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Unificar las luchas para imponer la Huelga General

El rechazo y la movilización contra los ataques del Gobierno por parte del movimiento obrero el 29 de abril pasado, se extendió el último mes a sectores de clase media y populares que se autoorganizaron y salieron a la calle a enfrentar el tarifazo. Aunque pequeños, los cortes se reprodujeron por todos lados y contaron con la explícita simpatía del resto de la población, que hacía ruido y aplaudía desde sus casas y edificios. Este jueves 4 está convocado un nuevo cacerolazo o ruidazo donde la bronca se volverá a sentir, porque el tarifazo sigue en pie y la única forma de derrotarlo es en la calle.
Una vez más, los movimientos sociales, las cooperativas y los desocupados aparecen en la escena y cortan los accesos a la Capital. Esa sensación de que así no se puede seguir viviendo y que hay que salir a enfrentar al Gobierno es lo que está por detrás del no inicio de clases y el paro docente en siete provincias, de la convocatoria a movilizar el 9 de agosto por parte de comisiones internas, seccionales, cuerpo de delegados combativos, del paro nacional de estatales convocado por ATE para el 11 de agosto, y de innumerables luchas en defensa del empleo y por reapertura de paritarias.
Si el Gobierno contaba con que el rol traidor de la burocracia sindical iba a aplacar a los trabajadores y el pueblo, el inicio del mes de agosto empieza a demostrar lo contrario.
La sensación “térmica” que se vive en los lugares de trabajo obliga a los dirigentes sindicales, mientras negocian la unidad de la CGT, a amenazar con convocar a medidas de fuerza y a un paro nacional.

¿Unidad de la CGT para qué?

La imponente movilización del 29 de abril pasado había demostrado con claridad la voluntad de pelea contra el plan económico de Macri. Pero las burocracias sindicales, asustadas de la respuesta de sus propias bases, pactaron con el Gobierno a pesar del veto de Macri a la ley antidespidos, cerraron las paritarias a la baja e hicieron lo imposible para que esa jornada no tuviera continuidad y no complique el plan del Gobierno.
Desde entonces trabajan en negociaciones de cúpula para avanzar en la unificación de la CGT.
La idea de volver a unificar las centrales había aparecido tiempo atrás, durante el gobierno de Cristina. Luego fue pospuesto para después de las elecciones y hoy parece concretarse. Macri, mientras avala esta unificación, judicializa y criminaliza a los delegados y comisiones internas combativas, como el “Pollo” Sobrero y los ferroviaros de la seccional Oeste.
Por eso esta unificación no tiene nada de progresivo para los trabajadores. No nace a partir de un plan de lucha o a partir de la defensa de los puestos de trabajo y del salario. Por el contrario, esta unidad de la CGT es para maniatar al movimiento obrero y evitar que la bronca que hay por abajo salga a la superficie por alguna fisura. Es una unidad al servicio del ajuste de Macri y las patronales. A cambio, el martes 2 de agosto, el Gobierno anuncio que repartirá casi $30000 millones a las obras sociales que manejan los sindicatos y que siempre terminan en negociados de los dirigentes pero nunca en una mejor atención de los trabajadores.
De esta manera se sella el pacto de gobernabilidad. Patronales, gobierno y burocracia sindical… todos contentos. ¿El ajuste? Que lo paguen los trabajadores.

Unir las luchas y exigir la Huelga General

Sin embargo, ese pacto de gobernabilidad también tiene su fragilidad.
Fue la presión de las bases la que obligó a la burocracia de los gremios docentes a convocar el paro en este “no inicio” de clases.
Es la olla a presión que se calienta en los lugares de trabajo la que obliga a Moyano y demás dirigentes sindicales a hablar de un posible paro nacional.
¡Los trabajadores necesitamos que le ponga fecha ya! Necesitamos unificar los reclamos y las luchas con una huelga general cuanto antes.
Las declaraciones de los capos sindicales intentan utilizar la bronca que hay por abajo para especular en las negociaciones internas por la unificación. Por eso no podemos confiar ni esperar nada de ellos.
La Huelga General la tenemos que imponer desde abajo.
Para eso es necesario que rodeemos de solidaridad a todos los trabajadores que están en conflicto. Tenemos que juntarnos en cada trabajo para llevar la solidaridad a los que están luchando, sacar pronunciamientos de apoyo. Realizar o exigirle a los delegados que hagan asambleas para discutir como nos organizamos para pelear por la reapertura de paritarias, parar los despidos y tirar abajo el tarifazo. Y exigirle a los sindicatos que se pongan al frente de los reclamos y votar la exigencia a las centrales que convoquen al paro nacional en todo el país.
Porque al plan económico de hambre y miseria del Gobierno y las patronales le tenemos que oponer la movilización unitaria de los trabajadores y sectores populares con la huelga general.