguíamos así el consejo de Trotsky que en la década del 30 había manifestado que si se daba una guerra entre el Brasil fascista y la “democrática” Inglaterra, no tendría dudas en estar del lado de Brasil y contra Inglaterra, porque una derrota del imperialismo, significaría un triunfo para todos los trabajadores del mundo al debilitarse su principal opresor.

La dictadura no quería la derrota del imperialismo

De hecho, la dictadura de Galtieri no quería salirse del eterno proceso de negociaciones por las Malvinas, sino simplemente hacer una demostración de fuerza para lograr una ventaja. Por eso no tomó ni una sola medida seria para ganar la guerra: las inversiones y propiedades inglesas en Argentina siguieron siendo igual de seguras durante toda la guerra, no se dejó de pagar la deuda externa, no se rompió con los organismos internacionales que nos ataban al dominio yanqui e inglés, no se armó al pueblo, no se logró coordinar la ayuda abierta que ofrecían diferentes países, ni la lucha contra el imperio inglés con fuerzas antiimperialistas como el IRA de Irlanda del Norte. Simplemente se quedaron observando como las fuerzas imperialistas le daban un escarmiento a todos los países oprimidos al masacrar a las abandonadas tropas argentinas que les cerraban el paso, sin mayor oposición que la de los ataques tan aislados como legendarios de los corajudos aviadores argentinos.
Pero la razón de tanta ineptitud no hay que buscarla en la cobardía personal de los jefes militares, sino en la sumisión congénita de las clases dirigentes argentinas a las que la dictadura pertenecía.

La movilización antiimperialista provocó la caída de la dictadura

A diferencia de la propaganda oficial, no es con Alfonsín que se acabo con la dictadura.
El sentimiento antiimperialista fue tan fuerte, que cuando la dictadura, después de sus falsos informes de triunfos militares, se rindió a los ingleses siguiendo las instrucciones del Papa, provocó una violenta reacción del movimiento de masas que determinó su la caída. Y se abrió uno de los períodos de mayores libertades que conoció nuestro país. Se ocupaban las casas y departamentos vacíos, se ocupaban terrenos y surgían nuevos barrios. Los familiares asaltaron los cuarteles de la Tablada cuando no les permitían ver a sus hijos llegados de las Islas. Para acabar con todo eso, vinieron las elecciones y el posterior gobierno de Alfonsín.

La desmalvinización

Así, con el regreso a la “democracia”, la patronal argentina y sus políticos pusieron la derrota como excusa para no combatir al imperialismo: debido a la inferioridad militar de la argentina, todo reclamo por la soberanía debía hacerse a través de los organismos de las Naciones Unidas. Vale aclarar que el poder de veto absoluto que en esos organismos tiene el Reino Unido vuelve inútil tales reclamos.
Esta tendencia a la traición de las clases dirigentes, se debe a que para ellos nuestro país no es más que una mercadería de su propiedad que tienen en venta, de la cual a lo mucho, pelearán el precio. Tal es así, que mientras reclaman solemnemente la soberanía sobre las islas, permiten que haya miles de “pequeñas Malvinas” incrustadas en el territorio argentino: empresas, bancos, yacimientos desde donde los capitales extranjeros nos saquean, explotan e incluso reprimen si queremos enfrentarlos: como ejemplo están Vaca Muerta o el Famatina. Y eso para no hablar de la gran “Malvina” que es la deuda externa, que usurpa mediante una estafa, la soberanía sobre nuestras propias finanzas.

Malvinas, el imperialismo y las luchas

Por el contrario, los trabajadores y el pueblo siempre han luchado contra el control que el imperialismo ejerce sobre nuestro país, y contra sus gobiernos ajustadores y represores, porque la explotación y el sometimiento del país al capital extranjero los coloca en una posición de tener que luchar con toda dureza para poder vivir con un mínimo de dignidad. Es por eso que el pueblo trabajador apoyó a la guerra sin dejar de combatir a la dictadura, con la que ajustó cuentas tras la cobarde rendición.
Por esa razón, solo la clase obrera y el pueblo pueden echar al imperialismo del país y de las islas. Uniendo las luchas que se dan contra el dominio imperial en todo el país, con las luchas de otros países oprimidos, y las de dentro de los propios países opresores, se puede lograr derrotarlo. Lo único que necesitamos es sacar a los agentes del dominio imperialista que encabezan las luchas cotidianas del pueblo trabajador, para poner en su lugar a una nueva dirigencia, a la altura de las luchas y de las tareas. Es esa dirigencia combativa y consecuente que desde el PSTU estamos tratando de construir, y a la que invitamos a construir juntos a todo aquel que quiera luchar hasta el final para derrotar al imperialismo y sus lacayos.


La guerra de Malvinas y el fin de la Dictadura

Entrevistamos a Jorge Cura, ex detenido de la dictadura genocida, y actual militante del PSTU en la ciudad de Saladillo, en el interior de la provincia de Buenos Aires, y le pedimos que nos cuente cuál fue la relación de la Guerra de Malvinas con el fin de la Dictadura. 

“La gente ya se había empezado a movilizar contra la dictadura. Se había formado la Multipartidaria y la gente salía cada vez más a la calle. El 30 de marzo se hace una movilización a Plaza de Mayo, de los trabajadores, de la CGT, y a los tres días se toma Malvinas. Fue una acción desesperada de la dictadura militar que creía que con eso la gente se iba a olvidar de la penuria que ya venía sufriendo.
Y eso también fue un ejemplo de lucha del pueblo argentino, por la gran movilización que hizo. Por supuesto que perdimos la guerra y cayó mucha gente. En Saladillo, por ejemplo, hay muchachos que están organizados como veteranos de Malvinas que estuvieron en la guerra y han contado las terribles penurias que vivieron.
La dictadura tuvo que irse. Volvió a haber elecciones y por primera vez en la Argentina, ante una dictadura sangrienta como la que se vivió el pueblo salió a la calle y reivindicando también la soberanía sobre Malvinas tiró a la Dictadura.
Después vino la domesticación de los políticos seudo democráticos que también fueron sumiendo al país en un desastre socioeconómico cada vez mayor, entregándonos cada vez más al imperialismo e intentando que el pueblo se olvide de la causa de Malvinas. Pero en 2001 el pueblo volvió a salir a la calle y a tirar a un gobierno, esta vez a uno “democrático” y fue otro aviso más de la fuerza que tiene la movilización de los trabajadores y el pueblo”