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TENEMOS QUE DERROTAR EL «ACUERDO SOCIAL»

Mientras con aun más de diez mil contagios y cientos de muertos diarios por Covid 19 el Gobierno da casi por “cerrada” la pandemia (ver página 5), el mes de octubre terminó en nuestro país con una semana bisagra. La derrota de la toma de Guernica, fue el triunfo de los dueños de todo. Así lo festejaron los medios de comunicación serviles y los políticos patronales. El Gobierno les mostró que está dispuesto a ir a fondo para defender sus intereses, aun pagando un costo importante entre amplios sectores de sus votantes, que vieron su decepción convertirse en rabia al calor del fuego que quemaba las casillas. (ver página 3)

La carta de Cristina

Antes de este hito, la semana comenzó agitada con la carta de la Vicepresidenta, Cristina Fernández, que brilló por su silencio desde que asumió el Gobierno.  Cristina es considerada líder indiscutida del “kirchnerismo” duro, por lo tanto, “eje del mal” para la oposición patronal y reaseguro del carácter “nacional y popular” del Gobierno.

Su extensa carta dio lugar a múltiples interpretaciones sobre cuán crítica estaba siendo de ciertos sectores del Gobierno o cuánto lo estaba respaldando. Sin embargo, la perspectiva política que allí planteaba fue más que clara y en coincidencia con lo fundamental de esta gestión, el llamado a un amplio acuerdo social de todos los sectores de poder: “el problema de la economía bimonetaria que es, sin dudas, el más grave que tiene nuestro país, es de imposible solución sin un acuerdo que abarque al conjunto de los sectores políticos, económicos, mediáticos y sociales de la República Argentina. Nos guste o no nos guste, esa es la realidad y con ella se puede hacer cualquier cosa menos ignorarla”

Este llamado no se limitó a palabras. El desalojo de Kicillof, hombre de su riñón, fue mostrar con hechos la voluntad de acuerdo.

Un ajuste “clásico”

Las medidas económicas tomadas por Guzmán para contener el dólar son parte de la misma voluntad. Lo que está en marcha con las formas implementadas para contener el dólar (ver página 6) y el Presupuesto 2021 (ver página 4) es un ajuste clásico, “ortodoxo” como dicen los analistas de los diarios burgueses. Muy lejos de medidas que favorezcan al  pueblo trabajador, como dicen en los discursos.

Definida esta óptica, Guzmán se reunió con la AEA (Asociación Empresaria Argentina), el sector más importante y reticente al Gobierno del empresariado argentino. En dicha reunión, de la que participaron Magnetto, Miguens, Coto, entre otros “se remarcó la necesidad de un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) que provenga de un consenso político, económico y social, tal como el que la vicepresidenta pidió” (1)

El acuerdo (o pacto) social está en marcha y quieren mostrar los logros en la próxima visita que el amo FMI realizará en la segunda quincena de noviembre, en la que se empezará a concretar la renegociación del pago de la deuda contraída por el Gobierno de Macri. La derrota de Guernica, y los desalojos posteriores, es una batalla que ganaron para demostrar que pueden tener la casa en orden, que es un Gobierno en el que el imperialismo y las multinacionales pueden confiar.

Impulsar, apoyar y coordinar las peleas

Sin embargo, una batalla, aunque sea de un conflicto testigo, no define el todo y poner “la casa en orden” no les va a resultar tan sencillo. A pesar de la inestimable ayuda que reciben de los dirigentes sindicales y sociales (de la CGT, CTA, UTEP, etc.), que ponen todas sus energías en mantener al pueblo quieto y aguantando los golpes, las necesidades crecen y con ellas la bronca, que, aunque aún en forma desigual y dispersa, se transforma en muchos casos en acción.

En Córdoba los morteros volvieron a aparecer, esta vez de la mano de municipales que reclamaban contra los recortes salariales; los municipales de Jujuy cortan rutas denunciando que 2300 trabajadores cobran entre $1500 y $3500;  en Chubut a los estatales les deben hasta dos meses de sueldos; los trabajadores de supermercados se plantean ir a un paro inédito si las empresas siguen negándoles un bono; los enfermeros de CABA continúan peleando por ser reconocidos como profesionales; los vecinos de Guernica y otras tomas desalojadas siguen la lucha por acceder a un pedazo de tierra para vivir; los trabajadores de LATAM mantienen la pelea por sus puestos de trabajo; hasta vuelve a haber acciones por el aborto legal, frente al descaro del Gobierno que una vez más no cumple lo prometido. La lista de luchas sigue y es larga, pero lamentablemente y por responsabilidad de las direcciones, todas esas peleas son aisladas.

Rodear de solidaridad y unir todas las peleas es una necesidad para poder ganar, que los dirigentes sindicales y de los movimientos sociales se niegan a hacer ¿Qué hubiese pasado con Guernica si todos los dirigentes sindicales y sociales que condenaron la represión una vez realizada hubiesen apoyado activamente las tomas? ¿Qué pasaría si hubiese un plan de lucha nacional por aumento de salario?

Es evidente para donde juegan los dirigentes. Tenemos que obligarlos a hacer lo que no quieren o pasarlos por arriba, formando comités o comisiones en los lugares de trabajo para impulsar las peleas que necesitamos dar, apoyar a las que están en curso e ir gestando instancias de coordinación, en base a las experiencias de las distintas luchas y necesidades de los luchadores y luchadoras que van surgiendo en ellas.  Si se subestiman esas necesidades con meros acuerdos entre las “mesas chicas” de los partidos, como hacen los sectores sindicales dirigidos por los partidos de izquierda más grandes, tampoco avanzamos.

Por una nueva dirección

Tenemos que aprender de la pelea de Guernica. Las derrotas duelen y llenan de bronca, pero también enseñan si somos capaces de reflexionar y sacar las conclusiones. Esa es una tarea necesaria que tenemos todos los luchadores y luchadoras. Estamos en un momento de agudización de la crisis económica y social, por lo que aun las peleas más pequeñas, van a ser largas y duras.

El ajuste viene con palos, ya está claro. Para eso tenemos que prepararnos. Los trabajadores y trabajadoras tenemos derecho a defendernos de la represión policial con lo que tengamos a mano.  Organizar la legitima autodefensa es una tarea de primer orden que los luchadores y luchadoras que están surgiendo deben tomar.

Las direcciones sindicales, políticas, sociales y del movimiento de mujeres ya demostraron en qué vereda están. Lamentablemente, los partidos más grandes de la izquierda, con los que compartimos muchas veces las peleas y que tienen incidencia, aunque pequeña, en algunos lugares del movimiento obrero y popular, tampoco se plantan como una alternativa revolucionaria para las luchas, por su adaptación a las reglas de esta democracia para ricos y a la dependencia estatal de los sindicatos,

El desarrollo de una nueva dirección sindical y política sigue siendo una tarea pendiente e impostergable, que puede encontrar en los luchadores y luchadoras que surgen una nueva oportunidad. La pelea contra el acuerdo económico y social para que la crisis la paguemos los trabajadores, recién empieza. Desde el PSTU pondremos todo nuestro empeño en desarrollarla e invitamos a todos y todas los que acuerden con esa necesidad, a organizarla juntos.