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TRABAJADORES OCUPADOS Y DESOCUPADOS: DEBEMOS PELEAR JUNTOS

Los trabajadores sabemos que nadie tiene nada asegurado, el que hoy cobra un sueldo, está bancarizado y tiene obra social, mañana puede estar sin laburo. A pesar de eso en todos los medios hoy aparece el enemigo público número uno: «los que cobran planes». Así buscan tirar las culpas de los problemas de la economía a quienes no tienen trabajo y cobran alguna de las migajas que da el Estado. 

De esta manera se esconden los verdaderos responsables que deciden rumbo de la economía, tanto del Gobierno de Alberto Fernández como de la oposición de Cambiemos y sus aliados. No es casualidad que en la televisión se cuestionen la cantidad de planes sociales y no los miles de millones de dólares que van al FMI. O los millones que evaden las grandes empresas multinacionales del petróleo, la minería o el campo.

Más desocupados: negocio para las empresas

Aunque suene raro es real: cuanto más trabajadores estén desocupados, peores serán los salarios de los ocupados. La explicación es sencilla, si por cada trabajador ocupado hay 100 o 200 haciendo fila para ocupar su puesto, la empresa puede bajar salarios (o evitar aumentos) bajo la clásica amenaza que todos hemos escuchado alguna vez: «si no te gusta andate, hay 100 que agarran por menos«. 

Por la misma vía, los empresarios aumentan la producción a costa del sobre esfuerzo de los trabajadores. Lo que hace falta es que en donde aumente la producción, aumenten los puestos de trabajo, repartiendo las horas entre los trabajadores y terminando con las horas extra que se roban el poco tiempo que nos queda de descanso, esparcimiento y para compartir con nuestras familias. Para eso el reparto de horas debe hacerse sin reducción salarial: ¡todo un mes de trabajo debería alcanzar para vivir y no depender de las horas extra! 

Por eso para los trabajadores ocupados lo mejor es que haya cada vez más y mejor trabajo. En vez de «competir» por unos pocos puestos, en donde aumenta la producción tienen que aumentar los puestos de trabajo. Significa que la pelea por trabajo genuino no es sólo de los desocupados.

Nos quieren callados mientras se llenan los bolsillos

El Gobierno y las empresas han logrado que los dirigentes sindicales de la gran mayoría de los gremios del país cumplan bien su rol de «perro guardián» de sus intereses. Todos cantan al unísono de una u otra forma para meternos miedo a los trabajadores. Miedo al despido, a no llegar a fin de mes, a las deudas. Nos quieren corriendo atrás del pan y no con nuestras necesidades satisfechas. 

La economía de las grandes empresas está mejor que nunca: tienen ganancias extraordinarias y muchas están expandiendo e invirtiendo. Pero en su lista de «prioridades» no estamos los trabajadores. Nos quieren dormidos y quietos, bancando sueldos a la baja, hambre y miseria. Saben que si los trabajadores nos movemos podemos parar el país y arrancarles mejores condiciones de trabajo y de vida. 

Bolsa de trabajo: un punto de unidad

El camino para conseguir mejores salarios y condiciones de trabajo y de vida sólo es posible si se une a la pelea por trabajo genuino y digno para todos y todas. El Gobierno y las empresas lo saben y por eso hacen campaña para dividirnos. 

Una forma de unir esa pelea es impulsando la creación de “Bolsas de Trabajo” manejadas por los trabajadores de manera transparente y democrática en cada fábrica. Resolviendo en asamblea cuántos y quiénes entran a trabajar según las necesidades de la producción. De esa forma la familia de los trabajadores y los vecinos de las fábricas, minas, refinerías y demás pueden estar en primera fila para ingresar a trabajar. Es también una forma para que las mujeres sean contratadas en igualdad de condiciones y no sean discriminadas por tener hijos o por otras razones. Hay ejemplos sobrados en gremios cómo ferroviarios, mineros, petroleros y demás. Lamentablemente en muchos casos esas bolsas las manejan los dirigentes sindicales, sin asambleas, y acomodan gente a dedo a cambio de favores. O las oficinas de recursos humanos que «filtran» los ingresos por actividad política o sindical, dejando afuera a valiosos compañeros trabajadores y luchadores. Por eso es necesario tomar en nuestras manos la pelea por puestos de trabajo y que seamos los trabajadores los que definamos.

Unir los caminos

Es así que trabajadores ocupados y desocupados lejos de ser enemigos que pelean por un puesto o una migaja somos aliados naturales en la lucha por mejores condiciones de vida. Es necesario incorporar a cada conflicto fabril a las familias de los trabajadores y a los desocupados que hoy cobran planes. Así como es necesario unir a cada reclamo por trabajo genuino y aumento de las asignaciones, a los trabajadores ocupados. Los despidos selectivos o persecutorios, los salarios miserables que son aplastados por los aumentos y la inflación y el aumento de los ritmos de trabajo son moneda corriente. En algunos lugares están peleando por mejores condiciones. También lo hacen, a su manera, los desocupados. 

El Gobierno y la oposición vienen demostrando que los trabajadores no estamos en su lista de prioridades, antes está el FMI y sus amigos empresarios. Por todo esto necesitamos empezar a unir los reclamos y las luchas para empezar a construir el camino a una huelga general que cuestione de fondo este sistema.

Empujar desde abajo

Lamentablemente la inmensa mayoría de las conducciones o direcciones, ya sean de los sindicatos, comisiones internas gremiales o de los movimientos sociales de desocupados se mueven por sus propios intereses. No los de sus representados, sino los propios. Unos tienen acuerdos con las empresas, otros con los municipios o los ministerios, así se reparten la torta.

 Por eso a los trabajadores y desocupados nos queda la tarea de empezar a organizarnos por abajo, reunirnos en nuestras fábricas, escuelas y barrios. Discutir con nuestros compañeros estos problemas y exigir a los delegados o representantes la realización de asambleas para tomar los problemas en nuestras manos. En muchos lugares no nos van a escuchar, ahí es donde hay que dar un paso más y prepararnos para imponer asambleas resolutivas, reuniones donde decidamos los pasos a seguir en la lucha por el salario y el empleo. Necesitamos romper las barreras que nos dividen y pelear unidos en las diferentes fábricas, gremios, barrios, los ocupados y los desocupados.